Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Ocho
Alejandra entra al ascensor sintiendo aún la calidez del beso, nunca en su vida ese acto fue capaz de mover cada fibra de su cuerpo, aún siente los labios de Franco en los suyos y en su plexo montones de mariposas revolotean.
Franco finalmente logró sentir lo que era el éxtasis de tener una mujer en sus brazos, que literalmente le moviera el piso sin siquiera haberle quitado la ropa. El viaje hasta su apartamento lo hizo absorto entre sus pensamientos y ese mar de sensaciones que aún está sintiendo; sólo cuando el taxista le dice que han llegado a destino, es que el canadiense vuelve a la tomar conciencia de dónde está...
Alejandra abre los ojos y mira el reloj despertador que odia de lunes a viernes, son las 10 de la mañana y a pesar de haberse quedado dormida finalmente despues de las 3, se levanta de buena gana, una sonrisa se dibuja en sus labios al recordar a Franco y se abraza a sí misma pensándolo.
Al llegar a la cocina su madre está arreglada para salir y le extiende una taza de café.
—En el refrigerador hay comida, prepara solamente para ti, voy a salir con tu hermano— le comenta Martha a su hija, mientras recoge su bolso, las llaves y revisa su teléfono —ya Pedro llegó, nos vemos.
Henry llega junto a Franco a la casa de Lilly, solo bastó con decirle a su amigo que era una comida familiar dónde estarían los Smith, para que el chico estuviera convencido. Ansía volver a ver a Alejandra, por lo que con solo entrar al lugar, comienza un recorrido visual tratando de encontrarla.
—¡Qué bueno que vinieron! Bienvenidos— Dice Pedro acercándose al par de Canadienses. Los hace pasar al patio trasero donde ya se encuentran todos los invitados, uno a uno se los va presentando.
—Ella es mi Madre Martha, ellos son mis hermanos menores Jesús y Diego, sus novias Glenda y Tiffany, ah y esta hermosa señorita que viene llegando es Carol, la mejor amiga de Lilly.
Henry, después de saludar a sus tíos, no pudo evitar preguntar por Alejandra, esta es una comida familiar donde se encuentran hasta las novias de los hermanos Smith y la mejor amiga de su prima ¿Por qué ella es la ausente?
—A ella no le gustan estás cosas, mi cuñada es antisocial— responde Lilly con desdén y una mueca que no pasó desapercibida por el par de hombres, quienes se miraron entre sí.
—Querida prima, creo que tienes serios problemas con el idioma, un antisocial es un delincuente.— responde Henry.
—Si quisiste decir asocial, puede que sí lo sea y no es un defecto, significa que además de hermosa es lo suficientemente inteligente como para no mezclarse con todo el mundo— concluye Franco guardando su compostura ante todos, pero Henry, que ha sido su amigo toda la vida captó totalmente su molestia.
Después de ese momento incómodo, Lilly le pide a Franco que ayude a su amiga con los tragos, la intensión de ella es emparejarlos. Carol no ha dejado de coquetearle al chico desde que lo vió y aunque él intentó entablar una conversación con ella, se encontró con que no tiene un tema interesante de conversación.
—¿Siempre se reúnen así?— Le pregunta Franco a Carol.
—Sólo cuando hay algo que celebrar y está vez, es por el éxito en los negocios de Pedro— contesta — Este mes fue el mejor de todos, hasta logró cerrar un gran negocio de un edificio en el centro de Nueva York.
Franco mira a su alrededor en silencio, no le parece justo que la persona que verdaderamente cerró el trato no se encuentra presente. Sacó su teléfono celular y delante de la mujer realizó una llamada.
—Preciosa, ¿le aceptarías a este humilde mortal un helado?— fueron las palabras del rubio ante la atenta y molesta mirada de la mujer.
—Entonces te busco en media hora— terminó diciendo luego de que su interlocutora aceptó.
Alejandra no tiene intención de desdibujar la sonrisa que se ha instalado en su rostro después de la llamada de Franco, por primera vez siente los nervios que, siempre le dijeron, son propios de una primera cita. Se detiene frente a su closet sin tener claro que usar hasta que lo consigue, una ducha rápida y luego a alistarse, nunca se había tardado tanto en ello, desde que habló con el canadiense hasta que estuvo lista pasaron 25 minutos, bajó por las escaleras para que el tiempo transcurriera sin que se notara su ansiedad, aun así le faltan un poco más de 3 minutos para que se cumpla el plazo en el que quedaron de verse.
A través del cristal de la puerta, logra ver al hombre bajar de un deportivo blanco, al encontrarse él le da un corto beso en los labios, luego se mete la mano dentro de la chaqueta y saca de su interior una rosa roja en botón.
—Ella estaba triste esperando por tí— dice al entregarle la flor.
Franco no imagina que es la primera vez que alguien le regala flores a la chica y que ese detalle lo atesorará mientras viva, aunque llegue el momento en que no se vuelvan a ver...
Frente a un gran helado de pistacho y coco y una cucharilla en la mano de cada uno, el hombre pregunta con el mayor tacto que puede:
—¿No sales con tu familia?
— La verdad no, ellos hacen sus fiestas y no me dicen, luego me entero por las redes sociales — responde con la mayor naturalidad del mundo —en este momento están celebrando en casa de Lilly y tú amigo está allá, todo lo postean.
—¿Y no te molesta?— vuelve a interrogar el canadiense.
—¿La verdad? — él asiente —antes me sentía mal cuando me dejaban de lado, incluso recuerdo que me dolió mucho cuando vivíamos en nuestra antigua casa y papá tenía solo unos meses de haber fallecido, mis hermanos aseguraron las puertas y se fueron a recibir el año en Miami con mis tíos; a mí únicamente me dijeron, "te dejamos comida en el refrigerador", yo tenía 19 años y la medianoche me dió abrazada al retrato de mi padre.
Ya era tarde cuando Alejandra se dió cuenta de la confesión que acababa de hacer, nunca antes había sido capaz de abrirse así con alguien. Por su parte, Franco se sentía incrédulo ¿cómo es posible que una mujer tan hermosa y culta no sea apreciada por su familia?
—De todas formas, ya me da igual, me asustaría si me invitan. ¿después del helado que te gustaría hacer? — pregunta la chica para dar por finalizado el tema que a ella atañe.
Franco conduce su deportivo hacia el jardín botánico, durante todo el trayecto no ha soltado la mano de Alejandra, es como si tácitamente estuvieran en una relación. Ya en el lugar ninguno buscó separarse del otro, cada beso que Franco se atrevió a darle fue correspondido. Alejandra está disfrutando al fin de un pedazo de cielo y piensa vivirlo intensamente aunque dure muy poco.