Rowellin sólo quería una familia, un hogar propio y un esposo amoroso, pero, en lugar de eso, se encontró con demonio, el mismísimo diablo llamado; Artemis Winchester.
Atención, esa historia es moralmente cuestionable, no apto para sensibles. Rowellin es la hija de Kendric Maynard (Historia de "Ya no te amo").
NovelToon tiene autorización de Nix Agriche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 9
Me sentía una completa princesa, caminaba del brazo del señor Winchester, quien es considerado, literalmente, un rey.
Me llevó a un hermoso hotel, uno conocido por su peculiar nombre «Hotel emperador». Es increíblemente hermoso, realmente no puedo creer que estoy en un lugar como éste. Realmente creo que morí y ahora estoy en el cielo.
Entramos al ascensor y pulsó el último botón, que iba directamente a la suite emperador, la más lujosa y cotizada por muchos. Pero esa suite existía únicamente para hombres como Artemis Winchester.
Ingresamos a aquélla increíble y deslumbrante suite, supuse que allí estarían esperando los demás socios de Artemis, con los que dijo que haría negocios, pero no había nadie.
Estaba confundida, ¿Acaso iban a llegar más tarde? Comencé a recorrer aquél hermoso lugar, me detuve al ver todo un festín en el comedor.
Carne, pollo, pescado, pasta, mariscos... ¡Había de todo! Se me hizo agua la boca, nunca había visto algo así, ni siquiera en la mansión Winchester.
—¿Te gusta lo que ves, Rowellin? –Cuestionó mí jefe y asentí mientras observaba todo–.
—¿Puedo comer un poco? Prometo no comer mucho, va a quedar para sus socios... –murmuré, mientras mis manos comenzaron a jugar con mí vestido, estaba nerviosa, temia que me dijera que no–.
Lo escuché soltar una leve risita, apartó la silla de la mesa y me miró.
—¿Y para quién crees que preparé todo ésto? –sonrió–.
Un jadeo sorpresivo se escapó de mis labios y rápidamente volteé a verlo.
—¿Qué...? Pero pensé que tenía una reunión...
—Así es, mí reunión es contigo –Tomó mí mano, guiándome al asiento–. Siéntate, Rowellin, nos perdimos el desayuno, pero almorzarás conmigo.
No podía creer sus palabras, pero realmente había preparado todo esto para mí. Me dió un vestido, zapatos, un hermoso collar y ahora me está invitando a almorzar juntos.
Me sente en donde me indicó, él tomó asiento a mí lado. Llamó a un sirviente del hotel, quien nos sirvió la comida y bebida, aún así, no me atrevía a comer.
—Come, Rowellin, estás muy delgada... –El señor Winchester, agarró un poco de pasta con su tenedor y lo acercó a mí boca, pretendiendo alimentarme–. Abre la boca, amor.
Me sonrojé cuando me llamó por tal apodo y, como si mí cuerpo estuviera en piloto automático, abedeció a su orden. Abrí la boca y él sonrió, mientras comenzaba a alimentarme, como si fuera una niña pequeña.
Debo admitir que, por primera vez en los dieciséis años de mí vida, me sentí una persona especial.
Mientras me alimentaba con mucha calma, de pronto, llevó una de sus manos a mí rostro, acomodando un mechón de cabello detrás de mí oreja.
—Eres tan hermosa, Rowellin... –Volví a sonrojarme por sus palabras, no me aparté de su tacto, lo dejé hacerlo–.
—M-Muchas gracias, señor Winchester...
—Artemis, me llamo Artemis, quiero que de ahora en adelante me llames por mí nombre, así como yo lo hago contigo, Rowellin.
Su petición me tomó por sorpresa, pero asentí.
—Artemis... –Repetí y luego sonreí–.
—Eso es, eres una niña muy buena... –Me felicitó y no pude evitar sentirme orgullosa por sus amables palabras, desde que salí del orfanato, los únicos que me han dicho palabras amables han sido Nana y Buford–. Dime, ¿Has besado alguna vez a alguien, Rowellin?
Me atraganté con mí propia saliva ante su repentina pregunta, lo observé con incredulidad y mis mejillas comenzaron a arder.
—S-Sí... U-Una vez en el orfanato, b-besé a un niño...
—No, Rowellin –tomó mí barbilla, obligándome a mirarlo directamente a la cara–. Quiero saber si has besado a un hombre.
Su pulgar comenzó a acariciar mí labio inferior, solté un suspiro tembloroso y lo miré a los ojos.
—No... No, nunca... –Acercó mí rostro al suyo, su aliento acarició mí piel y, por inercia, abrí la boca–.
—Bien, déjame mostrarte como es –Su lengua ingresó a mí boca, comenzando a besarme–.
Gracias a q la despediste ,fue q se decidió handar con tu esposo!!
Ella no gusta de Rowellin