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Gingerline

Gingerline

Status: Terminada
Genre:Completas / Intrigante / Matrimonio arreglado / Amor-odio / Amor eterno / Secretos de la alta sociedad / Mundo de fantasía
Popularitas:126k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Precuela de la saga colores

Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.

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9. La Orquídea Gingerline

...SEBASTIAN:...

Dedicarme a lo que me gustaba era lo único que me mantenía sereno, al cuidar y regar las plantas podía despejar mi mente. No volvería a cometer los mismos errores que cometí con Rossan, no rogaría, no volvería a acercarme a Emiliana esperanzado, como tonto creí que ella podría corresponder como esposa y como mujer, pero al verla con las cartas de Dorian, supe que la señorita no estaba cerca de olvidarlo. Conservó las cartas, las leía y eso era suficiente prueba de que ella seguía añorando quedarse a su lado, que solo se estaba conformando conmigo porque él ya estaba casado.

Estaba harto de ser la última opción.

No debí meterme en aquel lío y aceptar que el conde me entregara a la señorita equivocada, solo lo hice para salvarla a ella y a su familia de un escándalo, creyendo que sería algún capricho y que tal vez podría tener un matrimonio normal, al menos tranquilo. Al principio me conformaba con eso, pero mientras más me acercaba a Emiliana, deseaba más de ella.

Quería de forma egoísta que me correspondiera en todo, pero todavía estaba prendada del duque y estaba seguro que eso no cambiaría mucho.

En mi vida siempre se hallaba la sombra de un duque, primero con Rossan y ahora con Emiliana.

Quité la malas hierbas de las macetas, tenía mis plantas en hileras de mesas largas, algunas estaban colgando.

Yo era demasiado quisquilloso.

Escuché el galopar de un caballo, pero estaba concentrado en la limpieza y en regar las plantas, algunas de las plantas estaban preparadas para soportar el invierno, pero me preocupaba las que no estaban adaptadas, tenía que hallar la forma de mantenerlas vivas hasta la otra estación.

El galopar paró en seco y observé por los cristales a una silueta borrosa que bajaba de un semental y caminaba hacia la puerta que estaba abierta.

La señorita Emiliana volvió a aparecer, para atormentarme.

Entró con expresión curiosa, observando el interior, tenía un vestido para montar color verde oscuro, guantes, unas botas de cuero con cordones y tacón.

— ¿Qué hace aquí? — Gruñí, un poco disgustado.

— Tiene muchas plantas — Dijo, con una expresión apenada, caminó por el pasillo, con lentitud, observando sin tocar — No conozco ninguna.

— Son especies poco conocidas — Corté, siguiendo con la limpieza, yo llevaba guantes de cuero, un delantal y una ropa gastada que siempre usaba para entrar al vivero.

— ¿Dónde las encontró?

— En mi viaje.

Me hablaba como si no la hubiera encontrado leyendo las cartas de su amado.

— ¿A dónde ha ido?

— A muchas partes de Floris e Hilaria, incluyendo algunas islas del sur.

— Suena toda una aventura, yo quisiera...

— ¿A qué vino? — La evalué y se tensó, me observó detenidamente.

— Rompí las cartas.

— ¿Por qué hizo eso?

— Porque ya no me interesa el duque.

— ¿Y eso pasó después de que la descubriera leyendo? — Arqueé las cejas y se aproximó — No debió molestarse.

— Al principio si las conservé porque juraba que el duque era el hombre de mi vida...

— No tiene porque aclarar nada, ya todo esta claro — Corté, tomé las pinzas de podar — Señorita Emiliana, temo que ahora estoy un poco ocupado, por favor váyase.

Ella me observó con súplica — No ha quedado nada claro, todo fue mal entendido.

— La noticia del divorcio le puso feliz, usted siempre a despreciado este matrimonio y conservaba las cartas, si yo no la hubiese descubierto, usted no las habría roto ¿O me equivoco?

