Vandra nunca imaginó que su aventura con Erika sería descubierta por su esposa, Alya.
El dolor que Alya sintió fue tan profundo que pronunció palabras que jamás había dicho antes:
"La oración de quien ha sido agraviado será concedida por Allah en este mundo. Tarde o temprano."
Vandra jamás pensó que las oraciones de Alya para él, antes de su separación, se cumplirían una por una.
¿Pero cuál fue exactamente la oración que Alya pronunció por Vandra?
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Capítulo 17
Esa noche, después de que Papá Indera y Mamá Vany regresaran con rostros aún sombríos, Alya se quedó pensativa durante mucho tiempo en la sala de estar. Su corazón se sentía oprimido. La decisión que había tomado ya era firme, pero ahora la carga se sentía más real al tener que pensar en los niños, especialmente en Vero.
Alya caminó con dificultad hacia la habitación. Allí, Axel dormía profundamente en su pequeña cuna, mientras Vero estaba sentado en el suelo, ocupado apilando bloques de juguete. Al ver a su madre entrar con los ojos llorosos, Vero detuvo su actividad y corrió a abrazar las piernas de Alya.
"¿Qué pasa, mamá? ¿Estás enferma?", preguntó el niño inocentemente, mirando hacia arriba con ojos redondos llenos de preocupación.
Alya se agachó, tomó el pequeño cuerpo de Vero y lo abrazó con fuerza. También abrazó a Axel, que todavía dormía profundamente. Sus lágrimas volvieron a caer, esta vez mojando el cabello de sus hijos.
"No, hijo. Mamá no está enferma. Mamá solo está cansada". La voz de Alya era suave, tratando de ser fuerte, aunque el temblor era claramente perceptible.
En ese abrazo, Alya cerró los ojos, vertiendo todas las oraciones de su corazón destrozado.
"Oh, Allah, mis hijos son todavía demasiado pequeños para entender el significado de la herida, demasiado puros para ser arrastrados al pecado de su padre. No permitas que sientan la amargura de la traición. Protege sus corazones, no permitas que sus almas se resquebrajen como la mía hoy".
El abrazo de Alya se hizo más fuerte. Vero, todavía confundido, solo pudo palmear la espalda de su madre con sus pequeñas manos, como si quisiera consolarla.
"Oh, Allah, soy sincera si quieres darme una prueba. Pero no permitas que este dolor caiga sobre mis retoños. Que sea yo quien se destruya, con tal de que ellos sigan sonriendo. Si tengo que soportar la vergüenza, que sea yo quien la soporte, no permitas que el nombre de mis hijos se manche por los errores de su padre".
Los sollozos de Alya se escuchaban entrecortados. Axel se removió un poco y luego lloró como si sintiera la inquietud de su madre. Alya se apresuró a besar la frente del bebé.
"Oh, Señor, si todavía le das a Mas Vandra la oportunidad de vivir, conviértelo en un padre consciente, no en un hombre negligente. Si sigue eligiendo su propio camino, entonces separa nuestros caminos de la mejor manera según Tú. No pido venganza, solo imploro Tu justicia".
Alya levantó la vista, mirando los rostros inocentes de sus hijos. Había amargura, añoranza, dolor, pero también había una fuerza que crecía lentamente.
"Vero... Axel... ustedes son la razón por la que Mamá todavía está fuerte. Ustedes son las oraciones de Mamá que se han hecho realidad. Ustedes son la prueba de que Allah todavía ama a Mamá".
Alya cerró los ojos de nuevo, las lágrimas cayeron torrencialmente. Pero esta vez, detrás del dolor, había una certeza que aferraba con fuerza: que Allah escucha cada gemido de su oración, cada sollozo que ningún humano ha escuchado.
Esa noche, en el abrazo de sus hijos, Alya oró más tiempo de lo habitual. Una oración que nació del dolor, una oración escrita con lágrimas, una oración que seguiría resonando hasta que Allah levantara su sufrimiento.
Mientras tanto, en la casa de Erika, Vandra yacía mirando el techo de la habitación. Su cerebro pensaba intensamente en cómo encontrar un nuevo trabajo. Porque necesitaba mucho dinero para su sustento.
"Primero llamaré a mis amigos, a ver si en sus lugares de trabajo hay vacantes", pensó Vandra.
"Mas..." La voz de Erika era melodiosa y seductora, así que Vandra se giró.
Erika usaba lencería para seducir a Vandra. Hoy no habían hecho el amor porque pasaron tiempo en el hospital.
"Cariño, estoy cansado", dijo Vandra sin ganas de hacer el amor esta noche.
"¿¡Ya estás aburrido de mí, Mas?!", gritó Erika enojada.
