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Mis Alfas Posesivos

Mis Alfas Posesivos

Status: Terminada
Genre:Romance / Aventura / Posesivo / Hombre lobo / Amor a primera vista / Harén Inverso / Completas
Popularitas:387
Nilai: 5
nombre de autor: Kai D'angel

Liv está ansiosa por su 18º cumpleaños, pues ese día finalmente conocerá su verdadero destino: su alma gemela. Lo que no sabe es que, al cruzar ese camino, será marcada por tres posesivos Alfa que cambiarán su vida para siempre.
Ahora, Liv deberá lidiar con la inesperada obsesión de estos tres hombres enamorados de ella y descubrir la manera de domar esa pasión descontrolada, antes de que se convierta en algo más peligroso de lo que jamás imaginó.

NovelToon tiene autorización de Kai D'angel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15

Callum narrando:

Sonreí de forma relajada, apoyado en la pared, sosteniendo el control en mi mano. Ryder, cuya frente estaba cubierta de sudor y venas pulsando, venía en una secuencia de derrotas.

—¡Mierda! —Ryder explotó, soltando el control, ya irritado con el juego.

Estaba muy irritado.

—Vamos, hombre, no necesitabas desquitarte con el pobre control. ¿Sabes cuánto pagué por esa pieza, hermano? Fue hecha a medida, diferente de las otras. —reclamó Max.

Miré a Ryder e hice una mueca para él.

—¡Nunca serás mejor que yo! —provoqué.

Ryder me mostró los dientes y se sujetó en la silla furiosamente. La estructura de metal crujió con su fuerza mientras intentaba apretar el metal con las manos.

—Solo espera, voy a entrenar y pasaré mi victoria en tu cara. —Ryder amenazó.

Esa no era la reacción que yo quería. Esperaba que él perdiera la cabeza; esa era la parte divertida de jugar con Ryder. Probablemente, él también sabía eso y se controlaba.

—Wow. —Max silbó mientras me miraba y sonreía.

Pasamos las últimas horas solo jugando videojuegos. Nuestras manos estaban empezando a quedar agarrotadas. Eso también era una distracción para huir del hecho de que nuestra novia había sido rechazada por nuestra dulce y querida madre.

—Y ahí, ¿y ella? ¿Y Liv? ¿Crees que ella está bien? —Ryder fue el primero en comentar.

Me sorprendió el cambio repentino en la voz de Ryder. Parecía preocupado con ella, cosa que yo nunca había visto antes. Yo generalmente no interfería en la cuestión de Ryder y Max, pero conocía bien lo que ellos hacían con aquella pobre chica cuando estaban sedientos de crueldad.

—Deberíamos haber corrido tras ella cuando salió del salón de jantar. —Max suspiró.

Me quedé solo escuchándolos hablar. No estaba particularmente preocupado con ella; al final, había acabado de verla un tiempo atrás. Guardé ese asunto en secreto, solo para que ellos no me miraran de una forma diferente.

—Yo quería acercarme, pero caramba, debías haber visto los ojos del padre. Era como si fueras muerto a cada paso. —Ryder explicó. —Yo quedé paralizado; la madre fue a otro nivel. Ella simplemente humilló a Liv...

Ryder dijo mientras iba hasta la ventana, observando a través de ella.

—Me quedo pensando cómo ella debe estar ahora, sola en el cuarto. —habló suavemente.

—Ella debe estar con los ojos hinchados y la nariz escurriendo de tanto llorar. —añadí de repente. Todos me miraron y se volvieron para la ventana nuevamente.

—¿Ustedes se acuerdan de cómo costumbrábamos perseguirla no hace mucho tiempo? —Max dijo. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de él al hablar de ella.

—Ella no parece, pero es muy resistente. Nunca pensé que ella fuera a aguantar tanto tiempo. Ella era bien rápida; llevó un tiempo para que la alcanzáramos. —Ryder comentó.

—Y yo me quedaba de lejos, todo el tiempo. —interrumpí.

De esa vez, Max me miró y arqueó las cejas.

—¿Cuál es tu rollo? —preguntó.

—Ah, no te preocupes, solo continúa con ese tu parloteo. —le respondí.

—Creo que deberíamos pedir disculpas para ella. —Ryder sugirió. —Mira, hicimos cosas tan despreciables con ella; por lo menos, deberíamos pedir disculpas para que ella nos acepte. Puede ser un paso adelante de lo que queremos.

—Ni pensarlo, ustedes que van a pedir disculpas. —repliqué. —Yo, en verdad, no hice mucha cosa con ella. Es culpa de ustedes.

Max se viró para mí.

—¿Qué? ¡Mira quién habla! —exclamó.

—¿Qué quieres decir? —hablé, encarándolo.

—¿Crees que esa tu táctica de ‘no me mires’ consigue engañarnos? Nosotros sabemos lo que hiciste cuando ella miró para ti. ¿Quieres que comience a listar? —Max sonrió con malicia. Miré para Ryder, que balanceó la cabeza de disgusto para mí.

Suspiré.

—Está bien, tal vez yo la haya lastimado un poco.

Ryder resmungó.

—Ok, yo la lastimé muchas veces, pero creo que un pedido de disculpas no sería suficiente para que ella nos perdone. —admití. —Nuestros errores son demasiados.

Yo no les había contado que la había visto no hace mucho tiempo. Si ellos supieran que yo había ido hasta allá solo, me habrían matado. No estaba a fin de contar que ella me rechazó.

Max bufó y cruzó los brazos. Sus ojos estaban fijos en la TV. Pero, de repente, se viró para Ryder y mí, apoyando el quijada en la mano.

—Vamos a marcarla. —Max habló con entusiasmo.

