La novela trata de la vida de Rouse y Henry, él es profesor de la universidad de letras y ella su alumna, ambos se embarcan en un romance prohibido. Él le enseña un nuevo mundo de morbo y pasión, cumpliendo todas sus fantasías, pero no todo siempre es color de rosa. El padre de Henry y su ex se unirán para cambiarlo todo por un propósito egoísta.
Traiciones, engaños, malentendidos y más tendrán que vivir y decidir si vale la pena seguir juntos o no.
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Capítulo 8
A la mañana siguiente Rouse se despertó con un terrible dolor de cabeza y en sus nudillos. Cuando abrió los ojos se desorientó totalmente, ¿dónde estaba?, se preguntó. Luego se inspeccionó ella misma y vio que traía ropa de hombre, con pánico se volteó a ver junto a ella en la cama, y vio a Henry aún durmiendo.
Rouse totalmente paniqueada se revisó nuevamente, dándose cuenta de que todo seguía igual en su zona íntima, por lo que lanzó un suspiro de tranquilidad, al menos no había cometido ninguna locura.
No sabía cómo había llegado hasta allí, pero lo que sí sabía es que Henry era su novio y anoche aunque ella estuvo tan borracha al punto de no recordar nada en la mañana, él no se había aprovechado de ella. Lo que le hacía quererlo aún más.
Se levantó de la cama con cuidado de no despertarlo, y se sorprendió de lo grande que le quedaba la ropa de su novio por lo que decidió dejársela puesta, además su olor estaba impregnado en su ropa, así que la aspiró y sonrió mientras se dirigía a las escaleras. Por casualidad junto a otro cuarto, el cual tenía la puerta media abierta, Rouse de curiosa asomó la cabeza encontrándose así con su mejor amiga toda enroscada con Natasha, quién también se le había prendido a Lexy. Ambas aún traían vestidos de fiesta y su maquillaje.
Rouse no pudo aguantar la risa por la escena por lo que entrando al cuarto les tomó varias fotos con su celular, después de eso, salió del cuarto.
Bajo las escaleras suavemente, trataba de no despertar a nadie y por fin dió con la cocina.
Una vez allí, decidió hacer el desayuno para todos con lo que había.
Al rato la primera en bajar fue Lexy, quién encontrándola en la cocina haciendo el desayuno sonrió.
-Veo que ya te estás adaptando a la que va a ser tu nueva casa - repuso bromeandola a su mejor amiga.
-Por lo que vi, tú también estás haciendo buenas migas con mi cuñada - bromeó también Rouse
-¿Qué viste? - pregunto nerviosa Lexy
Rouse saco su celular y le mostró la foto a su amiga, quién se puso rojisima de la vergüenza.
-Borra eso Rouse.
-No, será un bonito recuerdo.
-Yo también quiero ver - dijo de pronto Natasha acercándose a ellas
Ambas mejores amigas se miraron y le mostraron la foto, Nat, en lugar de avergonzarse sonrió complacida.
-Debes pasarme esa foto cuñada, hasta la pondré en un marco - río contenta ella.
-NOOOO - replicó Lexy, para después las tres reír a las carcajadas.
Estuvieron un rato así, las tres en la misma sintonía, como si hubiesen vivido esas mismas mañanas estando juntas todos los días.
De pronto apareció un muy cansado Henry en pijama, estaba bastante gracioso la verdad, tenía su cabello despeinado, su cara estaba levemente inflamada y de color medio morado.
-Desperto el bello durmiente - exclamó Rouse con una risita.
Henry, por su lado, aún se encontraba medio dormido cuando bajaba por las escaleras, pero al ver a las tres mujeres reunidas desayunando en su cocina se terminó de despertar.
Cuando vio a Rouse con su ropa aún puesta y el mandil, sintió su cara arder, recordando que él le había puesto aquellas prendas. Pero no podía explicar la emoción que le daba que ella estuviese aún allí y encima preparando el desayuno.
-Hola cariño - murmuró Henry mientras le dejaba un piquito en los labios a su amada.
-Uy, le dijo cariño - murmuró riéndose bajito Nat, junto a Lexy
Henry se volteó a verlas con las cejas ligeramente fruncidas.
-¿aún siguen aquí? - pregunto medio en broma, la cual solo su hermana entendió
-De hecho aún no sé que hago en este lugar, o como llegue aquí - inquirió Lexy levantando una ceja igual que lo había hecho Henry
-Eso es sencillo de responder, verás, como estaban tan borrachas las tres y ninguna se despertaba después de las que fui a buscar al boliche, no me quedo más opción que traerlas aquí. - explicó Henry tranquilo
-¿Cómo supiste donde estábamos? - pregunto su hermana
Henry suspiró y les contó todo lo que había sucedido la noche anterior, desde la llamada con Rouse, claro omitiendo algunos comentarios, hasta que salieron huyendo del lugar tras ponerse a pelear con aquellos hombres.
-No puede ser... ¿De verdad le salté a golpearlo a ese tipo? - pregunto patidifusa Rouse. Ella jamás en su vida había peleado antes.
-¿Y yo agarré a patadas en el suelo a un hombre? - pregunto en el mismo estado de asombro Nat.
-Yo sí te puedo creer que le parti una botella en la cabeza a un imbécil, no sería la primera vez - exclamó Lexy de lo más tranquila, haciendo que todos se voltearan a verla - ¿qué?, si se lo merece está justificado
-Bueno, tratemos de no volver por un tiempo a ese lugar - río Rouse
Henry se preocupó al instante tras escuchar eso, ya había visto como esos hombres no dejaban de mirar a su mujer de forma lujuriosa, y como ella no es buena bebiendo, fácilmente lo de la noche anterior se podía repetir. Quiso replicar a su comentario, pero ella le habló.
-Henry, cielo, ¿vas a desayunar o te quedarás ahí parado? - pregunto con una sonrisa su novia
Él repasó la mesa servida y sonrió, su novia había hecho un gran trabajo con el desayuno, pese a lo poco que tenía en la cocina.
Había preparado café, jugó, unas tostadas, huevos revueltos con queso y mermelada.
Desayunaron amenamente los cuatro entre bromas y bromas, hasta que unas horas después Nat quiso llevarse a Lexy a su casa, además quería dejar solos a su hermano y cuñada.
Una vez se fueron ambas, Henry se colocó detrás de Rouse besandole el cuello, haciendo que ella se estremezca.
-¿Sabes que me reclamaste anoche en el boliche amor? - le consultó travieso Henry
-¿Que cosa? - respondió nerviosa Rouse por su cercanía.
-Me dijiste que ayer por la tarde te dejé con las ganas en el salón y que querías sacartelas, anoche no pude porque estabas muy ebria y no me quise aprovechar, pero ahora que estás de lo mas lúcida planeó cumplir con tu pedido - le susurró al oído a Rouse, haciendo que sus partes se estremecieran y su cara ardiera.