En Tokio, Shiro, un joven de 18 años, se muda a un pequeño café con un pasado misterioso. Al involucrarse en la vida del café y sus peculiares empleados, incluyendo al enigmático barista Haru, Shiro comienza a descubrir secretos ocultos que desafían su comprensión del amor y la identidad. A medida que desentraña estos misterios, Shiro se enfrenta a sus propios sentimientos reprimidos, aprendiendo que el verdadero desafío es aceptar quién es realmente. En esta emotiva travesía, el mayor secreto que descubre es el que lleva dentro.
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Capítulo 18: La Verdad del Corazón.
El grupo salió de la cámara iluminada, siguiendo el nuevo camino que se había abierto tras superar el desafío de la sabiduría. Este tramo del laberinto era diferente; los pasillos eran amplios y adornados con tapices antiguos que narraban historias de héroes y leyendas. La atmósfera estaba cargada de una sensación de historia y de antiguos secretos que esperaban ser descubiertos.
A medida que avanzaban, el laberinto parecía hacerse cada vez más silencioso, como si el mismo aire contuviera la respiración en anticipación. De repente, el camino desembocó en una gran sala circular, cuyas paredes estaban cubiertas de espejos que reflejaban la luz de una fuente central que emanaba una intensa luminosidad. En el centro de la sala, sobre un pedestal de cristal, reposaba una esfera luminosa que parecía contener un brillo propio.
—Este lugar tiene un aire mágico —dijo Haru, observando los espejos que reflejaban las imágenes de todos en diferentes ángulos—. Algo importante debe estar aquí.
—La esfera parece ser el foco de esta sala —comentó Aiko—. Debe ser el objeto que necesitamos para continuar.
El grupo se acercó al pedestal, y Shiro extendió la mano hacia la esfera. En cuanto la tocó, una serie de visiones comenzaron a fluir a través de los espejos, mostrándole a Shiro momentos de su vida que nunca había entendido completamente.
Vio a su madre, sonriendo y abrazándolo mientras le contaba historias sobre un mundo lleno de magia y aventuras. Vio el café donde había trabajado durante años, con todos los momentos felices y tristes que habían pasado allí. Y vio a cada uno de sus amigos, enfrentando sus propios desafíos y triunfos.
—¿Qué está pasando? —preguntó Hikaru, mirando las imágenes que aparecían en los espejos.
—Creo que la esfera está revelando las verdades más profundas de nuestros corazones —respondió Shiro, con los ojos fijos en la esfera—. Está mostrando no solo nuestras vidas, sino lo que realmente valoramos y lo que buscamos en nuestro viaje.
De repente, las visiones cambiaron y mostraron una escena de Shiro en la cripta, enfrentando la figura oscura. La escena era diferente a como la recordaba; en esta visión, podía ver detalles que antes no había notado. La figura oscura parecía desmoronarse a medida que Shiro aceptaba sus propias sombras y miedos.
—Esto no es solo sobre la esfera —dijo Shiro, comprendiendo—. Es una manifestación de nuestra búsqueda interior, de nuestra verdad más profunda.
Aiko se acercó a los espejos y vio su propia visión: una imagen de ella misma en una habitación oscura, rodeada de libros y pergaminos, con una expresión de desesperación y esperanza. Se dio cuenta de que la verdad que buscaba estaba en su pasión por el conocimiento y su deseo de entender el mundo.
Haru también se acercó y vio una visión de su propio pasado, una imagen de él en la cima de una montaña, mirando al horizonte con un sentimiento de logro y paz. Se dio cuenta de que su verdadero propósito era encontrar equilibrio entre sus propias aspiraciones y la paz interior.
Hikaru, al mirar los espejos, vio su propia transformación desde un joven con dudas a un individuo con claridad y propósito. Comprendió que su camino había sido una búsqueda de aceptación y conexión con los demás.
—Cada uno de nosotros está viendo algo que refleja nuestra verdad interior —dijo Shiro—. Esta esfera nos está mostrando lo que realmente somos y lo que debemos buscar para seguir adelante.
Con esta revelación, la esfera comenzó a brillar con más intensidad, proyectando un rayo de luz que iluminó la sala. Los espejos se fusionaron en un solo reflejo, y una nueva puerta se abrió en el centro de la sala, revelando un pasillo dorado que parecía llevar hacia un destino desconocido.
El grupo, con un renovado sentido de propósito, se dirigió hacia la nueva puerta. A medida que cruzaban el umbral, sintieron una oleada de energía positiva y una sensación de paz interior. Habían enfrentado sus propias verdades y ahora estaban listos para el siguiente desafío.
Mientras avanzaban por el pasillo dorado, Shiro reflexionó sobre el viaje que habían realizado. Cada prueba, cada desafío, les había enseñado algo valioso sobre sí mismos y sobre el mundo que los rodeaba. Sabía que, aunque el camino aún no había terminado, estaban más cerca de descubrir la verdad que buscaban.
Finalmente, el pasillo se abrió a un amplio espacio, lleno de luz y una visión panorámica de un paisaje hermoso. Era un campo verde con flores de colores vibrantes, un contraste claro con la oscuridad y la confusión de los desafíos anteriores. En el centro del campo, había una figura que parecía estar esperándolos, rodeada por una luz radiante.
—Estamos aquí —dijo Shiro, con la esperanza brillando en sus ojos—. Este lugar parece ser el destino final de nuestra búsqueda.
La figura en el campo se volvió hacia ellos, con una expresión amable y acogedora. Era una presencia que irradiaba sabiduría y paz, como si fuera el mismo corazón del laberinto.
—Bienvenidos al final de su viaje —dijo la figura con una voz cálida—. Han superado las pruebas y enfrentado las verdades más profundas de su ser. Ahora, es el momento de recibir lo que han buscado.
Shiro, Aiko, Haru y Hikaru se acercaron con reverencia, sabiendo que el final de su viaje estaba cerca, y que la verdadera revelación aún estaba por llegar.
La figura en el campo se acercó lentamente, emanando una luz suave que envolvía a los cuatro amigos. Era una presencia reconfortante, casi familiar, que parecía comprender cada aspecto de su viaje.
—Han llegado al final del laberinto porque han encontrado la verdad dentro de ustedes mismos —dijo la figura—. Este campo representa el equilibrio que han logrado al enfrentar sus miedos y aceptar sus propias realidades.
Shiro miró alrededor, sintiendo una profunda paz en el ambiente. El campo no solo era hermoso, sino que también parecía tener un propósito, como si estuviera ahí para celebrar el logro de su viaje.
—¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó Shiro, con un tono de expectación.
La figura sonrió y extendió una mano hacia el horizonte, donde un antiguo templo se alzaba entre las flores.
—Este templo guarda el último secreto que necesitan para completar su misión. Dentro, encontrarán el conocimiento que les permitirá comprender el verdadero propósito de su viaje y el papel que deben desempeñar en el equilibrio entre los mundos.
Con una sensación de anticipación y resolución, el grupo se dirigió hacia el templo, listos para enfrentar la última etapa de su viaje. La luz del campo y la presencia de la figura les daban la seguridad de que estaban preparados para lo que estaba por venir.