*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
NovelToon tiene autorización de Luna Azul para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
9.
AARÓN PALACIOS
Tres meses teniendo sexo con Montserrat, tres veces por semanas. La veo a diario en la empresa. Esa sonrisa coqueta que me da cada vez que estamos juntos. Su cuerpo sensual vibrando con mis caricias, por mi toqué. Sus gestos, sus gemidos, y todo de ella me tiene enamorado.
Elene pasó a ser parte de la historia. La veo y no siento absolutamente nada.
— Buenas tardes, Montse. Quiero hablar algo contigo — me puse serio.
— Sí, dime.
— Quiero poner fin a nuestros encuentros. Ya no quiero seguir con esto.
— ¿Pero por qué? ¿Quieres más dinero, es eso?
— No. Solo que ya no quiero. Habíamos acordado que cuando una de las dos partes ya no quisiese, el contrato terminaba. Así que, ya no quiero. Además, solo me quedan 3 semanas como pasante.
Montse llamó a Ivet.
— Ivet, que nadie me moleste. No estoy para nadie— colgó la llamada.
Ella se levantó de su silla y se dirigió a la puerta. Le puso seguro. Se acercó y giró la silla donde estaba sentado.
— Sé que habíamos acordado que cuando uno no quisiese, todo se terminaba, me gustaría saber, porque? – Ella se acercó a mis labios, haciendo el gesto como que me iba a besar— Yo sé que están prohibidos los besos. Así que, no te voy a besar.
— No tengo por qué dar explicaciones. Te agradezco por estos tres meses, que sin conocernos, dejaste que este hombre, osea yo, pudiera tocar y hacer mío tu cuerpo, o viceversa. Creo que,tu hiciste tuyo mi cuerpo, porque me pagabas. En fin, ya eso no importa.
— No estoy alegre, sabes. No quiero cancelar el contrato. Realmente me complaces. Si deseas te pago el doble, el triple, autos, lo que tú quieras.
— ¿Sabes por qué no quise besos en el contrato?
— No. ¿Por qué? Dime.
— Por nada. Ya no importa.
— No me digas que te has enamorado de mi. Porque sabes que eso no es posible.
— ¿Por qué soy pobre? ¿Por qué sales con el hijo del ministro? ¿Por qué para ti solo soy carne de uso sexual? Es por eso que no puedo sentir nada por ti.
—Sí, es por eso. Desde un inicio, tú ya sabías los términos y condiciones de esta relación. Esto era solo por placer. Me gustas, eres guapo y coges bien.
Me tiré una carcajada— Me he enamorado de ti y ¿qué?— Me puse de pie— Creo que ya dije algo que no debí. Aquí termina nuestro contrato. ME VOY A CASA.
Salí un poco molesto de la oficina. No puedo creer que me haya enamorado de una mujer vacía, hueca.
Lo que quedaba de esa semana no fui a la empresa. Madi y Marvin me habían llamado un par de veces para ver por qué de mi ausencia, y yo daba la excusa perfecta, la universidad, además solo era un pasante.
Aún faltaban dos semanas y necesitaba que Montse firmará mi carta, donde hacía constar que había cumplido con todas mis horas.
Hablé en el decanato, si era posible terminar antes la pasantía, a lo que el decano me dijo, que tenía que cumplir con las horas establecidas.
Asistí a la empresa durante esas dos semanas. Evitaba a toda costa el contacto con Montse. Ella me miraba y no decía nada.
Mi último día en la empresa llegó. Llevaba a la oficina de Montserrat la hoja que me daba la universidad para que Montse me firmará.
— Hola. ¿Puedo pasar? — Ella me miró muy feroz.
— Sí. Pasa.
— Necesito la firma en la carta. Ya lo habíamos hablado al inicio, ¿recuerdas?
— Necesitas mi firma— Ella sonrió y subió una ceja.
— Sí la necesito.
— ¿Qué pasaría si no firmo? No estoy contenta con tu desempeño.
— No mezcles las cosas. Como pasante siempre he cumplido y he sido responsable.
— Te firmo con una sola condición— Ella sonrió.
— ¿Qué condición?
— Renueva tu contrato conmigo por tres meses más.
— ¿Por qué no me puedes dejar ir? ¿Acaso eres tu quien está enamorada de mi y no lo quieres expresar?
— Ya te lo dije, me gusta como me haces sentir en la cama.
— Te propongo algo mejor, Sé mi novia, mi pareja, Casémonos. Tendrás todo el sexo que quieras sin gastar tu dinero y yo tendré a la mujer que amo. ¿Qué dices? ¿Aceptas?
— Tú no entiendes nada. Yo no puedo ser nada tuyo.
— ¿Por qué?
— Por qué no te amo.
— Quién te entiende. No puedes ser mi novia, pero quieres que te dé sexo. Firma ese maldito papel.
— Lo voy a firmar, pero después de que me des una última noche.
— Escribe en un papel, que me firmarás mi carta hoy si acepto darte una última noche de sexo.
Montse escribió en un papel lo que le acababa de decir y lo firmó. Me entregó la hoja.
— Llego a tu departamento a las 8 de la noche y más te vale que cumplas.
Salí de la oficina. La verdad es que no comprendía las palabras de Montserrat. Sé que es la hija de unos de los magnates del país, su familia nada literalmente en dinero. Tienen empresas en todos lados, en distintos ámbitos empresariales. Es obvio que, tiene que emparejarse con alguien de nombre.
Llegué puntual a las 8 a su departamento. Ella abrió. Llevaba lencería negra, algo totalmente diferente, porque siempre usaba atuendos en rojo, ella decía que el color rojo era su favorito, que la hacía ver sexi.
— Entra.
Odio este maldito juego. Ella se ve tan linda con cualquier color que se ponga.
— Vamos — me tomó de la mano— Hazme tuya.
— Está vez, será diferente. Es nuestra despedida. Posiblemente, no me cruce más en tu camino.
Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos en su cintura. La miré directamente a sus ojos tratando de descifrarla. Me acerqué a sus labios, pasé la punta de mi lengua en sus labios. Mordí suaves sus labios, esos labios que al inicio de todo esto no quería besar porque no me quería enamorar. Los besos solo se dan cuando amas, porque ellos tocan los sentimientos. La besé, besé sus labios. Ella no ponía resistencia. Besé cada centímetro de su piel. Puedo decir que esta vez, hicimos el amor. Cuando ella estaba en su clímax se puso a llorar. Era una mezcla de sentimientos.
La abracé. Acaricié su cabello y le susurré.
— ¡Te amo Montse! Esta es la única vez que diré esto.
Ella agachó su cabeza y tapó su cara con sus manos.
— La carta firmada está en la mesita. Tómala y vete. Aquí termina todo.
Me vestí y fui a tomar la carta. Regresé al cuarto, ella tenía su frente en sus rodillas. Y sus manos tocaban su cabello.
¿ Qué diablo está pasando?
— Montse.
Ella levantó su cabeza.
— Vete— Tenia lágrimas en sus ojos.
— ¿Me amas?
— Vete. Vete. Vete. No te amo.
Di la media vuelta. Salí del departamento.
Me sentía confundido.