En un mundo donde la lealtad y el deseo se entrelazan, una joven se encuentra atrapada entre la pasión y el peligro. Tras un encuentro inesperado con un enigmático mafioso, su vida da un giro inesperado hacia lo prohibido. Mientras la atracción entre ellos crece, también lo hace el riesgo de entrar en un juego mortal de poder y traición.
Sumérgete en una historia cargada de erotismo y tensión, donde cada decisión puede costar caro. ¿Podrá su amor desafiar las sombras del crimen, o caerá presa de un destino que la dejará marcada para siempre? Una novela que explora los límites del deseo y la redención, perfecta para quienes buscan emociones intensas y giros inesperados.
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Cap 6: La Trampa del Deseo (continuación)
Mientras se movían entre las mesas, Ana sintió que el corazón le latía con fuerza. El aire estaba cargado de tensión, y cada paso que daban parecía resonar en el silencio creciente del lugar. La mirada de aquellos hombres la seguía, como si fueran depredadores al acecho.
“Rápido, por aquí”, dijo Luca, guiándola hacia una salida lateral. Ana no podía evitar mirar por encima del hombro, sintiendo que la presión aumentaba. La sensación de ser observada la envolvía, y aunque quería ser valiente, su instinto le decía que debían actuar con rapidez.
Valentina iba justo detrás de ellos, manteniendo una expresión serena, pero Ana podía ver la tensión en sus músculos. “No te detengas, mantén la calma”, le susurró Valentina.
Al llegar a la salida, Luca abrió la puerta y los tres salieron al fresco de la noche. La brisa fría les dio un respiro, pero la adrenalina aún corría por sus venas. “¿Qué hacemos ahora?” preguntó Ana, respirando hondo.
“Debemos alejarnos de aquí. No podemos quedarnos en la misma área, o nos encontrarán”, respondió Luca, su mirada en el horizonte.
“¿Dónde vamos?” Ana sintió que cada decisión que tomaban podría ser crucial.
“Hay un lugar seguro que conozco, un almacén que usamos para reunirnos. Ahí podremos hablar sin ser escuchados”, dijo Valentina.
Mientras corrían por las calles, Ana reflexionó sobre su situación. La adrenalina le daba energía, pero la realidad de su nuevo mundo la asustaba. Había entrado en un juego que no comprendía completamente, y cada paso parecía llevarla más cerca de un peligro desconocido.
Llegaron a un viejo almacén al final de una calle poco transitada. La entrada era discreta, y una vez dentro, la atmósfera era diferente: el ruido de la ciudad se desvanecía, y la oscuridad las envolvía.
“Es un buen lugar para planear y evaluar nuestras opciones”, explicó Valentina, encendiendo una lámpara de aceite que iluminó el espacio con una luz tenue. “Nadie vendrá aquí sin un motivo”.
Ana observó el interior. Había cajas apiladas y algunas sillas, un entorno desordenado que parecía contener secretos. “¿Qué hacemos ahora?” preguntó, sintiendo el peso de la incertidumbre.
“Necesitamos un plan”, respondió Luca. “Tienes que ser proactiva. No puedes dejar que te sigan. Ellos ya están buscando un motivo para hacerte daño”.
Ana asintió, sintiendo la urgencia. “¿Cómo puedo protegerme?”
“Primero, debes conocer a tus adversarios. Te sugeriría que te acerques a quienes puedan ofrecerte información valiosa sobre ellos. Pero mantén las distancias con quienes muestren interés repentino. La curiosidad puede ser peligrosa”, advirtió Valentina.
“¿Y si me acercan con una propuesta?” Ana preguntó, su mente trabajando en posibles escenarios.
“Escucha, pero no te comprometas. Siempre hay una trampa. Es como en el juego: no te muestres vulnerable. Haz que piensen que tienes más control del que realmente tienes”, dijo Luca, mirándola con seriedad.
Mientras discutían, Ana empezó a sentir que su mente se despejaba. Podía ver las piezas del rompecabezas encajando lentamente. “Tal vez podría intentar infiltrarme un poco más. Si voy a los lugares donde se reúnen, podré escuchar cosas que podrían ser útiles”, sugirió.
“Esa es una buena idea, pero también arriesgada”, dijo Valentina. “Tienes que elegir bien a quién te acercas”.
Ana sintió la presión del desafío. “Entonces, tengo que ser muy cuidadosa. No puedo hacer nada que me ponga en el punto de mira”.
Luca asintió. “Exactamente. Pero, sobre todo, mantén tu calma. No dejes que el miedo o el deseo te nublen el juicio”.
Ana respiró profundamente, sintiéndose más fuerte. Aquel era un juego en el que cada movimiento contaba, y estaba lista para jugar. Sin embargo, el eco de las miradas de los hombres de la facción de Alessandro aún resonaba en su mente.
“¿Y si ellos me reconocen? ¿Qué hago si me ven?” preguntó, preocupada.
