Las almas que se encuentran, se reconocen y nunca se sueltan, ni con la distancia, el silencio y con las vueltas que de la vida misma.
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Caballero de Gelequen.
Galt.
Al morir mi madre, me quede solo y ya nada me ataba a este lugar, al pequeño pueblo de Gelequen.
Y fue tan simple que una noche decidí salir de la cabaña, tomando las pocas pertenencias que tenía, monte mi caballo y solo me fui.
Tomando las riendas de mi vida, por algún tiempo estuve viviendo de pueblo en pueblo, aprendiendo de nuevos oficios para poder sobrevivir.
Pero al final terminaba abandonando la vivienda que habitaba por ese tiempo de estadía, yo sentía que ese no era aun mi lugar y con esa mentalidad iba en busca de un nuevo pueblo y nuevo trabajo.
Hasta que llegue al Reino de Isemfort me establecí en una cabaña un poco alejada del castillo, pero por extraño que pareciera sentía que en este lugar debía quedarme por un largo tiempo, no entendía porque, pero así lo hice.
Mi primer trabajo al llegar a este lugar fue de carpintero.
Pero un día llegaron los guardias reales a donde trabajaba, me observaron y de la nada me dijeron que me fuera con ellos.
Y fue así que yo me convertí en guardia y el príncipe aunque aún no tenía el título de rey, me nombró el caballero de Gelequen.
El tiempo pasó hasta que anunciaron la unión de dos reinos, por la seguridad del pueblo: y en ese momento fue que la vi, a la hermosa princesa de mirada triste.
No entendía por qué me sentía así al tenerla tan cerca, pero sabía que esto no estaba bien y tampoco estaba bien en la manera que la trataba el príncipe Besimir.
Y una de tantas fue cuando la vi en el suelo, llorando por su hijo, tenía las ganas de abrazarla, pero tal atrevimiento sería arriesgado para ambos, ya que ella tal vez sufriría golpes y yo ser señalado y asesinado por una supuesta traición.
Y sentía que no debía arriesgarme, no aun, ella necesitaba ayuda y protección aunque no lo pidiera, y eso lo haría desde ahora...
Hoy era mi segundo día de poder descansar en mi cabaña, toda la mañana trabaje en reunir leña para la noche, ya que anunciaban que caería lluvia y sabía que estaría fresco.
Por la tarde decidí dar un paseo, amaba estar entre la naturaleza, por esa misma razón vivía cerca de los campos.
Seguí sin rumbo fijo gran parte de la tarde, hasta que el cielo comenzó a oscurecerse avisando que en cualquier momento caería la lluvia.
Iba de regreso cuando la lluvia me alcanzo, jale la rienda y mi caballo comenzó a trotar más rápido, pero al pasar por el sendero algo dentro de mí me decía que fuera a la dirección donde mi vista estaba fija.
Suspire y solo jale la rienda hacia la izquierda, y ahí la vi, entre el lodo, empapada y prácticamente rendida, de inmediato baje y la levante.
Ella solo me veía con sorpresa, sabía que lo que haría no estaba bien, ella es una princesa y su lugar era el castillo, pero nadie la había venido a buscar y solo la lleve a mi cabaña.
Le preparé la tina, le di ropa limpia y un plato de comida, en verdad es muy hermosa sin tantas cosas encima.
Cuando termino de fregar los platos, camino hacia la puerta, abriéndole, se recargó viendo la fuerte lluvia caer, volteo a verme y me sonrió.
— gracias por salvarme, ¿no sé que hubiera sucedido estando aun bajo la lluvia?— camine hacia ella acortando un poco la distancia.
— yo si sé que hubiera pasado— volteo a verme esperando mi respuesta— te hubieras enfermado y también estarías en peligro, en esa zona es la corriente del agua.
— gracias — su mirada estaba puesta en mí, y pude darme cuenta de que toda ella destilaba tristeza y de pronto ella me abrazo.
Por instinto acaricié su cabello largo, hasta apretarla más a mi cuerpo— tranquila, yo te cuidaré desde ahora.
Al decirle cerré mis ojos porque lo que había pensado se lo había expresado sin querer, ella se separó de mí, mientras su vista estaba puesta en el suelo.
— le ofrezco una disculpa por mi atrevimiento señor Galt— negué mientras sonreía, cerré la puerta y camine hacia mi dormitorio.
— está bien, creo que tendrá que quedarse, aun la lluvia no cesa— levanto su mirada llena de sorpresa— entiendo que usted está acostumbrada a sus lujos, pero solo será por esta noche.
— no es por eso Galt, no quiero meterlo en problemas con Besimir— negué mientras iba por ella.
— ya mañana veré que le diré cuando llegue con usted, no se preocupe— ella asintió entrando al dormitorio— descanse, si necesita algo estaré afuera.
Cerré la puerta bajo su mirada y solo me fui al pequeño camastro qué tenía aquí, intente dormir, pero no podía solo de pensar que ella estaba aquí y en mi dormitorio, volví acomodarme cuando empecé a escuchar un sollozo.
Me levante haciendo el mínimo de ruido para acercarme a la puerta hasta que la escuche gritar— ¡suéltame por favor!, ¡no, no, no!.
Y solo entre, se movía de un lado a otro mientras golpeaba la cama, sabía que esto era pasar los límites, pero necesita ayuda.
Me senté y la atraje hacia mí abrazándola mientras acariciaba con delicadeza su rostro, poco a poco se calmó, sonrió aun estando dormida.
— Galt, mi caballero de reluciente armadura— hablo entre labios, pero entendí todo lo que dijo y solo sonreí.
Detalle su hermoso rostro, sus ojos, mejillas, su pequeña nariz y sus labios rosados, Suspire porque no sé si después del amanecer pueda alejarme de ella.
Galt Townsend.