Esposada A Mi Amor.

"Algunas cosas del pasado desaparecieron Pero otras abren una brecha al futuro y son las que quiero rescatar"

^^^Mario Benedetti^^^

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Samantha llegó a su departamento sintiéndose agotada por el intenso día. Sin perder tiempo, se dirigió a su habitación y luego al baño para disfrutar de una ducha caliente. Mientras el agua caía sobre su piel, cerró los ojos y permitió que el calor relajara sus músculos y despejará su mente.

Después de un par de minutos, salió del baño, se puso su pijama más cómoda y fue a la cocina a preparar una cena ligera. Mientras cortaba algunas verduras, su teléfono sonó, interrumpiendo la tranquilidad. Al ver el nombre en la pantalla, una sonrisa se dibujó en su rostro, era su excompañero y gran amigo Pablo, del departamento de Narcóticos de New York.

📱 ¡Sam, Hola! ¿Cómo te va por allá? - la voz al otro lado de la línea era cálida y familiar.

📱¡Pablo! ¡Hola, que alegría que me llamas! Estoy bien, ajustandome al ritmo aquí en Los Ángeles, Pero cuéntame ¿Qué tal todo por allá? - contesto ella, sintiéndose reconfortada por la conversación.

📱Todo marcha, ya sabes cómo es esto. Pero definitivamente no es lo mismo sin ti en el equipo - respondió Pablo, con tono de nostalgia - Y creo que el que más te extraña es Richard. No ha Sido el mismo desde que te fuiste.

Samantha sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre de Richard. Si expresión se tensó, y con un tono más firme responde

📱 Bueno, a veces los cambios no son fáciles para todos. Pero hablemos de otra cosa. ¿Cuándo me vienes a visitar?

📱 Cuando tenga unas vacaciones te caigo por allá para que seas mi guía turística.

Después de unos minutos de conversación, colgaron. Samantha dejó el teléfono en la encimera y se quedó mirando la nada por un momento, recordando los días en New York y todo lo que había dejado atrás. Aunque apreciaba la lealtad y el apoyo de su antiguo equipo, no podía evitar sentir el dolor que Richard le había causado.

Mientras terminaba de preparar su cena, su determinación se reafirmó. Estaba en Los Ángeles para comenzar de nuevo, y aunque el camino no sería fácil, sabía que era el paso correcto para recuperar el control de su vida y sanar las heridas de su corazón.

Samantha intentó concentrarse en su cena, Pero las palabras de Pablo resonaban en su cabeza. Aunque había intentado dejar atrás todo lo relacionado con Richard, la mención de su nombre había despertado una tristeza que había reprimido. Necesitaba despejar su mente, así que, después de cenar, decidió cambiarse y salir a conocer a Los Ángeles de noche.

Escogió un outfit sexy y moderno. Le gustaba vestirse así para salir a divertirse, ya que casi siempre está en ropa de trabajo. Así que cuando tenía la oportunidad la aprovechaba para sacar su lado sexy y femenino. El vestido negro corto dibujaba bien su figura, el cinturón delineaba su hermosa cintura y las botas altas eran el complemento perfecto.

El aire fresco de la ciudad la recibió cuando salió de su departamento, y empezó a caminar sin rumbo fijo, dejando que las luces y los sonidos de la ciudad la envolvieran. El bullicio de Los Ángeles era un buen antídoto para su tristeza, y pronto se encontró más relajada, dejándose llevar por la energía del lugar.

En su recorrido, Samantha encontró un bar que parecía acogedor, con un ambiente animado Pero no demasiado ruidoso. Entró y se sentó en la barra, pidiendo una cerveza. Mientras la bebía, observa a la gente a su alrededor, dejando que las conversaciones y la música la distraerán.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que un hombre se le acercara. Era un hombre muy guapo, con una sonrisa segura y un aire de confianza que a primera vista podría ser atractivo.

- Hola preciosa, ¿puedo invitarte otra cerveza? - le pregunto, inclinándose ligeramente hacia ella.

Samantha le sonrió cortésmente, Pero negó con la cabeza.

- Gracias, pero estoy bien así.

El hombre no parecía dispuesto a aceptar un no por respuesta.

- Vamos, una cerveza más no hace daño. Solo para conocernos mejor.

Samantha mantuvo su sonrisa, aunque su tono se volvió un poco más firme.

- De verdad, no estoy interesada.

El rechazo no fue bien recibido. La sonrisa del hombre se desvaneció y sus ojos adquirieron un brillo molesto.

- No tienes que ser tan fría. Solo estoy siendo amable. - le dijo el extraño y la tomo por la muñeca con una expresión desafiante.

Samantha sintió la tensión en su cuerpo, Pero no perdió la calma, miró su muñeca y luego con una expresión fría y con una voz sería y de advertencia le dijo.

- Será mejor que me sueltes o te vas a arrepentir.

El hombre, pensando que podía intimidarla, apretó su agarre, retándola en silencio. Pero antes de que pudiera hacer algo más, Samantha actuó con rapidez y precisión. Con una maniobra de defensa personal que había aprendido en su entrenamiento, giró su cuerpo de forma que el brazo del hombre quedó torcido, y con un movimiento rápido lo empujó hacia la barra, forzándolo a soltarla.

El hombre soltó un gruñido de dolor, sorprendido por la repentina y efectiva resistencia. Justo en ese momento, Fernando entro en el bar y vio lo que estaba ocurriendo. Se acercó rápidamente, con una mezcla de preocupación y determinación en su mirada.

Fernando llegó junto a Samantha justo cuando el hombre se enderezaba, aún frotándose la muñeca adolorida.

- ¿Hay algún problema aquí? - pregunto Fernando con una voz fría y controlada, situándose al lado de Samantha.

El hombre al ver la imponente figura de Fernando y el control que emanaba, decidió que no valía la pena seguir con el conflicto.

- No, no hay problema - murmuró, retrocedió antes de desaparecer entre la multitud.

Samantha se giró hacia Fernando, su corazón aún latiendo rápido por la adrenalina, Pero con una expresión tranquila.

- ¡Sargento! ¿Qué hace aquí?

- Solo salí a despejarme, pero de repente te Vi al entrar y pensé que necesitabas ayuda.

- Gracias sargento, pero tenía todo bajo control - dijo con una pequeña sonrisa, tratando de aliviar la tensión.

Fernando asintió, admirando su compostura.

- Lo sé, Pero no podía quedarme sin hacer nada. - su tono era serio, Pero había un brillo de respeto en sus ojos.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, antes de que Fernando pidiera una cerveza para él también.

- ¿Te importa si me quedo aquí contigo? - pregunto, con un tono más suave.

Samantha negó con la cabeza, agradecida por su compañía.

- No hay problema Sargento, me encantaría.

Mientras compartían la bebida, la noche continuo, y la tensión que había sentido desde la llamada anterior comenzó a desvanecerse.