Un engaño cambió su vida. Ahora sólo busca vengarse de quienes le hicieron daño. Podrá dejar atrás el dolor y comenzar de nuevo?
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Capítulo 8
...LECTURA APTA PARA MAYORES DE 18 AÑOS...
Greg recibe un mensaje de Emily avisando que se va a casa al medio día. Por la noche se reúne con Anne para cenar.
- ¿Cuándo vas a confesarle lo que sientes?
- Nunca. Es incorrecto.
- Y seguimos con el tema de la edad. ¿Sabes cuantas chicas se volverían locas con el simple hecho de que les dedicaras una mirada?
- No y ese no es el punto.
- El punto es que eres un cobarde y le temes al rechazo.
- Ella lleva años con el mismo novio.
- Y por lo que me has contado el tipo es una fichita y no le conviene. Ah, ya entendí, quieres esperar a que se decepcione de él para salir al rescate.
- Lo que menos quiero es que ese tipo le haga daño.
- Pero sabes que tarde o temprano lo hará. La experiencia nos da ese sexto sentido.
- Querrás decir la edad.
- Hay algo que no comprendo. ¿Por qué no has hecho nada para alejarla de ese tipo?
- Quiero que se desengañe por sí misma.
- Es un poco arriesgado, ¿no te parece?
- ¿Qué podría suceder?
- Podrían casarse.
- No, dudo que Emily llegue a tanto.
- Se hacen muchas locuras por amor.
- Emily es una chica sensata.
- Es joven, la sensatez no es una característica en gente de su edad.
- Solo los viejos somos sensatos.
- Mejor cambiamos el tema antes de que te acomplejes más.
- Hablemos de ti, ¿cuándo vas a sentar cabeza?
- Nunca, amigo. Soy muy feliz soltera.
- Hasta hace poco yo pensaba lo mismo y ahora daría lo que fuera por tener lo que tenían Doug y Kerry.
- Realmente estaban hechos el uno para el otro, ¿no?- un dejo de nostalgia se percibe en su voz.
- Nunca dejaste de amarlo.
- No, él es y será el amor de mi vida. Sabía que no tenía la más mínima oportunidad, él amaba a Kerry y no hubiera sido capaz de dañar su relación, preferí hacerme a un lado.
- Deberías dejar el pasado atrás y darte una nueva oportunidad en el amor.
- Lo he intentado y siempre termino comparando a los hombres con los que salgo con Doug. He llegado a la conclusión de que jamás voy a superarlo y prefiero continuar sola a hacerle daño a alguien más.
Es la charla más sincera que han tenido en los últimos años y ha resultado muy reveladora. Por vez primera Greg considera la posibilidad de sincerarse con Emily.
Greg regresa a la mansión bastante tarde, aun así no puede dormir. A sus 38 años jamás se había sentido tan solo como ahora.
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Emily llega a las oficinas del Condado de Los Ángeles. Viste su elegante vestido blanco, un maquillaje natural y su cabello peinado en un chongo alto.
Camina segura, Michael la espera al final de un largo pasillo. No viste de la forma en que ella esperaba; lleva un pantalón de mezclilla y una playera tipo polo de color gris.
- Te dije que vistieras de forma sencilla- le reclama al verla.
- Es el día de nuestra boda, es un día especial. Único.
- Siempre con tus cursilerías.
Una asistente menciona sus nombres y les da acceso a la oficina. Ahí los espera un juez quien es el encargado de celebrar el matrimonio. Michael apenas roza sus labios cuando los declaran marido y mujer.
Con papel en mano abandonan el lugar.
- ¿A dónde iremos?
- A un hotel, claro está. Debemos consumar el matrimonio. Mañana iremos a tu casa y daremos la noticia de nuestra boda.
Es él quien elige el hotel, uno bastante lujoso y ella paga con su tarjeta de crédito. En la recepción, Michael pide que suban una botella de champaña y copas a su habitación.
La suite es hermosa y lujosamente decorada. Aún es de día y la luz del sol se filtra por las ventanas.
- Voy a ponerme cómoda- anuncia Emily- ¿Podrías cerrar las cortinas?
- Claro, ¿tienes efectivo? Lo necesito para la propina del empleado que traiga la champaña.
- Sí, puedes tomarlo de mi bolso.
Nerviosa toma su pequeño equipaje e ingresa al cuarto de baño. Echa el cerrojo apenas está adentro.
El hermoso conjunto que compró para la ocasión está perfectamente empacado. Lo toma y lo observa una vez más antes de decidirse a usarlo.
Escucha que dejan la champaña y la puerta de la habitación vuelve a cerrarse. Se despoja de su hermoso vestido y se coloca el conjunto de encaje blanco.
Suelta su cabello y se pone algunas gotas de su perfume favorito. Toma la bata que hay en uno de los ganchos y se cubre antes de salir.
