Un Sinvergüenza En Redención

Ella estaba un poco desconcertada, pensando en lo travieso que es el destino, ese hombre gordo que vio durante la tarde, ahora es su esposo, al darse cuenta de esto hizo que la joven quisiera renunciar al contrato, pero al segundo siguiente, recordó de Levi, mostró una sonrisa falsa y luego planeó irse, pero en ese momento, sintió una mano fría tocar su hombro, acompañada de una voz ligeramente melosa.

—Hola señorita Milena, aquí tiene la cuenta, dijo la camarera y luego colocó un papel sobre la mesa.

—No consumí nada, hasta el vino está intacto, respondió Milena y luego empujó el papel hacia la mujer, ella no estaba dispuesta a pagar por algo que no consumió.

—Tal vez, pero llevas más de dos horas allí, seguramente tomando asiento como cliente, así que tienes que pagar por ello, son 400 dólares - dijo la camarera y luego extendió su mano hacia Milena, seguramente queriendo recibir el dinero.

Milena planeó no molestarse con eso e irse, pero entonces notó que dos guardias de seguridad ya caminaban hacia ella, sin salida, Milena sonrió tímidamente y dijo:

—Esto para mí es un robo, pero pagaré, dame uno...

Las palabras de Milena fueron interrumpidas por el shock de saber que traía el bolso equivocado, no tenía identificación y tenía poco dinero.

Resulta que a Milena le encanta el color negro y ese era el color del bolso que usó durante la tarde, por lo que se confundía fácilmente.

Milena intentó discutir, diciendo que se le olvidó el dinero, pero que lo recogería y pagaría todo antes de la medianoche, sin embargo, la camarera no creyó sus palabras.

—Oh, ¿no me digas? Interesante, pero no inaudito, muchos ya actuaron inteligentemente y por eso el jefe buscó una salida alternativa, así que vas a lavar los platos para pagar tu deuda.

Aunque la mujer hablaba de una manera muy profesional, Milena aún podía notar un brillo en sus ojos, parecía feliz de estar haciendo esto.

Con su celular en sus manos, Milena pensó en llamar a su bendito esposo y pedirle el dinero, pero al minuto siguiente recordó que debía estar bastante 'ocupado', así que simplemente guardó el celular en su bolso y siguió las instrucciones. camarera con mucha determinación.

Luego de cambiarse el abrigo por un delantal, Milena pronto comenzó a lavar los platos, estaba entre muchos desconocidos que la miraban con curiosidad, seguramente queriendo decir que esa mujer era una idiota, que pensaba que podía venir a un restaurante como este, oh. pobre cosa.

Al pensar en esto, Milena se sintió aún más humillada, sinceramente, no podía dejar de pensar en el motivo de recibir tal trato.

"Me pregunto si estaba enojado conmigo porque le saqué la lengua esta tarde". Milena reflexionó mentalmente mientras continúa lavando una pila de platos.

Como era un restaurante muy popular en el centro de Nueva York, la casa estaba llena y por eso seguían trayendo platos para que Milena los lavara, este ritmo acelerado duró hasta la 1:00 de la madrugada.

—Sigues siendo muy hermosa a pesar de todo ese sudor—dijo una camarera sonriendo, pero Milena no le devolvió la sonrisa.

—¿Puedo irme ahora?-preguntó sin rodeos.

La joven iba a decir que no, pues todavía la necesitaría para lavar los sartenes, pero en ese momento llegó el jefe y liberó a Milena de ese calvario.

_A ver si traes dinero la próxima vez - bromeó una de ellas, mientras veía a Milena alejarse.

—No habrá una próxima vez, respondió Milena sin mirar atrás, se puso el abrigo y luego salió del restaurante.

A lo lejos vio al hombre que la llevó hasta allí, estaba apoyado en un poste, fumando un cigarrillo y mirando a los transeúntes, parecía que no notaba la presencia de Milena, por lo que caminó lentamente sin siquiera mirarlo. atrás, de hecho ella sólo quería olvidar esa aburrida realidad.

—Ahora entiendo por qué esas mujeres salieron rojas de la sala de entrevistas, seguramente saben esa mierda, entré por precisión, ahora por obligación, esto parece una maldita broma.

Estaba hablando sola, tal vez estaba demasiado ocupada y por eso tardó un poco en notar la presencia del conductor.

-¡Que susto! Eso no está bien - dijo Milena mientras se llevaba la mano al pecho.

—Lo siento si la asusté señorita, solo necesito llevarla a casa… por favor.

André pronunció las últimas palabras en tono suplicante, Milena lo miró por unos segundos y vio un poco de sinceridad, luego, solo asintió y caminó en dirección contraria, yendo en busca del vehículo.

Una vez en el auto, el viento frío de la noche azotó el rostro de Milena, pero nada fue capaz de hacer desaparecer esa extraña sensación en su pecho.

Es cierto que ella no esperaba que la trataran con cariño, pero nunca imaginó que sería sometida a eso, era asqueroso, cruel e irrespetuoso.

Con el objetivo de cumplir las órdenes de su jefe, André se calmó la garganta, tal vez buscaba coraje y unos segundos después habló:

-¿Por qué estás tan triste? ¿No le agradaba mi jefe?

Aunque la pregunta le pareció demasiado invasiva, Milena respondió rápidamente:

—Me gustó, empezó con buen pie, la noche estuvo increíble—dijo en tono burlón.

André iba a interactuar sobre el tema, pero en ese momento, el estómago de Milena gruñó fuertemente, avergonzando mucho a la niña.

—Mi segundo mayor error de la noche fue salir de casa sin cenar-dijo sonriendo, pero André se dio cuenta de que esa sonrisa era falsa.

—¿Y cuál fue el primero?-Preguntó distraídamente.

—Habiendo salido de casa hoy-respondió Milena con firmeza y esas palabras tomaron a André por sorpresa, principalmente porque sabía que David estaba escuchando todo, el pobre conductor de repente se puso tenso.

Antes de que André pudiera decir algo, sonó su teléfono, era David.

—¡Hotel Royal, ya!-David escupió estas palabras con arrogancia y pronto cortó la llamada, dejando a André algo angustiado.

Sin decir una palabra, André comenzó a cambiar la ruta del vehículo, Milena lo notó y de inmediato quiso saber el motivo de tal cambio, pero André volvió a tener frío, tal como estaba antes.

En estas condiciones, Milena sólo pudo suspirar.

—Por muy hermosa que sea la persona, si es arrogante, todo está perdido - dijo distraídamente, como si no tuviera pretensiones, pero en el fondo, André sabía que era un consejo.