Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 10
Mientras que la sociedad entera se preparaba para el gran evento, todas las damas de la corte estaban ansiosas por estrenar sus lujosos vestidos y así poder captar la atención de algún acaudalado Lord. Sarah no era la excepción, ella esperaba dejar al príncipe impactado con el hermoso vestido que le había confeccionado su modista y hoy precisamente estaba terminando con algunos ajustes. Cuando Dayana llego al ducado para sus clases, fue guiada al salón donde Sarah junto con la duquesa se encontraban. Cuando vio lo hermosa que estaba su amiga, sonrió y aplaudiendo dijo.
— Creo que mi amiga lo que quiere es matar a su prometido — Tanto la duquesa como la modista miraron a Dayana sin entender sus palabras, pero pronto sonrieron cuando agregó.– Lo siento... pero la princesa sé ve bellísima con ese vestido, el príncipe quedara impactado cuando la vea, no creo que su corazón lo resista.
Sarah por su parte se sonrojó y con una sonrisa algo nerviosa dijo.
— Señorita Dayana, pero que cosas dice...
— Su amiga tiene razón, alteza. Usted se ve radiante.
Sarah volteó a ver a su madre quien también la miraba con orgullo, puesto que su princesa había crecido y en cuanto la modista terminó de ajustar algunos sectores, miro a Dayana y preguntó.
— Señorita Lauren y usted, ¿ya tiene el vestido para la celebración del cumpleaños del príncipe?
Dayana asintió y con una sonrisa coqueta agregó.
— No es tan hermoso como ese, pero estoy segura de que mi padre estará pendiente de que nadie se me acerque en toda la noche.
Las damas reían producto de la elocuencia de Dayana, la joven a pesar de ser una jovencita de tan solo dieciséis años, tenía una madurez mental superior a las demás y se comportaba como todo una mujer respetable y seria ante desconocidos, pero la duquesa había notado que con su hija ella no ocultaba su verdadera personalidad. Sonrió por sus palabras e intentando crear un lazo más grande a futuro dijo.
— ¿Y ya tiene pareja para el baile?
Dayana — ¿Había que llevar a alguien?
La duquesa sonrió y meneando su cabeza agregó.
– No, pero al ver que ha pasado algo de tiempo con mi hijo, creí que usted podrían ir juntos...
— No me lo pidió, pero aun así tal vez por su seguridad hubiese rechazado su propuesta — la duquesa miró extrañada a su respuesta y está agregó— Tengo dos pies izquierdos. Lo más probable es que luego del primer baile el joven duque quedara incapacitado para volver a caminar...
La carcajada de la duquesa hizo que tanto Sarah como la modista voltearan en su dirección y está intentando calmarse agregó.
— Lo siento, es solo que recordé mi primer baile con tu padre y... bueno no solo derrame mi bebida en su traje, sino que cuando ambos bailamos juntos, tu padre casi llora del dolor. – Sarah sonrió porque su madre siempre había sido algo patosa y la duquesa agregó — si no fuera por mi encanto, estoy segura de que él hubiera huido de mí.
Dayana sonría por las cosas que la duquesa contaba, hasta que el duque al ver que sus alumnas estaban tardando en ir al campo, fue en busca de ellas, al ver que su esposa las había entretenido a ambas, se acercó a ellas y dijo.
— Buenos días, señoras...¿Señoritas porque aún no han ido a nuestro...– Al ver que su esposa lo miraba mal como indicándole que no estaban solos, se dio cuenta de su indirecta y agregó – compromiso...? hum... llevo esperándolas un buen tiempo ya.
— Buenos días, cariño, estamos terminando con algunos asuntos aquí y ya las libero a ambas.
– Muy bien cielo, pero cuéntenme ¿de qué tanto hablaban?
— Les contaba a las niñas sobre nuestro primer baile junto...
El duque se sacudió un poco como si un escalofrío recorriera su espalda y agregó.
— Ni me los menciones... esa noche tuve que llamar a un médico para que atendiera mis heridas. Tus tacones habían logrado lastimar mis dedos y ni contar el codazo que lograste acertar en un giro a mi ojo izquierdo...
