El Beso De La Bestia

Arthur no había dormido en toda la noche. Se había encargado de la protección de las hadas, pero también no había dejado de pensar en una de ellas.

—Titania, ¿eh? —susurró su nombre.

Y como si la hubiera invocado con solo mencionar su nombre, la vio moverse. Pero esta vez no caminaba hacia el invernadero, sino que se dirigía hacia al bosque donde podía correr peligro, él tenía el deber de Protegerla a ambas, una yacia en su recamará probablemente aun durmiendo.

—Mierda —soltó con una molestia, sin pensarlo más decidió seguirla, por supuesto sin que ella se diera cuenta.

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Titania se adentró en el bosque con paso firme.Sabía lo peligroso que era merodear el bosque sola a esas alturas, el ataque de las Bestias podía repetirse, pero no tenía opción pues necesitaba con urgencia el contacto con la naturaleza.

El daño que Xander le había causado la noche anterior seguía siendo doloroso. Necesitaba sanar, y rápido.

Pero su forma de sanación era totalmente diferente, no necesitaba de los líquidos ni las hierbas medicinales que preparaba para Áine, lo de ella era más simple pero un secreto ante cualquier otro, tener contacto directo con la naturaleza.

Continuó su camino hasta llega a una cascada, sería suficiente para curar el daño que el caballero Hada le causó.

Sin pensarlo mas, empezó a quitarse sus ropas, el vestido cayó al suelo, dejando a la vista su desnudez, confiada en que solo estaba en ella en la naturaleza.

Se adentró en el agua y se hundió bajo de la cascada, dejando que el agua cubriera su cuerpo por completo, estaba fría, pero extrañamente cálida para sus heridas qué comenzaban a desvanecer se juntó con el dolor.

Desde que tenía memoria, esta era su única forma de sanar, quería mantenerlo en secreto, pues para ella era lo único que podía tener para ella misma.

Sus manos recorrieron cada parte de su cuerpo trazando cada curva, tenía sus ojos cerrados no podía dejar de pensar en aquel alfa de ojos oscuros.

Sus dedos llegaron a sus senos, dándose suaves y lentos masajes. Pensando de que fuera Arthur quien la tocara en ese instante, deseaba sentir las grandes y fuertes manos de ese hombre en ella. Suspiro largamente.

Arthur observaba sin atreverse a apartar la mirada . La dama bajo la cascada era un espectáculo, su cuerpo, un deleite qué hacia que su cuerpo reaccionara, deseando acercarse y ser él quien estuviera masajeando esos perfectos y redondos senos.

Nunca, en su larga vida, había deseado a una mujer como estaba pasando en esos momentos con la princesa hada. Titania era una belleza única, su cuerpo desbudo era perfecto y deseoso para él.

Apretó los puños. Tenía que controlarse. No podía simplemente tomarla; ella era una princesa y su trabajo era protegerla, ya había recibido una paga por adelantado y simplemente no podía follarsela.

—Ver no está mal, ¿verdad? —susurró con una sonrisa maliciosa.

Y con esa simple excusa, se mantuvo observando a la princesa hada tomando ese placentero baño bajo la cascada, deleitandose con su exquisito cuerpo.

Cuando termino su largo y placentero baño bajo la cascada, Titania abrió sus ojos y se giro para salir de ahí, pero en ese instante sus ojos verdes cristalinos se encontraron con los ojos oscuros del sexy alfa qué no dejaba de mirarla con intensidad.

No se sintió intimidada al contrario, su cuerpo reaccionaba de una manera nueva para ella, pero le gustaba, le encantaba la idea de estar siendo observada por ese sexy lobo.

—¿Qué hace aquí? —exigió ella manteniendo su voz fría.

—Protegiéndola —respondió Arthur.

Él la recorrió de nuevo con la mirada sin el más mínimo pudor, sus ojos se entraron con descaro en sus senos, grandes y redondos perfectamente para él, sus pezones rosados estaban duros, su lengua deseaba jugar con ellos.

La respiración de Titania comenzaba a agitarse, aunque ella trataba de mantenerse tranquila ese alfa estaba devorándola solo con la mirada, sentía que si seguían así, su fría personalidad qué tantos años había trabajado se vendría abajo, por un hombre que apenas conoció la noche anterior.

Ser observada de esa manera le estaba gustando, jamás antes la había visto así e incluso la idea de ser tocada por él se hacía más tentativa en su mente .

Camino hasta la orilla sabía que debía vestirse de inmediato, pero también quería que él la siguiera viendo de esa forma posesiva, sus ropas estaban justo al lado donde él estaba de pie.

