Juzgar a los personajes de una novela barata fue tan fácil, esto es Karma. Ahora soy la chica ridícula que se aferra al protagonista sólo para ser despreciada, ni en broma, afortunadamente la trama no empieza. Me salgo del guión, palabra de honor.
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Excursión
El día de la partida hacia el puerto de Haro amaneció lloviendo, si antes los caminos eran difíciles ahora se presentaban intransitables. La diligencia en la que iban Sol y Amarilis junto a otros estudiantes ya se había atascado en el fango dos veces, por lo que había sido necesario que todos bajaran. Parecían pollos mojados. Estaban ateridos de frío, llenos de barro y con hambre.
Para cuando llegaron a Haro ya había dejado de llover. Amarilis estaba entusiasmada como de costumbre, en cambio a Sol le daba lo mismo, por ella muy bien podía tratarse de la octava maravilla que no podría importarle menos, solo quería un buen baño caliente, cuestión esta que la deprimía pues, a saber Dios qué cosa considerarían baño en este lugar.
El Secretario estaba recibiendo a los estudiantes que llegaban junto a sus profesores designados, dando instrucciones a estos últimos, para que dirigieran a los alumnos a la posada que había reservado con antelación; pues por motivos ajenos a su conocimiento, no partirían hacía las ruinas hasta dos días después.
Las habitaciones de la posada eran bastante decentes. Lo que no cuadraba era la cantidad por habitación. En esos momentos cada cuarto tenía el triple de su capacidad. Es decir la habitación que tocó a Sol y Amarilis era para dos huéspedes; sin embargo, ahora se encontraba ocupada por seis jovencitas. Sol se preguntaba cómo dormirían, solo Dios sabría. Se pusieron de acuerdo en cómo entrar al baño y bajar juntas para almorzar. Sol fue la quinta en entrar y como pensaba, qué desastre de baño. Ya limpias, fueron a alimentarse y pedir permiso para salir a ver la ciudad del puerto.
Haro, la ciudad portuaria, donde la belleza de la naturaleza, la historia y la gente eran únicas; ofrecía a los viajeros el encanto de una experiencia mística. Las chicas estaban emocionadas, para todas era la primera vez en un país extranjero. Se deleitaban con todo, desde los detalles arquitectónicos hasta con los vendedores ambulantes.
Sol se sentía feliz, en su otra vida nunca pudo salir con amigas, sus padres eran del tipo estrictos, pero sobre todo bajo ningún concepto habría podido disponer del tiempo necesario para ello y muchísimo menos del dinero para hacerlo. Así que esta era su oportunidad y la aprovechaba al máximo.
Las chicas no eran las únicas que exploraban la ciudad. Cael había visto a Sol salir con varias amigas y muy decidido seguía al grupo desde lejos. Habían pasado cuatro días eternos que no la veía. Esa mañana se había levantado temprano para esperar la llegada de las diligencias que transportaban a los estudiantes, cuando vio a Sol bajar toda mojada y llena de barro, su primer instinto fue ir a su encuentro, pero se contuvo. No era un demente, él era un estratega y esa era una guerra que no estaba dispuesto a perder.Desde las sombras miraba a la chica como a un país enemigo que hay que conquistar.
Por otra parte Rafael estaba pasando un incómodo momento pues debía compartir habitación con Saulo. Estos desde la pelea ante la enfermería se la pasaban midiéndose con la mirada. Gabriel ya estaba enterado de todo y procuraba estar en medio para que esos dos no volvieran a colisionar. Apenas Rafael se bañó salió del cuarto y se fue a explorar la ciudad. Estaba decidido a regresar bien tarde para no tener problemas con el hermano de Sol.
Vió a las chicas de lejos y también al Secretario, pero no se acercó, estaba tan fastidiado con todo, en cambio se sentó en una agradable pastelería por el resto de la tarde, disfrutando una deliciosa tarta de limón con té de miel y jengibre. La belleza de la ciudad era increíble, las personas alegres y la repostería maravillosa.
Estaba totalmente relajado cuando de pronto alguien se sentó en su mesa.
- Tú y yo tenemos que hablar...