El Rey Y La Duquesa

Lamo la paleta, mientras miro hacia la ventana –Volveremos temprano, como lo supuse. Podre ira la fiesta.

-Bayolett –giro mi cabeza hacia él –esta noche tengo que ir a un lugar importante. No te llevaré –evito sonreír –Pero uno de mis hombres se quedará a tu lado. Quito la paleta de mi boca y frunzo el ceño.

-¿Puedo saber por qué?

-Quiero que se asegure que no salgas de la casa –saca unos segundos la mirada del celular. Bueno, primero que eso no debería de importarle. No puede encerrarme y sacarme

cuando quiera. Y segundo, empiezo a sospechar seriamente que lee mi mente.

-No saldré de la casa, y si lo haría, no tendrías por qué impedírmelo. Puedo salir a donde quiera.

-Bien, saldrás a dónde quieras, pero con Pablo señala a un hombre, lo miro unos segundos y luego a él.

-Bien –vuelvo a mirar hacia la ventana. Si quiere que me acompañe a todos lados, lo hará. Miro de reojo al guardia, Pablo. Aún estoy planeando que haré con él. Sigo batiendo el café, me giro y me apoyo sobre la encimera.

-Oye, Pablo –me mira, parece un señor con experiencia, me da la sensación de que será difícil –En una semana será mi graduación y necesito organizar algunas cosas en la casa de mi amiga, pero, claramente no permitirá que duermas con

Nosotras –sonrío levemente.

-El señor quiere que la acompañe en cada momento. Sé que no podre hacer eso, pero me quedaré en el auto, si es de ser necesario –asiento.

...-Genial –me sigue mirando, mientras me acerco a mi teléfono....

Suelto la taza y envío un mensaje a Rachel, avisándole que antes de la fiesta iré a su casa. Levanto la cabeza, cuando escucho a alguien adentrarse, me quedó unos segundos en su traje de color negro. ¿A dónde va tan guapo?

-Muy bien, ya me voy –me mira –volveré temprano.

-La señorita Bayolett acaba de comunicarme que tiene una pijamada -Eros me mira de reojo, sonrío –Le dije que esperaría en el auto.

-Si, yo no lo haría. Los autos pueden ser muy incómodos –me encojo de hombros y sirvo agua caliente en la taza.

-Pablo cumple con gusto su trabajo, tú deberías quedarte para que no duerma en el auto –me giro y tomo un sorbo lo miro, mantiene su mirada hacia mí, sosteniéndola. Parece siempre querer intimidarme, pero poco logrará que yo aparte la mirada.

-Yo no tengo problema en dormir en el auto -Pablo interrumpe nuestra guerra de miradas –. Mi trabajo es servirles. –Asiento levemente. Pobre, pero intentaré llegar a lo de Rachel en la madrugada, el problema es pasar por la puerta trasera.

-Bien –se acerca a mí –. No quiero enterarme de que hiciste algo inapropiado, no quiero distraerme de esta junta –sonrío

-Tendrás que empezar a tenerme un poco de fe –ladeo la cabeza, y él entrecierra los ojos.

-Si –acaricia levemente mi cintura, haciéndome estremecer –Te veo luego –se aleja, lo miro mientras suspiro. Siempre me deja con ganas de más el maldito.

-Me encanta. Sonrío, mientras sigo girando.

-Lo sé, me enamoré de él en cuánto lo probé –me miró unos segundos más y luego me siento.

-Yo hablaba del que me trajiste –me giro y la miro, observa su vestido blanco –Pero también me enamoré de ese, California tiene muy lindos vestidos –niego con la cabeza aún sonriendo, se acerca

-Te quedará hermoso, el blanco es tu color –me inclino y me coloco un poco de brillo labial –.Y ya cámbiate, que hay que salir. Se aleja y camina hacia la cama.

-Aún no sé si es buena idea –peino mi cabello –. Es decir, es una suerte que mi habitación no esté en el piso de arriba. Pero, ¿y si nos descubren?

-Primero, tu me convenciste de esto. Y segundo, no lo harán, Pablo estará en el auto –me giro hacia ella, termina de colocarse el vestido –.Y por lo que escuche la roca gigante estará en una importante junta, no querrá distracciones.

Además, yo no haré nada que llame la atención. Aunque intentaré n tomar tanto.

-Por cierto, ¿qué tal es él? –se coloca los zapatos.

-¿A qué te refieres? –termina y me mira.

