toda mi vida vivi una vida donde fui despresiada y sola pero ahora que e renacido en la hija de un duque disfrutaré esta segunda oportunidad como hija mimada del duque William valtorian
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capitulo 8 Anton en el ducado
Astrix estaba en la sala de juegos, gateando con torpeza entre cojines y juguetes. Su vocecita resonaba una y otra vez:
—¡Anton! Anton… —balbuceaba feliz, golpeando un peluche contra el suelo.
William, sentado a un lado con los brazos cruzados, se mordía el labio. Cada vez que escuchaba ese nombre sentía que le hervía la sangre.
—Soy tu padre, Astrix… —murmuró con un puchero—. Te doy todo, paso noches enteras cuidándote, y lo único que sabes decir es Anton...
Astrix, sin hacerle caso, levantó las manitos al aire y gritó otra vez:
—¡Antooon!
William golpeó suavemente la mesa, frustrado.
En ese momento, Alexander apareció corriendo desde el pasillo, jadeando de emoción.
—¡Papá! —lo llamó mientras se sostenía de la puerta—. El papá de Anton vino a verte… y también vino con Anton.
Los ojos de William se abrieron de golpe. Se puso de pie de inmediato, el enojo marcado en su rostro.
—¿Qué…? —dijo con voz grave—. ¿Ese niño también vino aquí?
Astrix, al escuchar el nombre, empezó a palmotear emocionada, como si entendiera:
—¡Anton! ¡Anton!
El duque cerró los puños, celoso, mientras su corazón ardía.
La puerta del salón se abrió con fuerza. Un hombre enorme, de mirada firme y porte guerrero, entró acompañado de un niño de cabello bicolor y ojos extraños que brillaban con curiosidad.
—Saludos, duque Valtorian —dijo el marqués Thurder con voz grave—. Vengo a conversar sobre ciertos asuntos… y mi hijo insistió en acompañarme.
Apenas Astrix vio a Anton, sus ojos se iluminaron. Comenzó a aplaudir y a reír con emoción.
—¡Anton! ¡Anton! —balbuceó, intentando levantarse con sus manitos torpes.
William la tomó en brazos antes de que pudiera gatear hacia él, apretándola contra su pecho.
—No, pequeña —dijo con un tono demasiado serio para hablarle a una bebé—. Papá. Yo soy tu papá.
Astrix lo miró, ladeó la cabeza… y volvió a gritar:
—¡Antooon!
Anton dio un paso al frente, sonrojado, sin saber qué hacer. El marqués soltó una carcajada.
—Parece que mi hijo ha conquistado hasta a los más pequeños, duque —dijo divertido.
William lo miró con los ojos entrecerrados, conteniendo la furia.
—Mi hija no “conquista” a nadie. Ella es una bebé… y está confundida.
Alexander, que observaba desde un rincón, no pudo evitar soltar una risita.
—Papá, creo que Astrix prefiere a Anton más que a ti —dijo inocentemente.
William casi se atraganta del enojo.
—¡Alexander, silencio! —gruñó, rojo de furia.
Mientras tanto, Astrix se estiraba con todas sus fuerzas hacia Anton, agitando los bracitos como si el mundo entero dependiera de alcanzarlo.
—¡Anton!
El ambiente en el despacho estaba cargado de tensión. William tenía a Astrix en brazos, mientras Alexander se escondía medio tímido detrás de la pierna de su padre. Anton, curioso, se acercó un poco más, observando cómo la bebé lo miraba con ojos brillantes.
[Bebé Astrix]
Ay no… esto parece un triángulo amoroso versión guardería. Alexander celoso, William furioso y Anton… bueno, con esa carita rara que me derrite. ¿Será que ya empezó la novela?
Anton inclinó la cabeza, desconcertado.
—Oye… ¿qué son esas palabras que dices? —preguntó en voz baja, mirando directo a los ojos de Astrix.
William arqueó una ceja.
—¿Qué dices, muchacho? Ella solo balbucea.
Anton negó con la cabeza.
—No, no. Ella piensa cosas… palabras raras. Como si hablara sin hablar.
Alexander lo miró sorprendido.
—¿Astrix puede hablar contigo?
[Bebé Astrix]
¿Qué? ¡No, no, no! Este niño raro me está leyendo la mente. ¡Sistema, bug, reinicien el juego YA!
Astrix agitó los brazos y balbuceó fuerte:
—¡Anton! ¡Ton ton ton!
William casi explota.
—¡Basta! —rugió, poniéndose de pie con la bebé en brazos—. Soy yo su padre, ¡y la primera palabra que debía decir era papá!
Alexander, divertido, comentó bajito:
—Pero papá… dijo Anton clarito.
El marqués Thurder soltó una carcajada profunda que retumbó en el salón.
—Vaya, duque… parece que hasta una bebé reconoce el magnetismo de mi hijo.
William apretó los dientes, furioso, mientras Astrix le jalaba la barba con sus manitos y gritaba otra vez:
—¡Antooon!
[Bebé Astrix]
¡Dios mío, qué bochorno! Yo solo quería un poquito de drama shoujo y terminé desencadenando la tercera guerra mundial en pañales.
El marqués Thurder, con su imponente porte, pidió hablar en privado con William sobre algunos asuntos financieros relacionados con las minas y el ejército. El duque, aunque molesto por lo que había pasado con la palabra Anton, aceptó.