– Ja, ja, ja... – Dayana comenzó a reír por lo que el duque decía y agregó. — Veo que esa noche logró conquistarlo. Usted la sobrevivió y por eso quedó encantado.
Tanto los duques como Sarah empezaron a reír por las ocurrencias de Dayana y quien estaba más impactada por todo aquello era la modista, ella llevaba años trabajando con la familia Milton y nunca había visto que los duques rieron tanto, mucho menos la princesa quien siempre se había mostrado fría y distante. Luego observó detenidamente a Dayana y al ver que ella olvidaba la etiqueta correcta con los duques y que si bien los trataba con respeto se atrevía a hacer bromas de ambos, se sorprendió puesto que la familia Milton era conocida por todo el imperio por ser algo antipáticos. Sin dilatar más su tiempo allí tomo todas sus cosas e indicándole a la duquesa que en la tarde tendría el vestido se marchó hacia su taller. Tenía un buen chisme para contar a sus compañeras y ya no podía esperar.
Cuando la modista marchó, Sarah fue en busca de su uniforme y cambiándose de ropa se dirigió al campo de batalla junto con su amiga para empezar con su entrenamiento, su padre no las dejaba faltar un día y a la hora de entrenar él se convertían en un extraño para ambas, puesto que se ponía serio para que ninguna olvidara que esas clases debían tomarlas con seriedad.
***
En la tarde el barón Lauren se encontraba junto con sus hijas tomando el té en la gran sala de su nueva casa. Había decidió comprar una propiedad no muy lejos del ducado, para que su joven hija pudiera ir y volver segura de sus clases de entrenamiento. Le sorprendía el avance que el duque le reportaba día con día, y aunque estaba algo celoso de tener que compartir su tiempo con él, él sabía que eso era lo que su hija quería y que si se oponía su hija terminaría por alejarlo. Emilia al igual que él se encontraba celosa, puesto que antes solo era ellas dos, y ahora debía compartir a su hermana con la señorita Sarah y aunque eso no le gustaba para nada, tenía vergüenza de decirle a su hermana como se sentía.
Dayana al ver que la merienda estaba siendo algo silenciosa dijo.
—¿Padre como te está yendo en los negocios?
– Muy bien hija, he conseguido cerrar algunos contratos más en estos días y creo que en esta semana cerraré otro con el restaurante del marqués William.
— Me alegro de que tus negocios estén resultando bien aquí. – al ver que el silencio volvía a reinar, miro a su hermana y preguntó – ¿Y tú hermana, como van tus clases de piano?
— Bien.
Dayana miró a la niña esperando más y al ver que ambos estaban aparentemente enojados preguntó.
— ¿Sucede algo? ¿Por qué me tratan así?
El barón miró a su hija y luego de un suspiro dijo.
— Lo siento cariño, es solo que estas últimas semanas te has mantenido tan distante de nosotros que... eso nos duele. Sé que estás entrenando para tu futuro, pero últimamente pasas mucho tiempo con esa familia y cuando estás aquí solo hablas de ellos...
Emilia aprovechando esto también dijo.
— ¿Hermana es que ya no nos quieres?
Lucia se sorprendió por esto y acercándose a la niña la tomó en brazos y sentándose nuevamente con ella en su falda dijo
– Por supuesto que no es así. Yo si los quiero, lamento si los hice sentir así.— y no era mentira, Lucía en el tiempo que llevaba allí, había perdido a querer a esas personas como si en verdad fueran su verdadera familia. No sabía que sus acciones hizo que ellos se sentían de esa forma, pero intentaría cambiar sus actitudes para no dañarlos.— Saben que, tienen razón me disculpo por todo, ¿qué les parece si hoy salimos a cenar solo lo tres juntos?
El barón sonrió y acercándose a sus hijas las abrazo también y agregó.
– Lo que mis princesas quieran.
Ambas sonrieron y luego de esa pequeña charla, Emilia empezó a contarle que su maestra de piano le había dicho que aprendía muy rápido. Al igual que su profesora de etiqueta...