— Las estaba leyendo porque... Porque estaba tratando de darle sentido a mis sentimientos y a buscar respuesta sobre como llegué a ilusionarme con un hombre que solo me dijo lo que quería escuchar y que me ofreció lo que yo siempre quise, pero cuyas promesas y palabras estaban vacías — Dijo, observando a mis ojos.

Volví mi vista a las plantas.

Necesitaba ver su reacción al estar frente al duque y su hermana, necesitaba disipar las dudas que tenía, debía inventar una excusa para que vinieran los dos y ver como se comportaba Emiliana ante ellos.

No podía empeñarme con una celebración, no en los próximos meses, tenía mucho trabajo en los negocios y también debía viajar.

— Váyase, tengo que seguir con esto.

— ¿Por qué no me cree?

— Estoy ocupado, Emiliana.

— Se que me equivoqué en muchas cosas... no me odie... No sea tan duro conmigo...

Con esas súplicas casi caigo.

— Yo no la odio, pero de lo que si estoy seguro es que no debimos casarnos.

— Podemos tener un matrimonio normal, solo tiene que darme una oportunidad — Susurró y la observé, sus ojos estaban húmedos — Se que no empezamos con un buen pie, pero al menos podemos intentarlo.

— Emiliana... ¿Usted sigue amando al duque?

Ella se quedó callada, sin saber que decir.

— No lo sé.

— Sino tiene respuesta, entonces yo tampoco tendré una para su petición.

Se acercó y me tensé cuando me abrazó, sin importarle la tierra en mi ropa.

Me quedé inmóvil, con los brazos a los lados.

Olía delicioso, se sentía tan cálida y delicada, con su delgada figura aferrada a mí.

Rodeé su cintura y correspondí a su abrazo, aspirando el perfume de su cuello.

Se arqueó cuando respiré.

Me volví a sentir necesitado. La apreté más fuerte, encajando mi erección en ella y se estremeció un poco. Mis manos presionaron su cintura, una de ellas subió por su espalda y sentí como se le atoraba la respiración.

Mi cuerpo no entendía su ingrato comportamiento.

Giró un poco su cabeza y su mejilla suave rozó la mía. Un movimiento y mis labios alcanzarían los suyos.

¿Por qué era tan débil? Me lastimaba tanto que Emiliana no fuese solo mía, que en sus pensamientos estuviera el duque en lugar de mí.

Giró su rostro un poco y su nariz rozó la mía, su respiración cálida y débil rozó mi rostro.

Se quedó quieta, solo faltaban dos centímetros para que nuestros labios se tocaran.

Ella cerró sus ojos.

Un beso me condenaría más.

La solté y abrió sus ojos, parpadeó varias veces.

Me observó, desconcertada.

Retrocedió torpemente, tropezando con la mesa y una de la macetas cayó al suelo.

Me tensé cuando noté que la orquídea se había caído.

Me agaché rápidamente, revisando de inmediato la planta.

— Lo siento... No quise hacerlo... No fue adrede.

— Pásame una maceta vacía — Le pedí — Están al final del pasillo, en un cajón.

Ella caminó de prisa y volvió después de unos segundos con una maceta, agachándose a mi lado.

Recogí toda la tierra que estaba esparcida y la coloqué en la maceta nueva.

— No quise dañar la planta.

— No se preocupe, entiendo que fue un accidente.

Me costó demasiado encontrar esa planta, pero no podía echarle la culpa a Emiliana.

Coloqué con cuidado la planta, retirando las flores y las hojas maltratadas.

— Es un color muy extraño, jamás lo ví en una flor.

— Es Gingerline.

— ¿Se llama gingerline?

— No, el color entre amarillo naranja muy vivo, se llama gingerline.

— ¿Qué flor es? — Tomó una de las flores que se desprendieron.

— Es una orquídea.

— Es hermosa, nunca la había visto.

— Es de Hilaria — Me levanté con la maceta y ella hizo lo mismo — Tal vez no sobreviva al invierno.

