En un matrimonio desgastado por el machismo y la intromisión de su suegra, Lara Herrera vive atrapada entre el amor que alguna vez sintió por Orlando Montes y la amargura de los años. Su hija Rashel, una niña de seis años, es su único rayo de luz en un hogar lleno de tensiones. Pero todo cambia trágicamente cuando un descuido termina en la pérdida de Rashel, una tragedia que lleva a Lara a enfrentarse a su dolor, su culpa y a la decisión de romper con una vida de sufrimiento para buscar su redención y sanar sus heridas.
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Renacer entre las cenizas
Lara se adaptaba cada vez más a su nueva vida en Toluca. Aunque el dolor de perder a Rashel seguía presente como una herida abierta, cada día lograba encontrar un poco más de fuerza para seguir adelante. Su rutina, aunque sencilla, le daba la estabilidad emocional que tanto necesitaba. Sus días transcurrían entre su trabajo como secretaria en la clínica y los momentos que compartía con Rafael, su único pilar y refugio en medio del caos que había sido su vida.
Rafael era consciente de que Lara todavía luchaba contra sus propios fantasmas, pero también veía los pequeños pasos que daba hacia la reconstrucción de sí misma. Él había decidido hacer todo lo posible para devolverle la confianza y la paz que su hermana merecía.
Una tarde, cuando Lara estaba revisando documentos en su escritorio, Cristóbal, el director general de la clínica y jefe directo de Lara, la llamó a su oficina.
—Lara, necesito hablar contigo le dijo con seriedad, aunque su tono era amable.
Lara sintió un leve nerviosismo mientras caminaba hacia la oficina de Cristóbal. Aunque sabía que estaba haciendo un buen trabajo, aún no podía evitar sentirse insegura cada vez que alguien reconocía sus esfuerzos.
—Lara comenzó Cristóbal cuando ella se sentó frente a él, quiero encomendarte una tarea importante. Vamos a organizar una conferencia médica en dos semanas, y necesito que estés a cargo de toda la logística. Es un evento muy importante para la clínica, y estoy seguro de que puedes hacerlo.
Lara se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Por un lado, se sentía halagada por la confianza que Cristóbal depositaba en ella, pero por otro lado, la inseguridad que todavía cargaba le hacía dudar de sí misma.
—Claro, Cristóbal. Haré mi mejor esfuerzo respondió finalmente, esforzándose por sonar segura.
Cristóbal le dedicó una sonrisa cálida que logró tranquilizarla un poco.
—No tengo ninguna duda de que lo harás bien, Lara. Confío plenamente en ti.
Lara salió de la oficina con una mezcla de emociones. Sabía que la responsabilidad que le habían dado era grande, pero también sentía que esta era una oportunidad para demostrar, no solo a los demás, sino a ella misma, que aún tenía mucho por ofrecer.
Esa noche, mientras cenaba con Rafael, le contó sobre la nueva tarea que le había asignado Cristóbal.
—Es una gran oportunidad, Lara dijo Rafael, animándola. Estoy seguro de que lo harás excelente.
—Espero que tengas razón respondió ella, con una sonrisa tímida. A veces siento que no estoy lista para algo así, pero… no quiero defraudar a Cristóbal.
Rafael le tomó la mano con cariño.
—Hermanita, tú eres más fuerte de lo que crees. Esto es solo el comienzo de una nueva etapa para ti.
Lara se dedicó por completo a los preparativos del evento durante las semanas siguientes. Desde contactar a los conferencistas, coordinar con los proveedores y asegurarse de que cada detalle estuviera en su lugar, su tiempo estaba completamente ocupado. Aunque el trabajo era demandante, también le daba una sensación de propósito que hacía mucho no sentía.
Había noches en las que, al regresar a casa, el cansancio la vencía, pero también había un pequeño orgullo que crecía dentro de ella. Se dio cuenta de que, a pesar del dolor, la vida seguía avanzando y que ella tenía la capacidad de adaptarse y crecer.
Una noche, mientras cenaban, Rafael notó el brillo en los ojos de su hermana.
—Estoy orgulloso de ti, hermanita le dijo con sinceridad. Estás demostrando una fortaleza que muchas personas no tienen.
Lara, sorprendida por el comentario, sonrió levemente.
—No sé si es fortaleza, Rafael. Hay días en los que siento que no puedo más, pero luego pienso en ti, en todo lo que has hecho por mí, y eso me da fuerzas para seguir.
Rafael la miró con ternura.
—Siempre estaré aquí para ti, Lara. No lo olvides nunca.
Finalmente, el día de la conferencia médica llegó. Lara había pasado semanas cuidando cada detalle para asegurarse de que el evento fuera un éxito. Vestida con un elegante traje negro, supervisaba el montaje del auditorio con una mezcla de nervios y emoción.
Cristóbal, quien había estado observándola durante el proceso, se acercó a ella con una sonrisa.
—Lara, todo está quedando perfecto. Estoy muy impresionado con tu trabajo.
—Gracias, Cristóbal respondió ella, sintiendo un leve rubor en sus mejillas. Espero que todo salga bien.
Cuando los invitados comenzaron a llegar, Lara se sintió invadida por una mezcla de orgullo y satisfacción. Ver cómo todo el esfuerzo de las últimas semanas daba frutos era una sensación indescriptible. Los médicos y especialistas que asistieron al evento elogiaron la organización y la atención al detalle, algo que no pasó desapercibido para Cristóbal.
Al final del día, cuando el último invitado se había marchado, Cristóbal se acercó a Lara.
—Hiciste un trabajo excepcional, Lara. Este ha sido uno de los mejores eventos que hemos tenido en la clínica.
Lara, cansada pero feliz, no pudo evitar sonreír.
—Gracias, Cristóbal. Fue un desafío, pero valió la pena.
—Definitivamente. Estoy seguro de que este es solo el comienzo de muchas cosas buenas para ti.
Esa noche, mientras regresaba a casa, Lara reflexionó sobre todo lo que había cambiado en las últimas semanas. Aunque todavía tenía un largo camino por recorrer, sentía que finalmente estaba encontrando un nuevo propósito en su vida. Por primera vez desde la tragedia, tenía esperanza en el futuro.
Cuando llegó a casa, Rafael la estaba esperando con una copa de vino para celebrar.
—A mi hermana, la organizadora estrella dijo, levantando su copa.
Lara rió, sintiéndose más ligera de lo que se había sentido en mucho tiempo.
—Gracias por creer en mí, Rafael. No sé qué haría sin ti.
Rafael sonrió, lleno de orgullo.
—No tienes que agradecerme nada, Lara. Verte así es el mejor regalo que podrías darme.
Aunque el camino todavía era incierto, Lara sabía que no estaba sola. Con el apoyo de su hermano y las nuevas oportunidades que la vida le estaba dando, sentía que finalmente estaba comenzando a renacer entre las cenizas de su pasado.
felicitaciones autora!!!
Me conmovió hasta las lágrimas, la sentí, la viví y sin dudas la disfruté ... Gracias por compartirla...
FELICITACIONES 👏👏👏👏