Mis ojos se agrandaron en la hora. Esa era la mejor idea que tuvimos en aquella noche; comencé a quedar interesado en la conversación.

—Sí, vamos a marcarla. Ella irá, con certeza, a adorar aceptarnos cuando la marquemos. —concordé. No acepté su rechazo; esa era otra chance para mí, después de haber fallado. Tal vez nos aceptara juntos.

Ryder se levantó.

—¿Qué? ¿Qué diablos? ¿Qué estás pensando? —quedó pasmado con nuestra sugerencia.

—Relaja, hombre, solo estamos marcándola. La madre no va a tener elección a no ser aceptarla cuando la marquemos. —le respondí a Ryder.

¿Qué le pasa? Él nunca rechazaría sexo.

—No, ustedes no entendieron. Ese es el problema: queremos solo quedarnos con ella, pero no queremos entenderla. —Dijo. Colocó las manos en los bolsillos y suspiró frustrado.

—Ryder, ¿estás bien? ¿Qué está aconteciendo contigo? —Max preguntó.

—Sí, ¿qué hay de errado? ¿Esa secuencia de derrotas te dejó tan fuera de sí? —bromeé.

—¡No! No es eso. —Ryder respondió.

Tomó una silla, se sentó de frente para nosotros con las manos juntas. Estaba quedando serio sobre eso. Max y yo nos miramos entre nosotros; yo di de hombros.

—Ella necesita aceptarnos. —Ryder comenzó lentamente. —No podemos forzarla. Ese es el problema. Siempre forcé las cosas con ella y nunca pregunté lo que ella quería. —Dijo.

Yo no lo creía. Ryder, de todo el mundo, dando una aula de amor y aceptación. La parte más loca era que él estaba cierto.

—¿Estás bromeando conmigo, verdad? —Max aplaudió.

—No, estoy hablando en serio. Nosotros siempre forzamos las cosas con ella. Ella nunca pidió para ser perseguida por nosotros, pero hicimos mismo así, y ahora tenemos que tener paciencia y esperar que ella nos acepte. Ella también tiene una elección en esa historia; es lo que yo creo. —concluyó Ryder, cruzando los brazos.

De repente, el cuarto quedó en silencio mientras sus palabras resonaban en nuestras cabezas de futuros Alphas. Ryder no estaba errado. Yo tampoco quería aceptar, pero sabía que él tenía razón.

Necesitábamos actuar.

La puerta se abrió de repente, y nuestra madre entró furiosa. Podía sentir el olor fuerte de tabaco premium y nicotina; ella había fumado de nuevo. Me hundí en la silla, suspirando.

—Óptimo. —Crucé los brazos y la encaré.

Ella me miró especialmente, después dirigió la mirada a mis hermanos. Por la expresión facial, percibí que ella estaba muy brava.

Mujeres, criaturas muy complicadas.

—¡Todos ustedes, para la sala de reuniones ahora! —ella gritó.

Max y Ryder miraron para mí, esperando apoyo, pero levanté las manos. No estaba a fin de discutir con ella, como generalmente hacía. Podía salir de esa camisa de once varas, pero preferí no involucrarme con la rabia de ella.

Fuimos despacio hasta la sala, en fila única. Ella vino luego atrás, con sus guardias, y yo lancé miradas para ellos.

—Parece que la madre quedó bien brava con Liv. —Max susurró.

—Tardó, pero ella vino a actuar. —Ryder añadió.

—Algo me dice que tiene más cosa en esa historia. —les hablé mientras llegábamos a la grande sala de reunión.

La puerta fue abierta, y entramos. No nos ofrecieron sillas; quedamos de pie, esperando que la madre profiriera el juzgamiento. Comencé a quedar nervioso; ella caminó hasta una silla, se sentó, mientras quedábamos de pie como patitos abandonados en el centro. La puerta se cerró, y el sonido resonó por el grande salón.

Pensando bien, yo tenía mi chance de huir de todo eso. Sentía una sensación mala de que no iba a gustar de lo que ella iba a decirnos.

Max miró para mí y dio un paso adelante.

—Madre, solo quería decirte que...

—¿Ustedes conocen la manada Red Moon? —la madre comenzó. Ella ajustó la postura en la silla para quedar más confortable.

La pregunta de ella nos desestabilizó. Estaba confuso sobre lo que ella quería decir.

—¿Por qué? —preguntó Max, cerrando las manos al lado del cuerpo. Tuve la sensación de que él ya había llegado allá antes mismo de nosotros.

—Ustedes los conocen, ¿cierto? ¿Y el alfa? —ella continuó. Colocó las manos en los brazos de la silla y descansó la frente en la mano. Su expresión estaba bien fría, difícil de leer.

—Yo los conozco; él es uno de los aliados del Padre. —Ryder respondió por nosotros.

Ella asintió con la cabeza.

—Óptimo, —ella dijo. —Él actualmente tiene tres hijas solteras. —añadió.

—¿Qué eso tiene que ver con nosotros? —Yo estaba impaciente. No gustaba nada de aquel lugar; ya adivinaba para donde aquella conversación iba.

Ella se levantó y, de repente, viró el rostro de rabia. Caminó lentamente hasta mí, me encaró, casi tan alta cuanto yo —casi intimidante. Mantuve mi postura y la encaré de vuelta.

—Ustedes van a casarse con ellas, los tres. Y yo no aceptaré un no. —ella habló despacio, para que el mensaje fuera claro.

Sonriendo de rabia, prendí la mandíbula.

—No. —desafié.

—Ustedes no entienden. Ustedes no tienen elección. Ustedes irán a casarse con ellas, quieran o no. Mi sangre no se contaminará con el de una omega inútil. —disparó contra mí.

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