Amor para el Final

"Perdóname Adrian, perdóname", dijo Aruni.

Aruni no sabía qué más decir en una situación así. Quería defender a su marido, pero Hendra mismo había destruido su familia delante de su hijo.

A pesar de que Aruni siempre se esforzaba por arreglar la familia, para que Adrian no odiara a su propio padre.

Si Dios la llamaba primero, Adrian solo tendría a su padre. En verdad, Aruni solo era una mujer común y corriente, que realmente deseaba una familia unida.

Su deseo era muy simple, pero ¿por qué era tan difícil de alcanzar? Había intentado todo.

"Vamos, pasaremos la noche en el puesto de seguridad", dijo Adrian.

"No, Adrian, entra en casa. Esta noche me quedaré en casa de la tía Yanti", respondió Aruni. Yanti era una vecina que a menudo la ayudaba, una viuda que también le había sugerido varias veces que se separara.

"Pero mamá_"

"Adrian, estoy bien. Mañana volveremos a hablar de esto. Será mejor que entres primero, mis cosas todavía están dentro", explicó Aruni. Ya no podía entrar en esa casa, y el único que podía entrar y salir libremente era Adrian.

Los ahorros que Aruni había estado guardando para la universidad de Adrian también estaban dentro de la casa. Así que Adrian tenía que quedarse allí.

Comprendiendo la intención de su madre con respecto a las pertenencias, Adrian finalmente accedió. Pero antes de entrar en la casa, Adrian acompañó primero a su madre a casa de la tía Yanti.

Yanti ya les había abierto la puerta antes de que llegaran. Había oído la conmoción en casa de Aruni de nuevo, y temiendo que pasara algo malo, decidió salir.

"Dios mío, Aruni, Adrian", dijo la tía Yanti en voz baja. Estaba cansada de ver todos los problemas que ocurrían en su matrimonio.

"Tía, mi madre pasará la noche aquí esta noche. Papá la ha echado", dijo Adrian.

"Dios mío", respondió Yanti mientras se frotaba el pecho y asentía rápidamente con la cabeza. "Tú también deberías dormir aquí, Adrian, no vuelvas a esa casa".

"No, señora, déjeme volver a casa. Nuestras cosas todavía están allí, y el señor Hendra no sería capaz de hacerle daño a Adrian", respondió Aruni.

"Sí, tía, volveré a casa", respondió Adrian. También tenía algo importante que se había dejado en casa, la tarjeta de visita del anciano Gionino Abraham.

"Está bien, ten cuidado, hijo. Grita si tu padre hace algo malo", respondió Yanti, preocupada.

Adrian solo asintió con la cabeza y entró en la casa. No, para Adrian este lugar tampoco era un hogar, solo era otra forma de infierno.

La casa de Yanti no estaba muy lejos de la de Hendra, pero tampoco estaba al lado. Cada vez que Hendra golpeaba a Aruni de esa manera, Yanti era la primera en ayudarla.

"¿Hasta cuándo vas a vivir así, Aruni? Deberías divorciarte de Hendra", dijo Yanti cuando llegaron a su casa.

Yanti vivía sola en esta casa, sus hijos ya estaban casados y ella se había separado de su marido. Ser viuda a su edad le permitía vivir en paz.

Aruni se quedó callada por un momento, suspirando profundamente. "Hendra ya se ha divorciado de mí", respondió Aruni con sinceridad.

"Oh, gracias a Dios. Debió estar furioso cuando se divorció de ti. ¡Sin ti, él no puede hacer nada!"

Aruni volvió a quedarse callada, su vida le resultaba muy dura. Todo lo que había intentado conservar, al final se había derrumbado.

En efecto, desde el principio su matrimonio había sido sin amor. Aruni se había visto obligada, mientras que Hendra solo sentía lujuria. Aruni había sido muy hermosa, cualquier hombre habría querido casarse con ella.

Pero al principio de su matrimonio, Aruni siempre se negó cuando Hendra quería tener relaciones sexuales con ella, lo que marcó el comienzo del odio de Hendra hacia ella.

Al principio de su matrimonio, su situación económica también era buena, ya que Hendra recibía el apoyo de sus padres. Pero después de que los padres de Hendra murieran, Hendra no quiso volver a trabajar.

Su pereza continuó hasta el día de hoy, mientras que Aruni ya no podía irse porque Adrian estaba entre ellos.

Aruni era una niña que se había criado en un orfanato, sabía muy bien lo que era la angustia de vivir sin padres. Por eso no quería que Adrian pasara por lo mismo.

Pero lo que estaba ocurriendo ahora, todo se había derrumbado.

Aruni bajó la cabeza y dejó caer las lágrimas.

"¿Por qué lloras? Al dejar a Hendra puedes ahorrar más dinero, puedes concentrarte más en Adrian. Hendra es solo un parásito en tu vida", explicó Yanti.

Pero Aruni ya no pudo responder, desahogó todo su dolor en ese llanto. Porque mañana, cuando viera a Adrian, tendría que volver a sonreír.

Al principio, Yanti se enfadó, pero al ver a Aruni llorar así, la abrazó. "No pasa nada, has sido una madre estupenda. Has sido capaz de criar a Adrian tú sola".

La vibración del teléfono móvil de Yanti sobre la mesa interrumpió su abrazo, había llegado un mensaje de Adrian.

"Adrian ha enviado un mensaje", dijo Yanti.

"¿Qué dice?".

"Dice que preparará la ropa de ambos esta noche".

"¿Puedo llamar a Adrian un momento?", preguntó Aruni, y Yanti asintió con la cabeza.

Madre e hijo finalmente se pusieron en contacto por teléfono. "Adrian".

"Sí, mamá, ¿qué pasa?".

"Haz solo la maleta de mamá, hijo, no la tuya".

"¿Quieres que me quede aquí?".

"Por un tiempo, cariño, hasta que mamá encuentre un lugar mejor. ¿De acuerdo?".

Adrian se echó a llorar en ese momento, pero se secó las lágrimas rápidamente.

Aruni no quería que Adrian se viera arrastrado también.