“Si te ven, actúa con confianza. No muestres inseguridad. A veces, la mejor defensa es una buena actuación”, sugirió Valentina. “Recuerda que la percepción es clave en este juego”.
Con cada palabra de Valentina, Ana sentía que una nueva resolución crecía dentro de ella. Había empezado a entender que la fortaleza no solo provenía de la audacia, sino también de la astucia.
“Voy a hacerlo. Haré lo que sea necesario para asegurarme de que estoy a salvo”, declaró Ana, sintiéndose más decidida.
“Buena actitud”, aprobó Luca. “Pero primero, deberíamos descansar un poco. La noche fue larga, y necesitas energía para lo que está por venir”.
Mientras se acomodaban en el almacén, Ana no pudo evitar reflexionar sobre las decisiones que había tomado. Había cambiado su vida en un instante, y aunque había miedo, había también una chispa de emoción que no podía ignorar. Estaba lista para enfrentarse a un mundo lleno de sombras, donde cada paso que daba la acercaba más a su verdadero yo.
***
El día siguiente trajo consigo un aire de inquietud. Ana se despertó con una mezcla de nervios y determinación. Sabía que debía actuar rápidamente. No podía dejar que el tiempo pasara sin hacer algo.
Luca y Valentina ya estaban despiertos y revisaban sus planes. “Debemos definir a quién te acercarás primero. Necesitas hacer contactos, pero también debes ser inteligente al elegirlos”, dijo Valentina, observando a Ana con una intensidad que la animaba.
“¿Quién debería ser mi primer objetivo?” preguntó Ana, tratando de poner su mente en orden.
“Hay un par de nombres que podrían ser útiles. Uno es Marco, un hombre de confianza de Alessandro que tiene acceso a mucha información. No se fía de nadie, pero podría estar dispuesto a hablar si le ofreces algo que le interese”, sugirió Luca.
“¿Y cómo lo convenzo?” Ana frunció el ceño, sintiéndose un poco perdida.
“Debes mostrarle que tienes valor. Quizás una propuesta de negocio, algo que le parezca atractivo. La clave es que se sienta en control”, explicó Valentina.
Ana reflexionó sobre ello. “Podría ofrecerle información sobre los movimientos de otros jugadores. Si piensa que puedo ser un activo, tal vez se sienta más inclinado a hablar”.
“Buena idea. Pero recuerda, no le muestres tus cartas demasiado pronto. Mantén un aire de misterio”, aconsejó Luca. “No te olvides de que la desconfianza es la norma aquí”.
Con una estrategia en mente, Ana se preparó para salir. La adrenalina corría por sus venas, y aunque estaba nerviosa, también sentía un creciente deseo de probarse a sí misma. Era hora de dar un paso decisivo en su nueva vida.
Al llegar a un pequeño bar donde Marco solía reunirse con otros jugadores, Ana sintió el peso de la expectativa. Se acomodó en una esquina, observando cómo los hombres discutían, intercambiando risas y miradas. Marco estaba sentado en una mesa, con una presencia que emanaba autoridad.
Ana tomó una respiración profunda, recordando las instrucciones de Valentina y Luca. Tenía que acercarse con confianza. Mientras se movía hacia la mesa de Marco, notó que su corazón latía con fuerza.
“¿Puedo unirme a ti?” preguntó, intentando que su voz sonara segura.
Marco levantó la vista, sorprendido por su audacia. “¿Y tú quién eres?” preguntó, evaluándola con interés.
“Soy Ana. He estado observando el juego y creo que podría ser útil para ambos”, respondió ella, manteniendo la mirada fija en él.
Marco arqueó una ceja. “¿Útil? Eso suena interesante. ¿Cómo exactamente?”
Ana sintió que el sudor le corría por la frente. “He escuchado cosas sobre los movimientos de las familias. Puedo ofrecer información que podría beneficiarte”.
La expresión de Marco cambió ligeramente, como si considerara la propuesta. “Eso es un buen comienzo. Pero, ¿por qué debería confiar en ti?”
“Porque soy nueva en esto y no tengo lealtades. Estoy dispuesta a jugar de manera inteligente, a diferencia de otros que sólo piensan en su propio beneficio”, dijo Ana, manteniendo su tono firme.
Marco sonrió, y Ana sintió que había hecho un pequeño avance. “Puede que tengas razón. Pero aún así, necesitaré pruebas antes de que me comprometa”.
“¿Qué tipo de pruebas?” preguntó Ana, sintiendo que la conversación se tornaba más interesante.
“Muéstrame que eres capaz de manejarte en este mundo. Hay un juego esta noche, y me gustaría que jugaras para mí. Si lo haces bien, podría considerarte como aliada”, sugirió Marco, su mirada evaluando cada detalle.
Ana sintió una mezcla de miedo y emoción. Jugar en nombre de Marco era arriesgado, pero también una oportunidad de demostrar su valía. “Estoy dispuesta a hacerlo”, afirmó con determinación.
“Entonces, te veré esta noche