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Ecos De Un Tiempo Perdido

Ecos De Un Tiempo Perdido

Status: Terminada
Genre:Completas / Elección equivocada
Popularitas:986
Nilai: 5
nombre de autor: Litio

En un pequeño pueblo donde los ecos del pasado aún resuenan en cada rincón, la vida de sus habitantes transcurre en un delicado equilibrio entre la esperanza y la desesperanza. A través de los ojos de aquellos que cargan con cicatrices invisibles, se desvela una trama donde las decisiones equivocadas y las oportunidades perdidas son inevitables. En esta historia, cada capítulo se convierte en un espejo de la impotencia humana, reflejando la lucha interna de personajes atrapados en sus propios laberintos de tristeza y desilusión. Lo que comienza como una serie de eventos triviales se transforma en un desgarrador relato de cómo la vida puede ser cruelmente injusta y, al final, nos deja con una amarga lección que pocos querrían enfrentar.

NovelToon tiene autorización de Litio para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 8: Reflejos en la Oscuridad.

El día amaneció envuelto en una neblina espesa, cubriendo a San Gregorio como un manto de misterio. Clara, después de la conversación con Doña Rosa, no pudo sacudirse la sensación de que cada paso la estaba llevando hacia algo irreversible. La presencia de la oscuridad en el pueblo era palpable, y cuanto más hurgaba en los secretos del pasado, más se encontraba atrapada en sus propios miedos y dudas.

Decidió que ese día iría a la iglesia, el lugar donde había encontrado el diario de sus padres. Necesitaba examinarlo nuevamente, leer entre las líneas para descubrir lo que sus padres habían estado ocultando. Su estómago se retorcía mientras se dirigía hacia el edificio religioso, ahora solitario y deteriorado. El aire olía a humedad y las hojas caídas crujían bajo sus pies.

Cuando llegó a la iglesia, Clara se detuvo frente a la entrada, mirando las pesadas puertas de madera con un nudo en la garganta. Sabía que lo que estaba a punto de descubrir podría ser desgarrador, pero también sabía que no tenía más opción. No podía seguir viviendo en la oscuridad.

Empujó las puertas y entró. El interior de la iglesia estaba sumido en la penumbra, con rayos de luz filtrándose débilmente por los vitrales sucios. Clara caminó lentamente por el pasillo central, cada paso resonando en el silencio sepulcral. El altar, donde había encontrado el diario, la esperaba al final, como una ominosa figura que guardaba todos los secretos que el pueblo había tratado de enterrar.

Se arrodilló frente al altar y sacó el diario de su bolso. Las páginas ya estaban gastadas por el tiempo, pero las palabras escritas en ellas eran más relevantes que nunca. Clara se concentró en los pasajes que había leído previamente, tratando de encontrar algo que antes se le hubiera escapado.

"No hay escapatoria... el pacto fue hecho... el precio se pagará."

Esas palabras resonaron en su mente como un eco distante, y su respiración se volvió pesada. La mención del pacto era clara, pero el precio seguía siendo ambiguo. Clara no sabía si era un precio que ya había sido pagado o si el pueblo aún estaba esperando su destino final.

De repente, un ruido sordo la sacó de sus pensamientos. Levantó la cabeza rápidamente, con el corazón acelerado. Algo o alguien se movía en la iglesia. Clara se levantó con el diario en la mano, mirando a su alrededor con los ojos entrecerrados. El aire en la iglesia se había vuelto denso, casi asfixiante, y una sensación de inquietud la invadió.

—¿Quién está ahí? —preguntó, su voz temblando.

Nadie respondió. Sin embargo, Clara sabía que no estaba sola. El silencio de la iglesia ahora tenía un peso diferente, como si una presencia invisible la estuviera observando. Decidió que era mejor salir antes de que las cosas empeoraran.

Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta, escuchó un susurro. Fue suave, casi imperceptible, pero lo suficientemente claro para que su piel se erizara.

—Clara...

El sonido de su nombre hizo que un escalofrío recorriera su columna. No estaba imaginando las cosas. Algo la llamaba, algo que parecía saber más de ella de lo que ella misma conocía. Pero Clara no estaba dispuesta a ceder al miedo. Respiró hondo y se volvió hacia la salida, tratando de mantener la calma mientras sus pasos se apresuraban hacia la puerta.

Cuando finalmente salió de la iglesia, se encontró con la misma neblina densa que había cubierto el pueblo esa mañana. El aire fresco le ayudó a despejar un poco la mente, pero la sensación de ser observada no desapareció. Caminó rápidamente de regreso a la pensión, donde esperaba encontrar algo de seguridad.

Al llegar, cerró la puerta detrás de ella y se apoyó en ella, respirando con dificultad. Sabía que estaba al borde de descubrir algo importante, pero también sentía que cuanto más cerca estaba de la verdad, más peligrosa se volvía la situación. Los secretos que San Gregorio escondía no eran solo leyendas; eran realidades que estaban afectando su vida y su cordura.

Una vez en su habitación, Clara se sentó en la cama y abrió nuevamente el diario. Quería encontrar algún indicio, algo que le explicara más sobre el pacto del que tanto se hablaba. Siguió leyendo y, de repente, se encontró con un pasaje que no había notado antes.

"El precio del pacto es el alma del primero nacido."

Clara se quedó helada. El significado de esas palabras la golpeó con una fuerza indescriptible. Su mente comenzó a atar cabos rápidamente. Sus padres habían hecho un pacto para salvar a San Gregorio, y el precio que habían acordado pagar era la vida de su hijo primogénito. Pero Clara era hija única.

Un torrente de pensamientos la invadió. ¿Eso significaba que su vida estaba en peligro desde que nació? ¿Habían sus padres intentado protegerla del destino que habían sellado? ¿Había algo que pudiera hacer para evitarlo?

Su corazón latía con fuerza, y el miedo la envolvía por completo. La idea de que su propia vida había sido sacrificada antes de que ella pudiera siquiera entenderlo era devastadora. De repente, todo cobraba sentido: las desapariciones, los rumores, las advertencias que había recibido. San Gregorio no era solo un pueblo que había caído en desgracia. Era un lugar maldito, y ella era parte de ese mal.

Con las manos temblando, Clara cerró el diario. Sabía que debía enfrentarse a la realidad, pero no sabía cómo hacerlo. El precio del pacto ya estaba estipulado, y ahora, se sentía atrapada en una trampa que había sido tendida mucho antes de que ella siquiera naciera.

Esa noche, Clara no pudo dormir. Los ecos de las revelaciones resonaban en su mente, una y otra vez. Sabía que tenía que hacer algo, pero el tiempo se agotaba y la sombra de la oscuridad en San Gregorio se cernía cada vez más sobre ella.

La pregunta que ahora la atormentaba era: ¿sería capaz de escapar de su destino o estaba condenada a cumplir el precio del pacto?

1
Raquel Aboyte
muy buena historia inspira a yebarla acabo
Raquel Aboyte
esta lectura esta triste
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