¿Qué pasa cuando un personaje de novela antigua transmigra al mundo moderno? Esta es la divertida historia de una villana adaptándose al progreso. Es como invitar un neandertal a casa
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Una mentira y varias verdades
Dalia llegó a la sala con una sonrisa radiante y determinación en la mirada. Debía aclarar varias cosas de inmediato. Era vital una conversación seria con aquellas personas para saber qué actitud era conveniente asumir. Los miró detalladamente mientras avanzaba a su encuentro. Con razón ella era tan bonita. Su madre y padre, presentes eran verdaderamente impresionantes, cada cual con sus características. Ensanchó más la sonrisa y traviesa se giró revoloteando el vestido.
- ¿A qué me veo linda?
- Sí, te ves hermosa mi pequeña.- dijo Rosa con orgullo, pero no pudo agregar ni una palabra más, porque el timbre de la puerta sonó.- Cariño quédate con tu papá. Ahora vuelvo.
Cuando Rosa se marchó, un silencio incómodo descendió entre los dos, pero Dalia estaba decidida a aprovechar hasta la más mínima oportunidad para obtener respuestas y dijo de improviso.
- Papi, cuéntame por qué dejé de hablarte por cinco años. Eso es lo que dijo tu pareja.
- Princesa no le hagas caso a los berrinches de Mario. Él no sabe lo que dice.
- Papi. Mírame. Yo ahora mismo no recuerdo ni la mitad de las cosas y sé que todos piensan que he perdido la cabeza y puede que hasta tengan razón, pero si me mientes como ahora no estás ayudándome a entender cómo yo era. Quiero cambiar y ser una buena hija. Por favor dame la oportunidad. - pero su conversación llegó hasta ahí, porque su madre regresaba con aquellos hombres de su padre como ya les había apodado.
Eduardo sintió que había sido salvado oportunamente. Con una sonrisa que reflejaba a partes iguales alivio y alegría le dijo:
- Después hablamos de eso. Ahora vamos a ver el celular que te encargué.- Ella asintió sin mucho entusiasmo. No sabía qué era un celular, pero sintió frustración por perder la oportunidad de encontrar algo de información.
- ¡Mira! Aquí está.- y le puso una caja rectangular en las manos. Ella miró con cautela y procurando no revelar su ignorancia. Mostró, en cambio, una sonrisa deslumbrante y dijo un seguro.
- Gracias. Justo lo que necesitaba.
- ¿Es qué no te gusta, por qué no lo abres?
- No, me encanta de verdad. ¿Me ayudas a abrirlo? Tengo miedo que se me rompa. - y esto era la pura verdad. No sabía lo que esa caja traía adentro, pero con su desconocimiento, por torpeza podía destrozar su contenido.
- ¡Claro! ¡Mira! Es un nuevo iPhone 17 Pro. Me aseguré que fuera de última generación.
Dalia estaba sorprendida de la caja aquella su padre había sacado el rectángulo de las órdenes. Así que se llamaba celular. Lo tomó con reverencia en sus manos. Su padre, sin embargo, volvió a quitárselo y rebuscó dentro de la caja, unas cosas que volvió una sola y miró para todos lados hasta que al parecer sus ojos dieron con lo que buscaba.
- Ven vamos a cargarlo. Toma esto dentro deben estar las instrucciones. Espero que venga una parte en español. Hay que habilitar el móvil y recuperar toda la información que tengas en la nube. Dalia pensó con aquella caja en las manos que en las nubes sí que estaba ella. Ni idea de lo que su padre hablaba. Por lo menos había descubierto para qué se usaban esos huequitos de la pared. Por lo que vio, era un lugar con una especie de energía mágica, porque la pantalla del celular se volvió brillante cuando lo conectaron allí. - Te gusta Dalia- volvió a preguntar su padre.
- Claro, es... No encuentro palabras para describirlo.
Por suerte su padre pareció satisfecho con la respuesta y le dijo:
- Ahora vamos a tu cuarto a qué te pongan la tele.
- Ve Dalia, yo voy mientras a preparar la cena. ¿Te quedas Eduardo?- en esa pregunta había cierta esperanza. Dalia lo notó e intervino de inmediato.
- Claro mamá que papá se queda. No es verdad papito.
Era su niña la que se lo pedía 😅, negarse no era una opción. Asintió con la cabeza y no dijo ni una palabra más. Se le veía entre turbado y preocupado. En cambio, Rosa era la viva estampa de la alegría. ¿Qué era lo que pasaba aquí? De que lo averiguaba, lo averiguaba. Entre estos padres había más de una historia por resolver. Dalia se dejó arrastrar al cuarto y allí casi que media hora después estaba ubicado y funcionando la televisión. Eso era genial ahora podía aprender mucho más rápido las cosas de este mundo. Los hombres se marcharon y en la habitación quedaron solo su padre y ella. Apagó el equipo y sin piedad volvió a arremeter con su curiosidad no satisfecha.
- Y bien papi. Respóndeme lo que te pregunté antes.
- ¿Por qué mejor no vamos a ver si ya el móvil está cargado?
