Espero que esta carta te encuentre bien, aunque mi corazón late con dolor al pensar que ya no estaré aquí para verte sonreír. Si la estás leyendo, es porque mi tiempo se ha agotado y mi cuerpo ya no puede luchar más.
Quiero que sepas que te perdono. Te perdono por todo el dolor que me causaste, por todas las noches que pasé llorando por ti, por todas las mañanas que desperté con la esperanza de que regresaras a mí.
Te perdono por no estar allí para mí cuando lo necesité, por no escuchar mis súplicas, por no sentir mi dolor. Te perdono por dejar que el tiempo y la distancia nos separaran.
Aunque decidí rendirme y dejar de luchar por nosotros, nunca dejé de amarte. Siempre te amé, y siempre te amaré. Recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada beso, cada abrazo, cada mirada...
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Cap 2
Después de años de esfuerzo y dedicación, Elena se graduó de la preparatoria con las mejores calificaciones de su promoción. Su puntaje perfecto en los exámenes nacionales le abrió las puertas a la prestigiosa Universidad de Ingeniería Aeronáutica.
Sin embargo, Elena no se contentó con solo una carrera. Su curiosidad y pasión por el conocimiento la llevaron a inscribirse también en la Facultad de Medicina. Aunque muchos la consideraban loca por intentar cursar dos carreras tan demandantes al mismo tiempo, Elena estaba decidida a seguir su visión.
Con su mente analítica y su capacidad para resolver problemas complejos, Elena destacó en ambas carreras. Sus profesores la admiraban por su capacidad para conectar conceptos de ingeniería con principios médicos, creando soluciones innovadoras.
En la universidad, Elena encontró un grupo de amigos que compartían su pasión por la innovación y el aprendizaje. Juntos, formaron un equipo de investigación que buscaba desarrollar tecnologías médicas avanzadas para mejorar la atención sanitaria en zonas rurales.
Mientras estudiaba, Elena continuó invirtiendo en el mercado de acciones, utilizando su conocimiento de economía y finanzas para mantener su fortuna creciendo. Su éxito financiero le permitió patrocinar becas para estudiantes talentosos que no tenían los recursos para estudiar.
A los 19 años, Elena estaba en su tercer año de universidad, balanceando sus carreras de Ingeniería Aeronáutica y Medicina. Un día, mientras asistía a una conferencia sobre innovación en el deporte motor, conoció a Sergio Pérez, un joven piloto de carreras mexicano con una pasión por la velocidad y la tecnología.
Sergio, quien entonces competía en la GP2 Series, estaba fascinado por la inteligencia y la determinación de Elena. Ella, por su parte, se impresionó por la habilidad y la dedicación de Sergio en el mundo del automovilismo.
Comenzaron a conversar sobre la intersección entre la ingeniería y el deporte motor, y Elena se ofreció a ayudar a Sergio a mejorar el rendimiento de su equipo mediante análisis de datos y optimización de vehículos.
Su colaboración se convirtió en una amistad cercana, y pronto, Sergio la invitó a unirse a su equipo como consultora técnica. Elena aceptó, y juntos, comenzaron a trabajar en proyectos innovadores que combinaban la tecnología aeronáutica con la ingeniería automotriz.
Mientras tanto, la carrera de Sergio en la GP2 Series iba en ascenso, y Elena se convirtió en una parte integral de su equipo.
Con su conocimiento del futuro y su inteligencia financiera, Elena comenzó a invertir en el mundo de la Fórmula 1. Utilizando su apodo empresarial, "Aurora Wynter", compró acciones significativas en las cuatro mejores escuderías: Ferrari, Mercedes, Red Bull y McLaren.
Nadie, incluyendo Sergio, sabía que Elena era la misteriosa inversora. Ella prefería mantener su anonimato, ya que su objetivo era proteger su privacidad y evitar distracciones en su vida personal y profesional.
Mientras tanto, Sergio continuaba impresionado por la inteligencia y la habilidad técnica de Elena. Sin saber sobre su fortuna, la valoraba por su colaboración y apoyo en su carrera.
La relación entre Elena y Sergio se profundizó, y pronto se convirtieron en una pareja sólida. Aunque Elena estaba enamorada, mantuvo su secreto empresarial oculto, temiendo que cambiaría la dinámica de su relación.
En el mundo de la F1, y empresarial, "Aurora Wynter" se convirtió en un nombre respetado y temido. Los expertos financieros especulaban sobre la identidad detrás del apodo, pero nadie podía imaginar que la joven y talentosa Elena era la mente detrás de las estratégicas inversiones.