-En el baile se notaban muy unidos, parecía que se conocían de toda la vida –sonríe –. Note química, ¿sucedió algo? –ladea la cabeza, aún sonriendo vaya, estaba tan distraída en el baile que por un momento deje de pensar en los demás. Aunque supongo que es bueno que piensen eso, de todos modos es lo que hay que aparentar.

-No sucedió nada, sólo peleas –me giro y tomo el perfume

Nunca me gustó hablar de mi privacidad y nunca me gustará.

-Sería genial que algo sucediera –se acerca –podrías confirmarme si los rumores son ciertos.

-No quiero saber ningún rumor de él y no confirmaré nada. Ahora, llama a Bruce que son pasadas las doce. Sonríe entrecerrando los ojos y se aleja, tomando su teléfono.

-Bayo, tengo miedo.

-No seas llorona. Vamos, yo te agarro –murmuro, tendiendo mis brazos. Suspira y me mira unos segundos, miedosa, muevo mis manos apoyándola y traga saliva. Salta del muro y cae, la atrapo y retrocedo un poco al tomarla.

-¿Ves?

Me separo y la miro –y sonríe.

-Fue fácil -asiente una vez

-Sí.

Miro hacia todos lados. Bueno, el auto de Pablo está del otro lado de la casa, esa parte salió bien.

-¿Dónde carajos esta Bruce? –miro hacia todos lados. La miro, teclea algo en su teléfono

-Dijo que estaba cerca. Rápido, hay que acercarnos a la calle

-toma mi mano y nos asomamos por la acera. Giro mi cabeza hacia la izquierda cuando escucho música alta. Frunzo el ceño, mientras veo un auto rojo, conduciendo a una velocidad no segura. Se detiene frente nuestro, suspiro mientras veo a Bruce, da un silbido observándonos.

-Suben, tenerlas en mi auto por segunda vez me está haciendo muy popular. Hago una mueca, comparto una mirada con Rachel y luego caminamos hacia la parte de atrás.

-Hola, Bruce –saludamos al mismo tiempo

-Espero que estén preparadas porque esta fiesta detonará todo el barrio –ruedo los ojos ante su dramatismo, empieza a conducir –. Nadie estará de pie para el amanecer. Probablemente, sea la única, debo estar sobria para cuidar de Rachel y que no se introduzca sustancias.

-Yo sé que el alcohol me hace daño –asiento, mientras la miro –. Pero ya lo perdone. Reímos a carcajadas y aplaudo, estiro mi brazo hacia la mesa y tomo mi vaso. Miro de reojo a Bruce acercarse, junto a otros chicos.

-Ya llegó el neandertal –apoyo mi espalda en el sofá. Cuando estoy ebria siempre parece que no conozco la palabra discreta, ni educada cómo cuando estoy con la roca esa. ¿Qué estará haciendo ahora?, solo me lo puedo imaginar ordenando como lo hace siempre, mientras está en ese magnífico traje que siempre lleva. dios, quiero colgarme de él.

-Chicas –nos rodean, aún sonriéndonos –Ellos son Tyler y Nick. Ambos se sientan delante de nosotras, mientras Bruce en el medio de nosotras. Los miro a ambos, definitivamente son drogadictos, sus ojos apenas abiertos y su sonrisa babosa es uno de los signos.

-Les sonrío falsamente.

-Duquesa, desde que vi tu Instagram soñé contigo –frunzo el ceño. Esa voz descarada también es otro de los signos.

-¿Ah si? -cruzo mis piernas

-Si -me detalla

No se si es Tyler o Nick pero quiero pegarle una patada. Miro de reojo al otro inclinarse hacia Rachel, susurrándole cosas al oído. Ella parpadea, mientras frunce el ceño.

-Bruce -giro mi cabeza hacia él, frunzo el ceño al ver su mirada en mis pechos –Sabía que tenías conexión con las drogas, pero creo que entregar a chicas para ello es algo más grave -levanto una ceja, me mira

-No se de que hablas, Duquesa -sonríe a lo grande-. Ellos solo querían conocer gente -asiento levemente. Bajo mi mirada y meto mi mano por su pantalón, entreabre la boca y me mira

Sorprendido.

-Duquesa -paso mi mano por su bolsillo y atrapo una pequeña bolsa-, que rápida eres -levanta y baja sus cejas. Lo miro mientras quito mi mano, la subo lentamente hasta mostrar el pequeño polvito blanco –Borra su sonrisa.

-Papi no estará muy feliz cuando se entere de esto, ¿verdad?

-lo sacudo en mi mano, traga saliva

-Devuélvemelo. –Intenta tomarlo pero estiro mi brazo, impidiéndoselo.