La tarde se había pasado entre risas y charla hasta que en la noche todos salieron en carruaje al restaurante más famoso de la capital. En cuanto llegaron fueron atendidos de inmediato algo que tanto al barón como a sus hijas le llamó la atención, pero no le tomaron importancia. En cuanto tomaron asiento en su mesa el encargado del restaurante en persona los atendió y una vez tomaron sus órdenes, Dayana miró a su padre y dijo.
— No entiendo por qué todo el mundo nos mira así...
—No le tomes importancia hija— El barón sabía porque era, el había escuchado algunos rumores esa tarde de la gran amistad que tenía con la futura princesa heredera y que también se decía que la señorita Lauren era muy afín con los duques Milton. Por años muchos nobles habían intentado tener el favor de los duques y nadie había podido acercarse a ellos, excepto los hermanos Ferreira, quienes eran otra de las familias a las cuales muy pocos nobles se atrevían a ofender.
Pronto un sin fin de caballeros empezaron a pasar cerca de su mesa para saludar al barón y a sus hijas, hasta que uno de ellos se detuvo para hablar más detenidamente.
– Buenas noches, barón Lauren, señoritas...
El barón al reconocer al hombre se levantó de su asiento e inclinando su cabeza dijo.
— Buenas noches, Lord Vermont.
Dayana al escuchar el apellido miro al hombre y al ver que este la miraba con cierta hostilidad no le causó muy buena impresión. Pronto una joven se acercó a él y dijo.
— Padre, nuestra mesa ya está lista.— La señorita miró a Dayana y al reconocer que era la misma señorita que la había insultado frente al príncipe dijo.— Tú...
Dayana al ver el rostro de enojo de la señorita. Sonrió y levantándose también de su asiento dijo.
– ¿Cómo ha estado señorita Vermont?– Dayana se mostró respetuosa, puesto que muchos nobles miraban en su dirección e inclinándose levantó su mirada y con un claro gesto de burla dijo.– he oído que se ha encontrado algo mal de salud, por eso no ha podido ir a ninguna fiesta de té.
El duque Vermont luego de que fuera citado por el emperador por el incidente en la tienda que su hija hacia tenido con el príncipe y la princesa heredera, no le había permitido a su hija salir a ningún evento más, había arruinado su nombre en tan solo unas horas y colo castigo había prohibido a la joven salir hasta que él lo volviera a permitir.
Al escuchar el claro tono de burla de Dayana, la señorita Vermont dio un paso hacia el frente y con clara molestia dijo.
— Sé atreve a burlarse de mi...
— No entiendo a que se refiere señorita, solo quise saber si su condición ha mejorado. Lamento si mi pregunta la ha ofendido...
— Tú fuiste la causante del malentendido que hubo en la tienda ese día, padre ella es quien insulto a nuestra familia...
El duque miró a la joven y al ver como está intentaba esconderse tímidamente detrás de su padre, escucho al barón decir.
– No sé dé que asunto es que su hija está hablando Lord, pero estoy seguro de que si los ofendió no fue consciente. Usted sabe que hace poco hemos llegado a la capital y aún se está acostumbrando a la alta sociedad y sus cortesanos.
El duque al ver como todo el mudo estaba viendo en su dirección, miro mal a su hija nuevamente y agregó.
– No se preocupe barón, este asunto es algo que debo hablar nuevamente con mi hija. Solo quería recordarte nuestra reunión de mañana, y pasar a saludar, disfruten de su cena.
Sin más el duque tomo el brazo de su hija y caminado junto con ella apresuradamente para salir de allí agregó
— Tú y yo tendremos que hablar nuevamente...
Sin más ambos se marcharon del lugar y el barón volteando a ver a su hija preguntó.
– ¿Esa fue la señorita de la cual me hablaste?
— Sí, pero tranquilo padre. Yo me haré cargo de esto más adelante. Ahora ¿qué te parece seguir con nuestra cena?
El barón meneó su cabeza y con una sonrisa solo asintió, él sabía que su pequeña hija tenía la capacidad de defenderse sola, pero aun así estaría al tanto de todo lo que sucediera. Sin tomarle más importancia ambos volvieron a la mesa y continuaron con su cena familiar entre anécdotas y risas...