- Ven, brindemos por nuestra unión- su ahora esposo le entrega una copa con champaña.
- ¡Por nuestro amor!- dice Emily emocionada.
Chocan sus copas y beben, ella un sorbo, él lo bebe de un solo trago. Deja la copa vacía sobre la mesa y toma la de su esposa para dejarla en el mismo lugar.
- He esperado mucho este momento- susurra en su oído y ella se estremece.
Desata el nudo de la bata que ella lleva puesta dejando al descubierto un sensual conjunto de lencería de encaje blanco.
La besa con desespero, dejando la delicadeza de lado, le quita la bata. Muerde sus labios, su cuello. Ella lanza un quejido de dolor que él ignora.
La presiona contra su cuerpo y la lleva a tropezones hasta la cama, la lanza sobre ella sin el más mínimo cuidado y se abalanza como león sobre su presa.
Las manos masculinas recorren el cuerpo de la chica sin reparos, aprietan, pellizcan, presionan. No es para nada lo que Emily esperaba. De pronto, Michael se incorpora y se quita la ropa con rapidez.
Ella cierra los ojos, no se siente lista para mirar el cuerpo de su esposo.
- Vamos, no seas tímida. Es tiempo de que conozcas a un verdadero hombre.
Sin darle tiempo para reaccionar, vuelve a abalanzarse sobre ella. Muerde sus senos por encima de la delgada tela que los cubre.
- Michael, me duele.
Él no responde y a cambio hace tirones las prendas que cubren su cuerpo.
- ¡Por favor, Michael! Así no- solloza asustada.
Nuevamente, él ignora sus súplicas obedeciendo solo a sus bajos instintos. Se introduce en ella sin contemplaciones, provocando que un grito de dolor salga de su boca.
Emily está aterrada, no imaginaba que sentiría tanto dolor y mucho menos que él sería tan brusco con ella sabiendo que esta sería su primera vez.
De pronto es como si hubiese abandonado su cuerpo y presenciara el horrible acto desde otro plano. Puede ver su cuerpo inerte debajo del cuerpo de su esposo.
Ya no siente nada y solo desea que termine. Él deja salir un ronco quejido y se tumba junto a ella. Es en ese momento que vuelve a su realidad. Se hace ovillo y solloza.
- Vamos, no estuvo tan mal. Ya verás que poco a poco vas a acostumbrarte. Puede que la próxima vez hasta lo disfrutes. Me daré una ducha.
Al escuchar la puerta del baño cerrarse, comienza a llorar amargamente. Su cuerpo entero duele, su intimidad mucho más. Con dificultad se levanta de la cama. La mancha de sangre en las sábanas le provoca vergüenza.
En el suelo está tirada la ropa que con tanta ilusión compró. Camina hasta el lugar en donde se encuentra la bata tirada. La toma y se cubre. Se sobresalta cuando escucha la puerta del baño abrirse.
- Vamos, preciosa. Date una ducha y ponte linda. Quiero salir a cenar, muero de hambre.
- Preferiría ordenar algo a la habitación, no me siento bien.
- No exageres, no fue nada del otro mundo. Dúchate con agua caliente, te sentirás mejor.
- Está bien, ¿puedes pedir que cambien las sábanas?
- Claro, preciosa. Yo me encargo.
Emily entra en el baño y pone el cerrojo. Se quita la bata y observa su cuerpo en el espejo, está lleno de marcas rojas que después serán moradas. No entiende por qué Michael se comportó así con ella.
Siempre imaginó que su primera vez sería como en las películas; pétalos de rosa sobre la cama, muchos besos, caricias y que su esposo sería delicado y amoroso. Nada más alejado de la realidad. En un principio sintió un poco de placer, después solo dolor.
El agua comienza a correr por su cuerpo maltrecho, un hilo de sangre resbala por su entrepierna. Si esto es hacer el amor, no quiere volver a hacerlo.
Después de un rato bajo el agua caliente el dolor disminuye. Lava su cabello y con sumo cuidado enjabona su cuerpo.
Michael comienza a apresurarla. Consigue estar lista en un tiempo récord. Por suerte la ropa que eligió llevar cubre las marcas que dejó su esposo.
- Tómate está píldora, preciosa.
- ¿Qué es?
- La píldora de emergencia. No tendremos hijos tan rápido y con la premura olvidé traer preservativos.
Ella decide tomarla sin discutir, está cansada y sí, es mejor no tener hijos de inmediato.
Para variar es él quien elige el restaurante. Ordena los platillos más caros y su trato para con los meseros deja mucho que desear.
Es la primera vez que lo ve beber de más, cuando regresan a la habitación del hotel apenas puede mantenerse en pie.
Ella pasa la noche en vela, mientras él duerme profundamente. Por la mañana se marchan a primera hora. Michael tiene prisa por llegar a la mansión.