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Capítulo 8
VIDA PASADA
En la era de los reyes y reinas, la familia Kavanagh era una de las más poderosas del mundo.
Llenos de riqueza, poder, una familia con un gran linaje, una de las pocas familias constituidas con lo que ahora se conoce como alfas y omegas dominantes.
En el reino gobernado por la familia Kavanagh, el tesoro más preciado eran los omegas, los pocos omegas entre hombres y mujeres eran los seres más protegidos del reino.
Y los dos tesoros más grandes del reino se encontraban dentro del palacio, la reina Ara y el príncipe Yeisan, siempre protegidos por el rey Vanir y resguardados por el ejército real.
El reino del rey Vanir era conocido además de su prosperidad, por la fuerte casta omega dominante y por el gran jardín de rosas amarillas que cubrían los alrededores del palacio.
Todas las mañanas, la familia real salía hacia el balcón del palacio para saludar a los habitantes de su reino, amados por todos, la gran afluencia de personas esperaban admirar todas las mañanas la belleza de la reina y del príncipe.
Cubiertos de seda y diamantes, la piel de porcelana y bello color de ojos asemejados a un tono violeta, las dos personas eran los seres más hermosos que habían pisado esta tierra.
Desde que el joven príncipe cumplió la mayoría de edad, diariamente llegaban propuestas de matrimonio de diferentes reinos, aunque en ese tiempo era extraño que un hombre pudiera dar a luz, todo reino estaba dispuesto a tener al joven príncipe Yeisan.
Aparte de la belleza que lo caracterizaba, varios reinos lo requerían por su gen dominante, siendo capaz de dar a luz a un ser superior como lo es un alfa dominante.
Por supuesto, al tanto de todo, el rey Vanir no permitiría aquello, no permitiría que nadie ultrajara a su precioso hijo.
Los habitantes del reino adoraban al joven príncipe, nadie era merecedor de su príncipe tan educado, amable, bondadoso y hermoso, así era como la imagen del príncipe estaba representada ante los ojos de las personas.
Pero, para aquellos que eran cercanos al príncipe tenían una imagen muy distinta de él, si bien el príncipe era alguien educado e inteligente, también era alguien caprichoso, un niño que creció rodeado del amor excesivo de sus padres, un joven egocéntrico.
Debido a su personalidad, Yeisan no tenía ningún amigo dentro del palacio, más aún siendo el príncipe, nadie se atrevía a cometer ningún error frente al hijo amado del rey, por lo que siempre permanecía en soledad.
Con unos padres ocupados en los asuntos del reino, Yeisan pasaba la mayor parte del tiempo en el jardín de rosas amarillas que rodeaban el palacio, comprendía lo ocupados que estaban sus padres, ellos lo amaban y consentían en varios de sus caprichos, una acción hacia su hijo que hacían con amor terminó volviéndolo un joven egoísta.
Aunque se sentía solo, llenaba esa soledad con las historias que leía en los libros y practicando el arte de la pintura que lo apasionaba en demasía.
Sus días eran cotidianos, llenos de aburrimiento y soledad.
Fue así hasta que un día conoció a alguien que se volvería una persona especial para él.
Cierto día mientras paseaba por el jardín, encontró un libro de pintura tirado sobre el suelo.
Aunque el guardia que lo acompañaba le aconsejó no tomar el libro, Yeisan lo levantó del suelo y empezó a hojearlo.
El libro estaba lleno de ilustraciones de pintura que conocía, cuando llegó a la décima página, un trozo de papel llamó su atención.
Era un pedazo de papel de color que tenía escrito el nombre de una persona con una bonita letra.
Para mí querido Emmett
Era la primera vez que veía ese nombre y el nombre que siempre recordaría.
Durante los siguientes días, Yeisan volvió al mismo lugar en donde había encontrado aquel libro, se sentaba bajo la sombra del gran árbol y hojeaba el libro para verlo.
En el décimo día, mientras Yeisan veía el libro como de costumbre, a lo lejos por el campo de rosas amarillas vio venir a un hombre que parecía estar buscando algo.
El hombre vestía el uniforme del ejército, era un hombre alto a simple vista.
El ejército real solía hacer rondas alrededor del palacio, pero este hombre había sobrepasado el límite que tenían permitido pasar, lo que buscaba debía ser algo realmente importante.
Al acercarse más aquel hombre, se fijó en la presencia de Yeisan, hizo una reverencia y se disculpó rápidamente por la intromisión.
El guardia que acompañaba a Yeisan estaba a punto de dar aviso de lo sucedido con el soldado que había ingresado más allá del jardín, pero fue detenido por Yeisan antes de que pudiera actuar.
Para Yeisan, fue claro lo que ese soldado buscaba, con elegancia, sostuvo el libro frente al soldado para que este lo viera.
Evidentemente, al ver el libro, la expresión del soldado cambió y una bonita sonrisa se dibujó en sus labios.
Yeisan había conocido a un centenar de personas en diferentes reinos cuando acudía con sus padres a ciertos eventos, había visto a varios nobles que venían a cortejarlo dentro del palacio, pero esta era la primera vez que veía una sonrisa tan hermosa y genuina en un desconocido.
Adornado con la hermosa vista de las rosas amarillas detrás de él, ese soldado se veía más resplandeciente que la propia luna durante el anochecer.
"Muchas gracias su alteza", agradeció el soldado en una reverencia.
"¿Esto te pertenece?", preguntó Yeisan haciendo hincapié en el libro que sostenía.
"Sí, su majestad", respondió el soldado.
"Puedes tomarlo", ordenó Yeisan extendiendo el libro.
El soldado tomó el libro con cuidado de no lastimar al joven príncipe sin antes agradecer una vez más.
"¿Cuál es tu nombre?", preguntó Yeisan.
"Emmett Howell, su alteza"
"Estoy aquí para servirle", sonrió Emmett.
gracias autora y muchas bendiciones que sigas creando muchísimas historias y nos llenes a tus lectores de alegría. sabes que siempre me encantó los detalles de flores amarillas. son mis favoritas especialmente los girasoles. 💛💛