— Es de clima cálido, es una pena, es muy hermosa.

— Lo es.

Observó las demás plantas — La mayoría lo son — Soltó un gemido de asombro — ¿Y esa cuál es? Se ve peligrosa.

Observé lo que apuntaba.

— Es una planta carnívora — Estaba apartada de las demás, tenía dientes verdes — Se alimenta de moscas.

— No sabía que existía algo así — Tenía expresión impactada.

Emiliana era una chica ingenua, muy inocente.

Oculté una sonrisa.

— Lucen más aterradoras de lo que realmente son.

Se inclinó para observarla con más detenimiento.

— Huele un poco raro.

— Es un olor natural para que las moscas se acerquen, pero yo soy quien las alimenta.

Observó la maceta en sus manos — ¿Estará bien?

— Eso espero, de todas formas, creo que no podré hacer mucho cuando llegue el invierno, la mayoría de mis plantas no podrán sobrevivir.

— Es una pena — Suspiró, sus mejillas todavía estaban sonrojadas — Tiene que haber una forma de mantenerla cálida.

— Por más que pienso, no encuentro una forma.

Volvió su vista a la flor en su mano — Lo único que ocasiono es desastre.

— Fue un accidente.

— Trataré de pensar en una forma de conservar las plantas en el invierno.

— No se moleste, es un trabajo que me corresponde a mí — Dejé la maceta de nuevo en su lugar y tomé un poco de abono de una bolsa, le coloqué y luego la regué, todo eso mientras Emiliana observaba.

— Espero que este bien.

— Mejorará.

— Yo me retiro, por favor, piense en lo que le dije — Pidió, caminando hacia la salida y la observé marcharse, con su trenza pelirroja colgando en su espalda.

Escuché como se alejaba con el caballo.

...****************...

Volví a la mansión para el almuerzo y me aseé. Necesitaba ir al club de caballeros a reunirme con algunos de mis socios, no me gustaba nada el lugar que habían elegido, pero no podía retrasar más esa reunión.

Llegué al comedor, vestido para salir, con un traje negro, botas pulidas, chaleco, camisa blanca y un saco, también un pañuelo atado al cuello.

Me tensé al hallar a la señorita Emiliana, llevaba un vestido con bordados de flores y un escote pronunciado, dejando ver sus senos firmes.

Giró su atención hacia mí — Lo siento por no esperar tenía mucha hambre — Observó mi traje cuando me senté en mi lugar — ¿Va a salir?

— Tengo una reunión con mis socios.

No preguntó más y siguió comiendo.

Desvié mi vista de nuevo a su pecho, al piel blanca y a sus firmes frutos.

Me estaba dando hambre, pero de ella.

¿Cuánto tiempo más podré resistir a la tentación?

— ¿Es muy lejos? — Preguntó, después de tragar bocado.

— No, es el puerto.

— ¿En qué sitio?

— ¿Por qué le interesa saberlo? — Elevé una ceja y ella tensó sus hombros.

— Curiosidad.

— Es en un club de caballeros.

Su expresión cambió — ¿Un club de caballeros?

— Así es, es ahí donde me voy a reunir.

Supuse que no sabía a que me refería, pero su ceño se arrugó.

— Esos sitios son para beber y jugar cartas.

— ¿Cómo lo sabe? — Me desconcertó.

— Tengo un hermano, él suele ir a clubes.

— Entonces debe saber que son los sitios donde se hablan de negocios entre tragos y cartas.

— Claro, pero también sé que hay mujeres — Gruñó y la observé con los ojos estrechados.

— ¿Insinúa que voy a ver mujeres?

— No, no estoy insinuando nada, solo estoy repitiendo lo que mi hermano hablaba con sus amistades en ocasiones.

Me sorprendía, el conde no tenía fama de mujeriego sino de otra cosa.

— ¿Qué hace una señorita escuchando ese tipo de conversaciones?

