⚠️ ADVERTENCIA: ES UNA HISTORIA CON CAPITULOS SENSIBLES ⚠️ PARA +18
Margarita Linares era una jovencita dulce que tenía muchos sueños; sin embargo, la crueldad de hombres poderosos la hicieron vivir la más dolorosa de las experiencias haciéndola experimentar una muerte dolorosa; una situación inesperada y sorprendente hizo que volviera a la vida regresando en el tiempo, y esta vez tome la decisión que en su vida pasada no pudo tomar, y aunque eso pueda significar sufrir humillaciones y estar atada a un hombre peligrosa, está decidida a hacer cualquier cosa para vengarse.
James Thompson es uno de los empresarios más exitosos del país; riguroso, inflexible, severo y muy duro, jamás otorga segundas oportunidades y se cobra cada cosa que le hacen. James puede tener lo que quiera con solo desearlo, su crianza fue tan estricta y dolorosa que es incapaz de valorar la ternura y la bondad; sin embargo, pronto su vida cambiará.
¿Podrán Margarita y James salir ilesos de su sociedad vengativa?
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9. ¿Placer?
James y Margarita ingresan a la habitación que ya estaba preparada para ellos en el hotel, era amplia y lujosa, tenía una inmensa cama, espejos enormes, grandes ventanales y jacuzzi.
El hombre de negocios toma por la espalda a la joven y la hace avanzar, parece haberse quedado paralizado, podía ser considerado, pero no había pagado un millón de dólares para no disfrutar del hermoso cuerpo que estaba observando, solo porque de repente ella tenía alguna duda.
- "No me digas que te arrepentiste porque...", dijo James.
- "No", interrumpió Margarita, "solo que no había estado en una habitación así antes, me impresionó, eso es todo", agregó.
- "Que bueno, porque no pago un millón de dólares para perderlos, yo no pierdo, bonita", expresó James, acercándose por la espalda, dándole pequeños besos en el cuello, y atrayéndola hacia él, poniendo una de sus manos en el abdomen de la muchacha.
Tal vez sin los recuerdos dolorosos, aún sin amor, hubiese disfrutado aquello, pero el cuerpo y la mente de Margarita parecían estar en disociación, como si los recuerdos la regresaran al lugar en que conoció el infierno. Pero no puede retractarse, ya hizo el pago de la operación de su padre y no puede vengarse de esos hombres sola, necesita el poder del hombre que está besando su cuello y ya acariciando su pecho.
Repasó rápidamente en su mente los consejos de Regina y controló lo más que pudo su miedo y su dolor; se volteó y puso sus brazos alrededor del cuello de James, mirándolo directamente. No solo por lo que le dijo Regina, de la importancia del contacto visual y la mirada seductora; sino porque necesitaba que su mente entendiera que estaba con James Thompson, no con los monstruos que la atacaron, necesitaba saber que todo lo que ocurriera esa noche iba a ser con James no con sus verdugos, así que clavó su mirada en él.
- "Disculpe si soy torpe, intentaré complacerlo lo mejor que pueda", expresó Margarita sacando el saco de James.
- "Tranquila, esto recién está empezando", expresó James tomándola de la cintura y bajando las manos por las caderas de Margarita.
El cuerpo que tenía Margarita en esa vida no había sido violentado, así que podía sentir ciertas sensaciones, el problema era su mente, que sin querer la devolvían sin querer al horrible momento, y hacían que se volviera tensa y nerviosa.
James se acercó a uno de los sillones y se empezó a desnudar, quedando solo en un bóxer ceñido al cuerpo; Margarita se quedó estática, no sabía cómo reaccionar a eso, qué debía hacer, la idea era mirarlo todo el tiempo, pero tuvo que tragar saliva, tenía el cuerpo tan bien trabajado, que no entendía por qué compraría servicios sexuales, debería haber mujeres interesadas en él; además, aún cubierto por lo ropa interior, se podía notar la intensidad de atributo que tenía, quizás en circunstancias distintas eso sería excitante, pero a Margarita le daba miedo.
Margarita estaba nerviosa cuando lo vio acercarse, él le sonrió coqueto, tomó su mano y la dirigió a la cama, él se sentó sobre el filo e hizo que ella se pusiera de pie frente a él.
- "¡Desnúdate!", ordenó James. "Despacio, muy despacio, como bailando", agregó, quería divertirse con la inexperiencia de la joven, esa noche. No tiene ni la menor idea, de la lucha que Margarita está atravesando dentro de sí, de la rabia y del dolor que se debe guardar; ni lo que pasó antes, ni lo que está pasando ahora, es lo que ella imaginó que sería su primera vez; se aguanta las ganas de llorar y lo mira fijamente.
Margarita respira, al menos su ropa no será arrancada, no sentirá el dolor de la tela cuando se rompe con fiereza y es como un latigazo en la piel, que hasta queda como una marca. Deja caer despacio el vestido, sin dejar de mirarlo, mientras se contornea en una música que tiene que imaginar, se saca los zapatos despacio para hacerlos girar en sus manos y luego dejarlos caer, el brasier lo retira, lo deja caer al suelo, y por un momento con sus manos cubre su pecho: vuelve a respirar, ya es bastante vergonzoso estar semidesnuda, siente que todo su rostro está ardiendo.
Tiene sus dos manos a cada lado de sus bragas para empezar a bajarlas; mientras mueve sus caderas, aunque le resulte denigrante, el hombre frente a ella no es su novio, no es su pareja, no es su esposo, es su cliente, duele, lastima, pero es lo que es, un cliente que ha comprado su cuerpo, y no tiene por qué saber o importarle lo que le pasó.
- "Detente, esas braguitas las voy a sacar yo", dijo James, acercándola a él y sentándola a horcajadas encima de sus piernas.
Ella puede sentir la excitación de ese hombre entre sus piernas; no puede evitar temblar, tiene miedo, vaya que tiene miedo, dolerá como la última vez; Regina le advirtió que si quería mantener el interés, debía dejarle en claro que con ella podría obtener placer inimaginable, pero como, si la pobre ni siquiera sabe que es aquello, lo único que ella sabe del sexo es que es doloroso, vergonzoso y asqueroso.
James puede sentir que la muchacha está temblando demasiado, asume que la primera vez la está abrumando. Pero el deseo crecía, y apagaba las pequeñas voces de su conciencia que habían aparecido.
Para callarlas se apresuró a llenar de besos y húmedos y caricias aquellos senos tersos, suaves y apetecibles, de la mujer semidesnuda que tiene encima. Despertando aún más el deseo desbordado que siente por ella, mientras con sus manos recorren las caderas de Margarita, pegándole más a él, haciendo que lo sienta en su intimidad aún sobre la ropa.
Margarita solo se concentra en ese momento, no quiere que los recuerdos aparezcan, no entiende las sensaciones que está sintiendo, el cuerpo virgen presente parece disfrutar de lo que James Thompson está haciendo con ella, como si todas las sensaciones recorrieran un camino sinuoso y terminaran en su intimidad, no entiende como algo como eso, produjera una extraña sensación agradable, acaso eso era lo que Regina llamaba placer.
James sigue extasiado en sus senos, y sus manos van de sus glúteos a sus piernas de manera sinuosa, mientras su intimidad es abordada sin violencia sobre la ropa que se está humedeciendo, por la masculinidad de un hombre que ahora siente más enorme, pero un poquito menos extraño.