Luz O Oscuridad

10/02/2019

Mi mente divagó toda la noche, atrapada en un mar de pensamientos, mientras mi cuerpo descansaba.

Cuando los primeros rayos del sol iluminaron el cuarto, Elizabeth irrumpió por la puerta, despertándome con un salto directo hacia mí.

Parecía que ya se había acostumbrado a vivir conmigo. Más que una amiga, comenzaba a sentirse como una hermana menor, aunque con una energía que desbordaba mis días.

Ese sábado transcurrió entre risas, conversaciones sin sentido y maratones de televisión. La casa estaba tan tranquila que, por un instante, deseé que esa paz durara para siempre. Pero el día avanzaba, y con él, el inevitable final del sábado.

Elizabeth: (riendo) A pesar de ser tan serio, ¡eres sorprendentemente gracioso!

Losert: (algo apenado) Jaja, supongo que tienes razón... (baja la mirada) Sabes, Max también solía decir lo mismo.

Elizabeth: (sonríe, su voz adquiere un tono cálido) Me alegra haber acertado.

Losert: (confundido) ¿Acertado? ¿En qué?

Elizabeth: (ríe suavemente mientras se acerca a él) En escogerte.

Losert: (se sonroja visiblemente) ¿Como amigo...? ¿O como tu familiar?

Elizabeth: (se aparta un poco, con una sonrisa traviesa) En ambas cosas. (se levanta del sofá, dirigiéndose a las escaleras) ¡Suerte mañana, Lost!

Losert: (le sonríe, con un dejo de calidez) Gracias, Eli. Prometo no tardar.

Cuando el reloj marcó las diez de la noche, subí a mi cuarto y comencé a preparar lo que usaría para mi encuentro con Elena. Una vez listo, me acosté y cerré los ojos. Fue como si la noche se desvaneciera en un instante, porque cuando abrí los ojos nuevamente, ya era domingo.

11/02/2019

Me levanté a las ocho de la mañana, preparé el desayuno y también la comida para Elizabeth, ya que no sabía a qué hora regresaría.

Al llegar la 1:30, me despedí de Elizabeth con un ligero nerviosismo y corrí al parque donde había quedado de verme con Elena.

Cuando llegué, la encontré sentada en el quiosco, esperándome pacientemente. Al verla, no pude evitar que mi mente viajara al recuerdo de la segunda noche en que vi a Elizabeth en ese mismo lugar. Había algo en la postura de Elena, en su quietud, que despertaba una nostalgia inquietante dentro de mí.

Losert: (se acerca a ella, su voz agitada por el cansancio) Lamento la demora, se me hizo tarde.

Elena: (mira su reloj y, con un tono amistoso, responde) Apenas son las 2:05. Relájate, cinco minutos no me matarán. (Le señala con la mano un lugar para que se siente).

Losert: (aliviado) Gracias por entender. (Se sienta junto a ella). Dime, ¿cuál es el plan?

Elena: (lo observa detenidamente, como evaluándolo) Viendo tu estado actual, tendremos que entrenarte si queremos que todo salga a la perfección.

Losert: (la mira confundido) ¿Entrenarme? Pensé que solo sería carnada.

Elena: (con una sonrisa burlona) Pues sí, pero no puedes ni correr un kilómetro sin quedarte sin aire.

Losert: (todavía confuso) ¿Y eso qué tiene que ver?

Elena: (frunce el ceño, con un tono más serio) Que necesitarás correr, por si las cosas no salen bien.

Losert: (se tranquiliza, pero arquea una ceja incrédulo y responde en un tono burlón) ¿Y piensas que, corriendo, podré escapar de ella? Vaya, parece que no sabes que los vampiros son mucho más rápidos.

Elena: (cierra los ojos, como si sus palabras la hubieran golpeado) Y-ya lo sé, no hace falta que te burles. (Lo mira con un toque de irritación). Los lobos también somos rápidos. Solo correrás si las cosas se descontrolan y yo no logro mantenerla bajo control.

Losert: (procesa sus palabras y su tono se vuelve más serio) Ya entiendo… Si no logras vencerla, planeas sacrificarte para que yo escape.

Elena: (ríe con amargura) Exactamente.

Losert: (la observa con una mirada fría y seria) ¿Por qué llegar a tal extremo? ¿Por qué simplemente no la ignoras?

Elena: (se pone de pie y, con un tono nostálgico, intenta contener las lágrimas) No lo entenderías... solo eres un humano.

Losert: (también se pone de pie, mirándola directamente a los ojos) Entonces explícame.

Elena: (aparta la mirada, como si reviviera algo doloroso) No puedo. (Suspira y cambia su tono a uno más frío). Empezaremos tu entrenamiento mañana por la tarde. Planeo cazar a la vampira durante las vacaciones de primavera.

Losert: (sin querer presionarla más) Estamos en febrero… falta un mes. ¿Esperarás tanto?

Elena: (mira al cielo con expresión melancólica y murmura) Sí… no quiero que nadie más muera.

Losert: (frunce el ceño, tratando de escuchar, pero el viento cubre sus palabras) ¿Qué dijiste?

Elena: (lo mira y empieza a caminar hacia él, cambiando el tema) No importa. Solo concéntrate en lo que viene. Yo te entrenaré. Por ahora, no buscaré a esa chupasangre… primero me aseguraré de que seas más resistente.

Losert: (la observa con determinación y asiente) De acuerdo. (Piensa para sí mismo mientras la sigue con la mirada) Descubriré por qué odias tanto a los vampiros.

Después de hablar un poco más, pude darme cuenta de algo: Elena tenía un equilibrio curioso entre ser estricta y amable. Sin embargo, mi mal hábito de analizar a las personas de forma superficial volvió a manifestarse. Me di cuenta de que el miedo que me generaba no era solo por su fuerza o su determinación, sino porque su único objetivo era aniquilar a Elizabeth.

Cuando terminamos nuestra conversación, Elena se despidió con una frialdad que intentaba ocultar algo más profundo. No pude evitar sentir un leve vacío en su ausencia, una sensación de soledad que me tomó por sorpresa.

Regresé a casa alrededor de las cuatro de la tarde. Elizabeth me estaba esperando, con preocupación evidente en su rostro. Pero cuando le expliqué que Elena no la buscaría por un tiempo, su expresión cambió por completo. Sus ojos brillaron de alivio y alegría, y su sonrisa, tan sincera, me contagió.

Quizás ella extrañaba la escuela más de lo que admitía. Y, sinceramente, yo también estaba emocionado de verla regresar a las aulas. Su entusiasmo era contagioso, y por un momento olvidé las tensiones que habíamos enfrentado.

CONTINUARA...