Perspectiva de Sergio
Desde el momento en que conocí a Elena, supe que era diferente. Su inteligencia y pasión por la tecnología me impresionaron. Recuerdo nuestra primera conversación sobre innovación en el deporte motor, y cómo me sorprendió su conocimiento y visión.
En ese momento, no buscaba una relación sentimental. Mi enfoque estaba en mi carrera como piloto de carreras. Sin embargo, cada vez que hablaba con Elena, me sentía atraído por su energía y entusiasmo.
Su ayuda en mi equipo fue invaluable. Su capacidad para analizar datos y optimizar el rendimiento del vehículo me dio una ventaja competitiva. Pero más allá de su talento, era su sonrisa y su risa lo que me hacía sentir vivo.
Quería conocerla mejor, pero parecía imposible. Cada vez que intentaba invitarla a salir, ella encontraba una excusa. "Tengo un examen importante", "Estoy trabajando en un proyecto", "No tengo tiempo". Me frustraba, pero no me rendí.
Un día, le pregunté si quería unirse a mí para una cena de gala en el circuito. Me dijo que no podía, que tenía una reunión importante. Otro día, le propuse ir a un concierto de música clásica. Me respondió que estaba demasiado ocupada estudiando.
Empecé a pensar que no estaba interesada en mí. Pero cada vez que la veía, sentía una chispa que me hacía seguir intentando. Su sonrisa, su mirada, su forma de reír... todo me hacía sentir que valía la pena seguir tratando.
Poco a poco, mi admiración por ella se convirtió en algo más. Empecé a notar la forma en que su cabello caía sobre sus hombros, la forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba de tecnología. Me enamoré de su inteligencia, su pasión y su belleza.
Y entonces, un día, algo cambió. Elena aceptó mi invitación para un paseo por el parque. Fue un momento mágico, y supe que no la dejaría escapar.
Perspectiva de Elena
Recuerdo cuando conocí a Sergio, un piloto de carreras apasionado y carismático. En ese momento, mi vida estaba enfocada en mi educación y mi carrera empresarial. El mundo del automovilismo no era parte de mi vida, de hecho, me aterraba. Nunca había entendido su atractivo, su velocidad, su riesgo.
Mi vida pasada había sido completamente diferente. Me había centrado en mis estudios y mi carrera, sin involucrarme en el mundo del automovilismo. No sabía nada sobre Sergio, su pasado, su presente ni su futuro. No sabía si se casó, si tuvo hijos, si sufrió un accidente... simplemente no sabía nada.
Pero cuando lo conocí, todo cambió. Su entusiasmo era contagioso, y pronto me encontré sumergida en un mundo que no conocía. Me aterraba la idea de estar cerca de alguien que corría riesgos constantemente, alguien que podía perder la vida en cualquier momento.
A pesar de mi miedo, no podía evitar sentirme atraída por Sergio. Su pasión, su dedicación, su sonrisa... todo me hacía sentir viva. Y aunque mi mente me decía que era una locura, mi corazón me empujaba a seguir adelante.
Recuerdo cuando Sergio me invitó a unirse a su equipo como consultora técnica en la GP2 Series. Me sentí honrada y asustada al mismo tiempo. ¿Qué sabía yo de automovilismo? ¿Qué podía aportar? Pero Sergio creía en mí, y eso fue suficiente.
Cada vez que Sergio me invitaba a salir, mi corazón saltaba. Pero mi miedo y mi inseguridad me hacían encontrar excusas. "Tengo un examen importante", "Estoy trabajando en un proyecto", "No tengo tiempo". Era una forma de protegerme, de mantener la distancia.
Pero Sergio no se rindió. Siguió invitándome, siguió sonriendo, siguió haciéndome sentir especial. Y un día, acepté su invitación para un paseo por el parque. Fue un momento mágico, y supe que no podía seguir negando mis sentimientos.
A medida que pasábamos más tiempo juntos, mi miedo comenzó a disminuir. Empecé a ver el automovilismo de una manera diferente, como un deporte que requería habilidad, estrategia y coraje. Y empecé a ver a Sergio como un hombre que no solo era un piloto, sino un ser humano apasionado y vulnerable.
Mi corazón había tomado el control, y yo no podía hacer nada para detenerlo. Me había enamorado de Sergio, y estaba dispuesta a enfrentar mis miedos por él. No sabía qué futuro nos esperaba, pero estaba dispuesta a dar todo por él, por nuestra relación y por la vida que estábamos construyendo juntos.