Cassandra Yohana, una chica de 17 años que aún usa el uniforme gris de secundaria, tiene el pasatiempo de saltarse clases y dormir durante las lecciones. Aun así, sus calificaciones siempre son excelentes, lo que la ha vuelto bastante arrogante.
"¿De qué sirve tener cerebro si no lo usas? De nada sirve ser un ratón de biblioteca si tu cabeza sigue siendo débil", decía Cassandra con su lengua afilada al ver a sus compañeras estudiosas.
Hasta que un día, su clase recibe a un nuevo profesor que pone su mundo patas arriba.
Arsenio Xalendra, un hombre maduro con un carisma imponente, cuya mirada fría y penetrante intimida a cualquiera.
Pero para Cassandra, Arsenio Xalendra no es más que un hombre cruel que vino a destruir su tranquilidad.
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Capítulo 15
Tras varios días hospitalizada, Casandra recibió el alta médica y se encontraba mucho mejor.
Mientras hacía la maleta, la puerta de la habitación se abrió de repente y vio entrar a Arsen junto al doctor Fadli.
"Deja que te ayude". Arsen se acercó de inmediato para ayudar a Casandra, que estaba haciendo la maleta.
"No hace falta". Dijo Casandra rechazando la oferta de Arsen.
Arsen no se lo tomó a mal, ya que sabía que a Casandra no le gustaba que la obligaran a hacer nada.
"No olvides tomar tu medicación y venir a consulta con frecuencia", dijo el doctor Fadli.
Casandra se limitó a sonreír. "Gracias, señor", dijo con sinceridad.
"Es mi deber, y mantén el ánimo". El doctor Fadli sonrió cálidamente.
Casandra se acercó y abrazó al doctor Fadli. "Gracias por cuidarme todo este tiempo", dijo Casandra en voz baja.
El doctor Fadli acarició la cabeza de Casandra con cariño. Arsen, que observaba la escena, apartó la mirada, sin saber por qué, no le gustaba verlos abrazados.
"Prométeme que te cuidarás", dijo el doctor Fadli cuando se separaron del abrazo.
Ejem...
Arsen se aclaró la garganta, haciendo que ambos se giraran para mirarle. "Ya es mediodía, vamos, te llevo", dijo Arsen sin remordimientos.
"Cuídate". El doctor Fadli sonrió antes de que Casandra se marchara definitivamente.
"Espero que encuentres la felicidad", dijo mientras veía alejarse la figura de Casandra.
Casandra se subió al coche de Arsen después de que éste le abriera la puerta. Arsen rodeó el coche por delante para subirse y sentarse al volante.
"Me alegro de que ya te hayan dado el alta", dijo Arsen mientras incorporaba el coche al tráfico de la carretera.
"Hem...". Casandra se limitó a carraspear.
La situación era incómoda, sobre todo porque nunca habían tenido una relación cercana. Ni siquiera habían hablado de forma normal.
Al oír la respuesta de Casandra, Arsen suspiró, parecía que la actitud arisca de la joven había regresado.
"Vamos a almorzar primero". Arsen dirigió el coche hacia un restaurante sin contar con la aprobación de Casandra.
El hombre salió y le abrió la puerta a Casandra.
"No tengo hambre", dijo Casandra mientras Arsen esperaba de pie a que se bajara.
"Pero yo sí, y cuando tengo hambre no me concentro al volante", dijo Arsen con naturalidad.
Casandra chasqueó la lengua con fastidio. Al oír las palabras de Arsen, supo que también ella tendría que bajar.
Con rostro serio y malhumorado, Cassandra bajó del coche y echó a andar la primera.
Arsen sonrió al ver el comportamiento de Casandra, que le parecía encantador.
De repente, sintió la mano de Casandra entrelazada con la suya mientras Arsen se acercaba a ella, lo que la sorprendió e hizo que se resistiera.
Pero el fuerte apretón de la mano de Arsen le indicó que tenía que obedecer, y su mirada le impidió negarse.
"¿Has estado viviendo sola todo este tiempo?", preguntó Arsen mientras miraba a Casandra, que no dejaba de apartar la mirada, sin querer mirarle a los ojos.
"Sí", respondió Cassandra escuetamente.
Arsen se limitó a asentir, durante su estancia en el hospital no había visto a ningún familiar de Casandra, ni siquiera para visitarla, no sabía que su madre había ido y había sido rechazada.
Después de un almuerzo forzado, ambos volvieron al coche, sin cruzar ninguna conversación seria, sólo un silencio sepulcral entre ellos.
"¿Por qué venimos aquí? Este no es el camino a mi casa", dijo Cassandra al darse cuenta de que Arsen no la llevaba de vuelta a su casa.
"Efectivamente", respondió Arsen con indiferencia.
Cassandra miró a Arsen con desaprobación, y Arsen miró a Casandra con una leve sonrisa.
"Te quedarás en mi casa".
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