- El móvil no va a ir a ninguna parte. ¿Verdad?- lo miró con impaciencia y él cedió a regañadientes.
- ¿Es que no sé, para qué de todas las cosas que hay para recordar, quieres empezar por esta?- como ella permaneció callada. Clavándole la mirada con insistencia, él suspiró y continuó- Bien tú gana. Esto pasó hace cinco años atrás. Estábamos en la playa en Puerto Escondido. Lo habías pedido como regalo, porque te encantaba la playa principal, rodeada de palmeras y bares con techos de paja. Querías hacer algo de surf. Era tu cumpleaños número diecinueve. Habíamos hecho una fiesta, el día había sido perfecto. Por la noche yo había bebido demasiado y... Realmente... En verdad no sé lo que pasó esa noche.
- Cuéntame.- dijo ella imperturbable. Presentía que una revelación importante estaba a punto de manifestarse.
- Bueno recuerdo que empecé a sentirme realmente mareado 😵. Me excucé con Rosa porque no quería estropear el ambiente y me fui a la cama. Solo que parece que me equivoqué de habitación. Nunca supe cómo amanecí en la cama con Mario. Los dos estábamos desnudos y era evidente que en aquella cama hicimos más que dormir, nuestros cuerpos mostraban señales de una pasión desenfrenada. Solo que yo no recuerdo nada. Después vino lo peor. Estaba tratando de entender o recordar algo, cuando tú, tu madre y todos nuestros familiares y amigos entraron de golpe. Alguien había subido una foto a las redes. Al abuelo le dio un infarto allí mismo y luego ese mismo día en el hospital falleció. Todos me miraban como si fuera basura radiactiva. Para ese entonces yo no hallaba cómo hablar con nadie. Tú me mirabas como al enemigo que hay que destruir y no me volviste a dirigir la palabra. Abrazabas a tu madre como si fueras su salvavidas. Ella estaba destrozada y yo también, pero para mí no había consuelo...
Eduardo lloraba silenciosamente no podía hablar, pero ella necesitaba el final de esa historia. Con un poco de compasión en la voz pidió que continuara. Su padre se sonó la nariz, suspiro dos o tres veces.
- Para cuando enterramos al abuelo. Mi reputación estaba por el piso, mi matrimonio destruido y te había perdido como hija. El único que permaneció a mi lado fue Mario. Gracias a su consejo me mudé a Londres y desde la sucursal de allá, seguí dirigiendo la compañía que mi abuelo había dejado como herencia. Si no hubiera sido por Mario yo me hubiera suicidado. Ahora comprendes porqué, a pesar de que lo odias, yo no puedo abandonarlo.
- ¿Tú lo amas?
- Lo quiero que es diferente y él lo sabe y apesar de todo ha seguido a mí lado todos estos años.
- Tú y él ya sabes... Bueno eso... No me hagas decirlo con palabras. ¿Sabes a qué me refiero?
- No. Nunca en estos cinco años volví a tocarlo. Fuera de esa noche que no recuerdo, nunca hemos compartido ni la misma habitación y aún así él también ha aceptado está situación. Mario es un buen hombre.
Dalia permaneció callada con la cara pétrea sin revelar ni una emoción. Le dio un abrazo a su padre, un beso en la mejilla y le dijo:
- Ves, no fue tan difícil. Ahora ve y refréscate esa cara preciosa y ve a reunirte con mami. Yo salgo enseguida tengo algo que hacer enseguida me reúno a ustedes.
Cuando se quedó sola su cara cambió a una expresión aterradora de odio concentrado. Así que esto es lo había pasado. Esa sabandija maldita de Mario. Buen hombre, ni buen hombre. Un villano degenerado igual que lo fue ella con Rafael. Estaba convencida y apostaba la vida en ello, que esa serpiente había preparado aquel espectáculo. Comparaba su situación con esta y era casi idéntica, punto por punto. ¡Dios! La realidad la golpeó. Ahora que estaba al otro extremo veía el daño que sus acciones causaron a Rafael y su prometida. ¿Tenía derecho de juzgar a Mario? ¿En qué había sido ella diferente? Se sintió miserable. Sí, todo lo que le estaba pasando lo tenía merecido, pero Dios la había enviado aquí por algo y ella no hacía ni dos horas le había prometido al reflejo de la Dalia original que cuidaría de sus padres. Era evidente que Rosa amaba a Eduardo, aunque su versión de la historia todavía le faltaba, no podía afirmar los sentimientos de su padre pero...
Sacudió la cabeza faltaban muchos datos. No obstante, con los que tenía había que empezar. No podía desenmascarar a Mario sin pruebas. Se sintió impotente en estos momentos no estaba en su mejor momento, desconocía todo de este mundo. Primero había que aprender y rápido. Miró al televisor con esperanza. Mario era astuto conocía los de su clase. Bueno iría con aquellos dos a cenar con la barriga llena se pensaba de maravilla.
de raros como su amiga que a pesar
de todo va por su meta de acostarse con Mario le gusta
los villanos será que ella se lo quede lo amarre?