—Alexander, Anton, cuiden de Astrix un momento —ordenó, sin quitar la vista de Thurder.
Anton, orgulloso, tomó a Astrix en brazos como si fuera un trofeo. Alexander iba a su lado, celoso pero decidido a proteger a su hermanita. Juntos fueron al patio, donde Consuelo ya había preparado un pequeño picnic bajo la sombra de un roble.
[Bebé Astrix]
Un picnic con dos niños que me adoran… ¡qué suerte la mía! Esto parece el inicio de un drama romántico infantil.
Alexander le ofreció una galleta a su hermana mientras Anton acomodaba a la bebé sobre una manta. Todo iba tranquilo hasta que una vocecita chillona irrumpió en la escena.
—¡Ahí están! —Sophia apareció corriendo, con un vestido lleno de encajes y una corona diminuta que brillaba bajo el sol.
Anton frunció el ceño.
—¿Qué quieres?
Sophia ignoró la molestia del niño y se agachó frente a Astrix, sonriendo con falsa dulzura.
—Vamos, bebé linda… dime mi nombre. Di Sophia.
Alexander la miró confundido.
—¿Para qué quiere que lo diga?
Sophia levantó el mentón con arrogancia.
—Porque una Valtorian tiene que reconocer a su futura reina.
Astrix la miró fijamente, parpadeó dos veces y luego balbuceó con toda la fuerza de sus pulmoncitos:
—¡Brujaaa!
El silencio reinó por un segundo.
Alexander abrió los ojos como platos y empezó a reír a carcajadas, tirándose de espaldas sobre la manta.
—¡Jajaja! ¡Dijo bruja, dijo bruja!
Anton, con una sonrisita cómplice, añadió:
—Parece que Astrix sabe ver la verdad desde pequeña.
Sophia, roja de la humillación, pateó el césped con rabia.
—¡Mentira! ¡Esa bebé no sabe lo que dice!
[Bebé Astrix]
Oh sí, lo dije clarito, niñita… tú eres la protagonista tramposa, y aunque tenga nueve meses, yo no pienso dejarte brillar en este libro.
Sophia corrió llorando hacia donde estaba Mary, mientras la risa de Alexander seguía resonando y Anton sostenía a Astrix con más orgullo que nunca.
El rumor no tardó en llegar a oídos de Mary. Caminó con pasos firmes hacia el patio, con esa mirada de superioridad que helaba a cualquiera. Encontró a Alexander jugando con Astrix mientras Anton los observaba.
—¡Alexander Valtorian! —exclamó con voz dura, haciendo que el niño se encogiera de miedo—. ¿Cómo permitiste que tu hermana insultara a Sophia? ¿Dónde quedó tu educación? ¡Eres un inútil, igual que tu padre!
Alexander se llevó las manos a las orejas, los ojos se le llenaron de lágrimas y empezó a respirar rápido, con el pecho subiendo y bajando de manera descontrolada.
—No… no… yo… —balbuceaba, con un claro ataque de ansiedad.
Anton, furioso, se puso delante de él y apretó los puños.
—¡Ya basta! —gritó con una voz sorprendentemente firme para su edad—. ¡No le hables así! ¡Alexander no tiene la culpa, y Astrix dijo lo que quiso!
Mary lo fulminó con los ojos, llena de rabia.
—Tú, mocoso insolente… —levantó la mano, lista para darle una bofetada.
Pero antes de que pudiera hacerlo, una mano femenina detuvo su brazo en el aire.
—¡Basta, Mary! —la voz de Elena retumbó, seria, aunque no gritó.
La madre de Alexander, con su cabello rojizo cayéndole en ondas y su mirada de fuego, sostuvo con fuerza la muñeca de la sacerdotisa.
—No volverás a levantarle la mano a ningún niño, ¿me oíste? Ni al mío, ni al hijo de nadie.
Mary la miró con furia contenida.
—¿Y qué harás tú, Elena? Siempre tan descuidada, siempre tan inútil. Ni siquiera cuidas bien a tu hijo, por eso necesita de mí.
Elena la interrumpió con calma, aunque sus ojos brillaban con un coraje inusual.
—Puede que yo tenga mil defectos, Mary… pero Alexander es mi hijo, y si alguien debe enseñarle, seré yo. No tú.
Anton abrazó a Alexander por los hombros, protegiéndolo, mientras Astrix desde su manta balbuceaba fuerte y golpeaba el aire con sus manitos, como si también quisiera pelear.
[Bebé Astrix]
¡Eso, mamá de Alex! Dale su merecido a esa vieja bruja… y yo, aunque tenga nueve meses, también estoy lista para la revolución.
El patio entero quedó en silencio, todos los sirvientes observaban la escena con sorpresa: por primera vez, alguien había detenido a Mary.
Alexander, después del ataque de ansiedad, se quedó dormido recostado en el hombro de Anton, como si por fin se sintiera seguro.
su padre es noble así que no se compara
llamarlo papá así el da ella da sería juntos para el pobre corazón
de William jajaja que adora a su hija aunque es divertido verlo celos pero ahora sí esa mustia no pudo que alaben a esa mustia igual a ella por lo menos alegro a su hermano