BAJO LA PROTECCIÓN DEL MAGNATE

...ENTRE LÁGRIMAS Y SECRETOS...

El ascensor subió hasta el piso 71 con un zumbido suave, Emma tamborileaba los dedos contra su pierna, sin saber si estaba más nerviosa o emocionada.

Adrián no le había dado detalles. Solo dijo: “Está esperándote”.

Cuando las puertas se abrieron, el corazón le dio un salto.

—¡EMMA!

April salió corriendo desde una sala lateral, descalza, con una camiseta de hombre tres tallas más grandes Y Emma ni siquiera lo pensó, ella Corrió también.

Se encontraron en el centro del pasillo, abrazándose con una fuerza que dolía, que curaba, que arrastraba los días de miedo y separación, lloraron Como niñas, Como hermanas, Como únicas sobrevivientes de una guerra secreta que nadie más entendía.

—¡Estás viva, carajo! ¡Estás viva! —gritaba April entre risas y sollozos

—¡Tú también! ¡Pensé que nunca más iba a verte! —respondía Emma, con el rostro enterrado en el cuello de su amiga.

Se sentaron en el suelo, abrazadas, como si el mundo a su alrededor no existiera; April la observó de arriba abajo.

—Tú estás mejor que yo, eh; A mí me tienen comiendo avena con proteína y un guardaespaldas más seco que tostada sin mantequilla ¿Y tú?

Emma río entre lágrimas.

—Yo escapé del Penthouse como una fugitiva, casi me atrapan y Adrián casi me asesina con la mirada. ¿Eso cuenta como estar mejor?

—Dios, te extrañé.

—Y yo a ti.

Las risas fueron suaves. Las miradas cómplices. El alivio era tan profundo que temblaba en cada palabra. Era más que un reencuentro. Era una promesa silenciosa: ninguna de las dos volvería a estar sola.

— Tienes que contarme todo, como paso todo esto, además me siento una prisionera aunque no te puedo negar que ese bombón que me cuida es tan serio que creo que terminaré contagiada. — expreso April hablando de manera tan rápida y sacudiendo sus manos como toda una parlanchina.

—April, amiga, el cuento es largo así que mejor hagamos algo de comer para irte diciendo todo.

— Sabes que es lo mejor de todo?

— Qué? — pregunto a Emma detallando la sinceridad en su mirada

— Que con esos bombones nadie podrá hacernos daño, ah y no tendremos que revisar contenedores para comer ja, ja, ja, ja.

— Que graciosa — comento Emma, sabiendo que lo que decía April es la total verdad.

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En otro extremo de la torre, en la oficina principal de Adrián, las luces eran tenues y la ciudad parpadeaba a través de los ventanales como un tablero de ajedrez infinito. Ethan estaba de pie junto al bar, sirviéndose un whisky; Su rostro, como siempre, inmutable.

—Fue un error no decirle a Emma dónde estaba su amiga —murmuró.

Adrián estaba sentado detrás del escritorio, con los codos sobre la superficie y la mirada fija en un punto indefinido.

—Lo sé —dijo, sin ocultar el cansancio.

—¿Entonces por qué lo hiciste?

—Quería protegerla, Si su tío sabía que ambas estaban juntas, habría sido mucho más fácil localizarlas. Cada vínculo emocional es una vulnerabilidad, Ethan.

El amigo asintió, llevándose el vaso a los labios.

—Y, sin embargo… se escapó.

Adrián entrecerró los ojos, no por molestia hacia Emma, sino por molestia consigo mismo. Él, que controlaba imperios financieros, contratos secretos y operaciones ilegales en cinco continentes, había sido superado por una chica que apenas sabía cómo funcionaba su sistema de seguridad.

—Es distinta.

—Lo noté, La forma en que la miras...

—No la miro de ninguna forma.

Ethan lo observó, con la calma de quien sabe leer detrás de los silencios.

—Claro.

Adrián suspiró y se puso de pie, caminando hacia los ventanales, apoyó la frente contra el vidrio frío.

—Cuando la vi correr esa noche… algo me golpeó, no fue miedo, fue otra cosa, quería alcanzarla, no para protegerla, sino para asegurarme de que siguiera siendo ella, indomable, salvaje, real.

Ethan levantó una ceja.

—¿Estás diciendo que...?

—No estoy diciendo nada —lo interrumpió Adrián, girando sobre sus talones—. Esto no es una historia romántica, es una guerra, y en las guerras, el corazón es un estorbo.

—Entonces deberías dejar de pensar en ella antes de dormir.

Adrián lo fulminó con la mirada. Ethan solo bebió otro sorbo, imperturbable.

—Mira, hermano… no soy un experto en emociones. Pero desde que estás con Emma, sonríes menos… y hablas más, y eso, en tu caso, es preocupante.

Adrián río, por primera vez en días.

—Te odio.

—Te lo recordaría todos los días si no fuera porque esa chica probablemente va a salvarte del hombre en que te convertiste.

Hubo un silencio largo, cómplice, cargado de ideas no dichas.

—Y tú, ¿cómo vas con April? —preguntó Adrián, afilando una sonrisa.

Ethan se tensó apenas.

—Es... agotadora.

—¿En el mal sentido?

—No. En el sentido de que me hace cuestionar en qué momento me volví demasiado rígido.

—Tal vez también te está salvando a ti.

Ethan lo miró, impasible.

—Entonces estamos jodidos los dos.

Ambos rieron, dos hombres que rara vez lo hacían, pero esta vez, el momento lo ameritaba.

Porque allá, en algún punto del edificio, dos chicas que no tenían nada… estaban comenzando a tenerlo todo.

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Espero les esté agradando... gracias por leer no olviden apoyar la novela 👍🎁