¿Podría un hombre marcado por la sangre cambiar al encontrarse con una mujer que veía la esperanza en todo?
¿O el pasado de ambos sería demasiado fuerte para escribir una nueva historia?
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Cap. 16
El jefe y la sombra en casa
Veinte minutos después, el edificio corporativo de Adam Company, en Paseo de la Reforma, estaba en silencio absoluto. Los empleados se habían alineado en el lobby, con la mirada baja y los nervios a flor de piel.
Un auto negro de lujo se detuvo frente a la entrada. Aris bajó primero, abrió la puerta trasera y Lucifer descendió con paso firme.
—Ya llegó —susurró una recepcionista.
Lucifer entró al edificio sin gafas oscuras, con las manos en los bolsillos y el rostro impasible. El aroma de su perfume, intenso y elegante, parecía llenar el aire a su paso.
William Tristan, su asistente, se acercó con respeto.
—Buenas tardes, señor —dijo, extendiendo la mano.
Lucifer lo miró, pero no respondió al gesto. William no se ofendió. Conocía bien a su jefe.
—Qué tipo tan arrogante —murmuró una empleada.
William guió a Lucifer hacia la oficina presidencial. Justo antes de entrar, una señora del servicio de limpieza, de unos cincuenta y tantos años, tropezó con el cubo de agua y lo derramó sobre los zapatos de Lucifer.
—¡Ay, perdón, señor! Fue sin querer —dijo la mujer, temblando.
Los empleados se quedaron congelados. Algunos se llevaron las manos a la boca. Otros pensaron que sería despedida en ese instante.
Lucifer la miró de arriba abajo.
—¿Cuánto tiempo lleva trabajando aquí?
—Ocho años, señor...
—¿Y cuántos años tiene?
—Cincuenta y cinco...
Lucifer se giró hacia William.
—A partir de mañana, que no regrese. Pero si tiene algún familiar que quiera ocupar su lugar, que lo autoricen. Y dale una liquidación triple.
—Sí, señor —respondió William.
Lucifer siguió caminando. La mujer se quedó paralizada. Algunos empleados sintieron pena. Otros, alivio por no haber sido ellos.
Ya en la oficina, Lucifer se sentó y pidió los informes.
—Quiero el reporte de asistencia, productividad y gastos de los últimos seis meses.
William entregó los documentos sin titubear.
—¿Está todo aquí?
—Sí, señor.
—Bien. Puedes retirarte.
William salió. En el pasillo, la señora de limpieza lo interceptó.
—Por favor, joven... no me despida. Fue un accidente.
—Lo siento, señora. El jefe fue claro. Pero si tiene un hijo o hija que quiera trabajar aquí, puede traerlo. Y usted recibirá una buena liquidación.
La mujer se quedó en silencio. Luego asintió.
—Gracias. Tal vez el jefe no es tan malo como parece. Quizá solo quiere que descanse... estoy cansada, y ese dinero me va a ayudar.
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En una casa deteriorada de la colonia Doctores, Marni contestó el celular de su esposo.
—¿Bueno? ¿Quién habla?
—Soy Reno, amigo de Ferdi. ¿Está él?
—¿Qué asunto tiene?
—Negocios. Pásamelo.
Marni frunció el ceño. *“Negocios... seguro es por dinero.”*
—Ferdi, te buscan —dijo, entrando a la habitación.
—¿Qué pasa, mujer? ¿Por qué gritas?
—Es Reno. Dice que quiere hablar de negocios.
Ferdi se incorporó, tomó el celular y respondió.
—¿Qué onda, Reno?
—Mi jefe quiere hacer trato por la chica que mencionaste ayer.
Ferdi se quedó en silencio. Luego sonrió.
—¿Cuánto ofrece?
—Cien mil pesos.
Marni, que escuchaba desde la puerta, abrió los ojos.
—¿Cien mil? ¿Por quién?
—Esta noche la llevas a la dirección que te voy a mandar. No te equivoques. Si haces algo mal, mi jefe no perdona.
—¿Y el pago?
—Manda tu número de cuenta ahora.
—Va, va... lo mando.
Ferdi colgó, feliz. Marni entró.
—¿Por qué sonríes como idiota?
—Nada. Un amigo me ofreció trabajo.
—¿Trabajo? ¿Cien mil? ¿Qué chica?
—No te metas, mujer.
—Ferdi... si estás pensando en hacerle daño a Eva, te juro que te reviento.
Ferdi se quedó callado. Luego lo soltó todo. Le contó a Marni que había ofrecido a Eva, su hija adoptiva, como parte de un trato.
—¿Estás loco? ¡Es nuestra hija!
—Es adoptada. Y necesitamos el dinero.
—¿Y cómo piensas decírselo?
—No sé... eso es lo que me tiene confundido.
Marni lo miró con asco. Sabía que Ferdi era capaz de muchas cosas. Pero esto... esto era otra cosa.
Te felicito
espero que ese tipo le diga a Eva que su padre la vendió a el para pagar la deuda que tenia con el aver si con eso ya habré los ojos y se da cuenta que ellos no la quieren y solo la ven como un objeto que pueden usar del cual desacerse
y así ella se aleje y corta lazos con esa gente que si la buscan con escusas barata no los escuche ni les de dinero que solo se preocupe por ella y su hermano que se ve que la quiere y se preocupa por ella