-¿Lo quieres? -vuelvo a sacudirlo-. Ve por él. Lo tiro hacia atrás, se levanta y corre. Ruedo los ojos y me giro hacia Rachel.

-Muy bien, guapos. Mucha humedad por aquí, nos vamos.

Tomo el brazo de Rachel y nos levantamos, los miro cuando noto que toman el brazo de ella.

-¿De qué humedad hablas, nena? -sonríen, uno acaricia la mejilla de Rachel

-Esta -le arrojo el liquido del vaso, la suelta enseguida

Me giro y comienzo a caminar, acercándome a paso rápido hacia la barra. Maldición, aún estoy algo ebria. No siento mis piernas. Al menos Rachel parece un poco cuerda la miro.

-¿Rachel? -frunzo el ceño, cuando ya no estoy tomando su brazo

Por un demonio.

Me acerco a la barra y apoyo mis brazos, tengo que estar cuerda para comenzar a buscarla.

-Agua -modulo hacia el muchacho, frunce el ceño pero asiente

Suspiro y apoyo mi cabeza en mi mano, mientras miro hacia mi alrededor.

¿En qué momento todo se volvió un caos?

Gente vomitando en las esquinas, peleas con papel higiénico, chicos con ollas en la cabezas, mujeres sin sostén, Pablo parado en el umbral. Abro mis ojos de par en par. Me mira serio, mientras esta cruzado de brazos, niega con la cabeza.

Me doy vuelta y rápidamente me subo a la barra, paso por ella y caigo del otro lado.

-¡Señorita!, ¿qué demonios hace?

-Shh!- lo callo aún en el suelo, y mirándolo de cabeza.

Wow, todo esta empezando a girar. Creo que me moví muy rápido. Frunce el ceño y luego mira hacia adelante. Pablo inclina su cabeza lentamente, niega con la cabeza mientras yo sonrío, en un intento de endulzarlo, pero sigue serio. Borro mi sonrisa. Estoy en problemas.

Sigo aferrándome al café, mientras lo miro de reojo, se mantiene con la mirada al frente.

-Gracias por el sudadera -murmuro. Me mira de reojo y asiente, suspiro. Llegamos a la casa, luego de dejar a Rachel en la suya. Luego de encontrarla casi también haciendo topless la llevamos a su casa, su madre se enteró de esto y ahora, las dos estaremos castigadas. Salgo del auto, lo apaga y caminamos en silencio. Entramos y me detiene, antes de

Llegar a las escaleras.

Lo miro.

-El señor la espera en su oficina –habla, lo miro unos segundos más y luego caminó hacia la puerta de la oficina.

Suspiro y evito que estos estúpidos nervios me ganen. Me quito la sudadera y se lo tiendo, lo toma y asiente.

Buenas noches –se da la vuelta

Buenas mañanas diría yo, ya casi serán las seis. Demonios, ¿por qué quiere verme ahora?, ¿acaso no tiene sueño?

Me coloco derecha y camino hacia la puerta, la abro lentamente. Asomo mi cabeza, enfoco mi mirada en su postura sentada. Mueve una moneda en su mano, haciéndola sonar en la mesa. Mientras que con la otra sostiene un vaso, con lo que parece ser whisky. Una parte de mí considera cerrar la puerta y correr hacia mi habitación. Pero me obligo a pensar que no me intimida, y me adentro. Cierro la puerta, para de jugar con la moneda y me mira. Me sostiene la mirada, pero aún en la situación y su mirada de asesino, se la sostengo.

-Recibí una llamada en mitad de la reunión –habla, con voz profunda –Estuve toda la noche con los puños cerrados, sin concentración. Solo imaginándome que estarías haciendo, y si estabas bien –suspiro –.Te dije que era importante. Muerdo mi mejilla, su mirada me esta haciendo quedar expuesta. No quiero eso. Y demonios, yo que sabia que el le pondría tanta importancia. Pensé que me daría un sermón y me diría castigada por dos semanas, como en las películas. Mis padres nunca me dieron un castigo porque nunca tuvieron la oportunidad de verme desobedecer. Pero el, esta actuando como león a una cebra. Y creo que mis escalofríos no son

por el frío.

-Lo siento –hablo, no sé si lo digo de verdad, tal vez por primera vez estoy siendo educada. Me mira unos segundos más, sin expresión. Se levanta lentamente.

Ven aquí –parpadeo.

Ahora me siento como una niña. Una parte de mi quiere acercarse, con solo imaginarme sus manos en mi. Pero creo que el tiene otros planes, o tal vez me diga el monólogo que me imaginé. Suspiro y empiezo a caminar.