"No es eso, cariño. Hoy han sucedido muchas cosas repentinas que me estresan", dijo Vandra.
"¡Bien, si no quieres!", Erika durmió dándole la espalda a Vandra.
En la habitación, Vero estaba sentado en su escritorio. Desde que llegó de la escuela ha estado en la habitación.
Por supuesto, eso hizo que Alya se preguntara. Normalmente, el hijo mayor estaría entusiasmado de contar todo lo que sucedió en la escuela.
El niño estaba absorto en su libro de tareas escolares, pero su mirada estaba vacía. De vez en cuando, Vero dibujaba algo en un papel en blanco y luego lo borraba de nuevo.
Alya observaba desde el umbral de la puerta, su corazón se encogía al ver que su hijo mayor comenzaba a soñar despierto con frecuencia. Quería que su hijo volviera a ser como antes.
Con pasos suaves, Alya entró y se sentó en el borde de la cama. "Hijo..." lo llamó suavemente.
Vero se giró y luego sonrió levemente. "¿Sí, mamá?"
Alya respiró hondo, tratando de organizar sus palabras. "Mamá quiere hablar contigo. Sobre papá".
Los ojos de Vero se atenuaron de inmediato. Cerró su libro y luego se sentó frente a su madre.
"¿Qué le pasa a papá de nuevo, mamá? Hoy en la escuela un amigo dijo que a papá lo despidieron. ¿Es cierto?"
Alya se atragantó porque ella misma acababa de escuchar la noticia esta mañana de su amigo que trabaja en la empresa PT ANGGORO. Ahora el chisme había llegado a oídos de su hijo. Ella asintió levemente.
"Sí, hijo. A papá lo despidieron de su oficina. Pero, eso no es lo peor que realmente debes saber".
Vero bajó la cabeza, sus dedos retorcían el borde de su camisa. Su voz temblaba. "¿Papá tiene problemas con Mamá, verdad?"
Alya tomó los hombros de su hijo, mirándolo directamente a los ojos. "Vero, Mamá quiere que sepas, que ahora Papá ha cambiado mucho. Él eligió un camino diferente. Mamá ha tratado de resistir, pero si Mamá se queda callada, no es justo para ti y tu hermano menor".
"Papá tiene una aventura, ¿verdad, Mamá?", preguntó Vero en voz baja, como adivinando algo que había sentido durante mucho tiempo.
Las lágrimas de Alya cayeron sin más. Un niño tan pequeño resultó ser más perceptivo de lo que ella pensaba.
"Sí, hijo. Papá cometió un gran error. Y Mamá no puede dejarlo pasar así. Por eso lo denuncié a la policía".
Los ojos de Vero se agrandaron, su voz se atragantó. "¿A... la policía? Entonces, ¿Papá puede ir a la cárcel?"
Alya asintió pesadamente. "Sí. Esa es la consecuencia, Vero. La ley es dura, pero justa. Papá tiene que ser responsable de sus acciones. Mamá sabe que esto es difícil para ti, pero algún día entenderás por qué Mamá lo hizo".
El niño se quedó en silencio durante mucho tiempo. Su cuerpo temblaba, su rostro se tensó conteniendo las emociones.
"Pero... si mis amigos se enteran, se burlarán de mí, Mamá". La voz de Vero se quebró.
Alya inmediatamente tomó el cuerpo de su hijo, abrazándolo con fuerza mientras le acariciaba el cabello. Ella también sintió dolor.
"Hijo, no tengas miedo. Eres un niño fuerte, más fuerte de lo que Mamá pensaba. Si alguien se burla, recuerda que ese error no lo cometiste tú, sino Papá. No tienes que sentir vergüenza por las acciones de otras personas. Sigues siendo un buen niño, inteligente, y Mamá está orgullosa de tenerte".
El abrazo fue largo, lleno de lágrimas contenidas. Alya podía sentir los pequeños hombros de su hijo temblar, como si todo el mundo que conocía se derrumbara de repente.
Después de llorar lo suficiente, Vero miró a su madre con ojos llorosos. También limpió las lágrimas de las mejillas de su madre con suavidad.
"Mamá promete, ¿verdad?, nunca nos dejes a mí y a Axel. Si Papá ya no está para nosotros, solo te tengo a ti, Mamá".
Alya tomó ambas manos de su hijo con fuerza y luego besó su frente. "Mamá promete, hijo. Mientras Mamá siga respirando, tú y Axel nunca estarán solos. Ustedes son la vida de Mamá".
Vero asintió, aunque su corazón aún no podía aceptarlo por completo. La madre miró el rostro de su hijo con los ojos hinchados, dándose cuenta de que a partir de ese día, la infancia de Vero nunca volvería a ser la misma.