Arthur sabía que no podía ir más allá de solo observar, pero su deseo de follar a la princesa Hada en ese momento crecía cada vez más en él, además ella no parecía molesta de estar expuesta frente a él.

Arthur extendió el vestido de la princesa, forzándose a mantener la compostura.

—Vístase, se resfriará —le ordenó, pero sus ojos estaban clavados en su perfecta desnudez

Titania extendió sus manos para agarrar sus ropas, rozando con las yemas de sus dedos la piel de Arthur , sintió una pequeña descarga eléctrica y sin poder controlarlo un gemido salió de sus labios.

Y ese simple gemido fue lo suficiente para que Arthur perdiera todo su control.

La tomó del brazo y la atrajo a él de manera brusca , aplastando sus labios contra los de ella. No fue un beso lento, tampoco tierno, fue feroz y lleno de pasión desencadenadam

Las manos de Arthu, recorrían la espalda desnuda,bajando lentamente y sin detenerse, hasta llegar a sus glúteos; los masajeó y apretó, provocando gemidos de Titania que se ahogaban en aquel ardiente beso.

Titania sentía como su cuerpo reaccionaba a las caricias de Arthur, sus manos estaban firmes en sus nalgas, dándoles masajes 6 apretujándolos.

Arthur dirigió su mano hacia su centro que también deseaba sentir las caricias de aquel sexy alfa, ella ya estaba tan húmeda y su dedos se abrieron pasos entre sus labios para frotar ese punto sensible desesperado por sentir sus toques.

Titania gimió al sentir los dedos de Arthur en aquella zona jamás antes tocada, qué mordió su labio para terminar el beso y volver a gemir con intensidad.

Abrió los ojos para encontrarse con la mirada oscura de Arthur, que no dejaba de deleitarse con la lujuria que él mismo estaba causando. Esa expresión para él era un triunfo había logrado destruir esa fría mirada de la princesa hada y la había convertido en una totalmente llena de lujuria provocada por él.

Arthur sintió la presencia de alguien, sabía que tenía que detenerse; no podían ser descubiertos así, y mucho menos que otro viera ese lujurioso cuerpo, solo él tenía derecho a verla así.

—Alguien se acerca, Princesa —dijo con una voz ronca, sin detener las caricias de sus dedos en aquella zona.

Titania mordió su labio inferior. Intentó con sus fuerzas separarse, pero Arthur no se lo permitió.

—Sería descortés de mi parte si la dejo así de caliente —susurró en su oído y de manera juguetona le dio una suave mordida.

Los dedos de Arthur no se detuvieron, sino que siguieron jugando en esa zona. Poco a poco trato de introducir uno en ella, pero se detuvo al sentirlo, ella jamás había estado con ningún otro hombre, la princesa hada era virgen.

Arthur continúo acariciando con sus dedos, no se pensaba detenerse, quería seguir dándole ese placer y demostrarle que él quien la convertiría en mujer, él quien le haría sentir el placer de ser follada por un macho como él.

Titania luchaba por contener sus gemidos, pero era inútil. Jamás había recibido un placer tan delicioso, tan exquisito. Los dedos de Arthur se movían con una experiencia en su centro, y las oleadas de placer electrizaban recorrían cada parte de su cuerpo, no sabía cuanto tiempo más duraría así, sentía que sus piernas comenzaban a flaquear, el placer era demasiado, nunca antes se había sentido así.

—Princesa, gime mi nombre —ordenó Arthur en un susurro posesivo. Sus ojos oscuros no dejaban de deleitarse en el rostro de Titania, rojo, con las pupilas dilatadas y los labios entreabiertos por donde escapaban esos deliciosos, incontrolables gemidos.

Ella se veía tan hermosa, tan lujuriosa y sexy.

Pero ella ni siquiera podía formar ni una sola palabra por el ardiente momento que el alfa le estaba dando. Solo podía gemir sin poder controlarse. Su mente estaba en blanco, mientras se dejaba hacer del placer que solo ese alfa nómada podía darle en ese momento.

Ella arqueó la espalda de manera involuntario cuando su cuerpo alcanzó la cima del placer, soltando un fuerte gemido que resonó en el aire.

Arthur la observó con una sonrisa de orgullo descarado. Ella permanecía en sus brazos podía sentir como su cuerpo temblaba, se estaba recuperándose del intenso placer que acababa de experimentar. Su primer orgasmo.

Y eso solo era el inicio de una posesión salvaje . Arthur estaba totalmente decidido en que volverían a repetir ese momento, y finalmente terminarían lo que habían empezado ese día en la cascada.

Él la haría gritar su nombre cuando, la follara.