— Yo no dije que estuviera presente, a veces escuchaba por casualidad sin que se dieran cuenta, entienda, era mi única forma de saber sobre las costumbres de los hombres — Dijo, picando un trozo de carne — No me sirvió de mucho, como ya sabe, yo no tengo idea de nada, pero con lo que me dijo usted empiezo a darle sentido a todo esto.

— ¿A qué se refiere?

— Que en esos clubes hay mujeres que los hombres usan para satisfacer sus necesidades y usted va a ir — Su expresión se llenó de enojo.

— Yo no voy a lo que usted está pensando, tengo que tratar asuntos de negocios.

— ¿Entonces no le importará llevarme?

Resoplé — Las mujeres no pueden entrar a los clubes.

— Querrá decir las señoritas y las esposas, ya que ellas solo sirven para procrear, no tienen permitido ver como sus esposos usan a otras — Siseó y apreté mis puños.

— Ya le dije que yo no iré a eso.

— Usted dijo que una esposa no podía satisfacer las necesidades de su esposo, entonces ya me imagino la clase de negocios que usted irá a tratar.

Me llené de enojo — Me está juzgando de la peor forma.

— No, no lo juzgo, solo estoy reafirmando lo que usted me dijo y sabe que, adelante, haga lo que le apetezca, al fin y al cabo este matrimonio es solo de nombre — Se marchó del comedor muy enojada y quise perseguir para aclararle que yo no era ese tipo de hombre.

Me arrepentí de haberle dicho que todo hombre casado buscaba amantes porque sus esposas no podían cumplir con sus necesidades, ahora estaba pensando que yo formaba parte de ese grupo de hombres.

No podía pensar en amantes, solo tenía una cosa en mente y era tomarla, darle mucho placer.

Empecé a imaginarla en todas las posiciones, estremeciéndose por mis movimientos y tuve que salir de inmediato.

Terminé marchando hacia el puerto, pero en lugar de ir en carruaje decidí ir a caballo.

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Vero Pina
Al paso que van tendrán trillizos como los duques. 😍😍😍🎈😁
Francisca Miranda Garcia
excelentes historias seguiré con las que siguen, gracias
Francisca Miranda Garcia
hermosas sus historias autora me han encantado de verdad, muchas felicidades y gracias
Francisca Miranda Garcia
eso quiere decir que Celia se irá con William y su hijo Leandro
Francisca Miranda Garcia
todo me imaginé del Márquez menos que fuera un viejo cochino
Sol
Maravillosa trama, excelente tus escritos más aun cuando aparecen en las historias d esta saga y sus personajes.... Emi única y cm.supo deleitar sus ojitos /Facepalm//Facepalm/... con mente positiva q continúe la.saga x q aun hay personajes q merecen su historia /Pray/.... felicidades 👏 /Plusone/
Francisca Miranda Garcia
hijos de su pintara máscara no podían llegar otro dia
Francisca Miranda Garcia
bueno al menos sirvió para que se lleven mejor los cuñados
Sol
ja ja ja y ese es su toque y lo hace ser lindo hermoso /Drool/
Sol
/Facepalm//Slight/ se te irritó x abusar del amiguito
Sol
hay Emi si eres buza no pierdes el tiempo para deleitar tu vista /Smirk//Smirk/
Francisca Miranda Garcia
hay por Dios hasta los perros oliendo que tienen la misma sangre
Francisca Miranda Garcia
me derrito por ese Sebastián
Francisca Miranda Garcia
es Chester el padre
Francisca Miranda Garcia
a caray no quiero imaginar que ese hombre tal vez era alguien importante
Francisca Miranda Garcia
esto está color de ormiga
Sol
vamos Emi cierra el ñico x la embarra más sin querer /Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
Sol
Emi es tenaz y no cualquiera la.va embaucar .... /Good/
Sol
es impresionante cm llevas la relación de las tramas felicidades 👏
Raquel Sanchez
Pienso en el tigre de los Cheetos
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