Corro cansada y ya sin fuerzas la verdad es que ya no puedo más estoy completamente agotada y casi desmayada los golpes aún me arden, pero lo tenía que hacer nos separamos mientras huimos y después de un rato me doy cuenta de que al menos que nos separemos nos van a atrapar, corro al bosque y veo a la persona frente a mí, niega, pero después de mucho discutir le entrego algo seguro y escapa mientras que sigo distrayéndolos miro a la nada sonriendo satisfecha, porque solo alguien que sabe que es vivir la traición de parte de dónde menos lo esperas sabe lo que es proteger y cuidar a la única persona que sí estuvo allí.
Yo solía ser una princesa de esas que viven en una burbuja y quieren todo lo que pide, una chica que creía tener su vida perfecta, una joven que creía en un príncipe, en un cuento de hadas en el amor bonito, pero después de solo conocer el dolor te aferras a una rosa que sabes que aunque te va a pinchar quieres tener su aroma, o con el fuego que es asombroso pero te quema
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noche de bodas.
Odette.
Camino a la habitación dela mano de Antuan voy a tener mi primera vez con este hombre parecido a un dios griego que es dulce y aparte lo veo como a mi ángel, él entra conmigo a la habitación y habla.
—Acuéstate a mi lado y yo te abrazaré, nadie tiene por qué saber lo que hacemos o no.— Dijo y sonreí para luego abrazarlo.
Abracé a Antuan y nos quedamos así un rato, entonces él rompió el silencio y habló.
—¿Por qué aguantar tanta tortura? Con darnos el nombre de esa asesina basta — dijo serio y lo miré.
—Verás Antuan, la gente que yo creí mi familia, mis más cercanos, me vendieron y esa chica desde el día uno me protegió lo que no hizo nadie más, por eso prometí dar mi vida por la de ella y lo haré — dijo y tomo mis mejillas y posó sus labios sobre los míos, y deje entrar su lengua era un beso demasiado delicioso, suspiré en sus labios y me recosté en sus brazos cuando la puerta se abrió y por ella se dejó ver un Aleksander endemoniado, su mirada era de fuego, quería matarnos con ella, observó a su primo y dijo.
—Largo— Antuan besó mi frente y salió de la habitación.
—Por qué sigues vestida, que sucede... Dime por qué no estás desvestida— preguntó y no dije nada.
—Qué sucede, no tendrás tu luna de miel— pregunté y me miró a los ojos
—La tendré con mi esposa o prefieres a Antuan si es así ...— comenzó, pero le ataqué los labios, le chupe su labio inferior y metí mi lengua en su boca, me respondió con ferocidad y me agarró del cuello para intensificar aún más el beso.
—Qué me has hecho conejita, quiero odiarte, de verdad que quiero — dijo y me volvió a besar, me comió mi boca y rasgó el hermoso vestido dejándome ante él con una hermosa lencería de novia.
Los ojos de Aleksander se abrieron con deseo y hambre, su mirada se oscureció y por inercia me eché hacia atrás para quedar bien acostada en la cama.
—Abre tus piernas— dijo demandante ya lo hice de manera inmediata.
—Si mi amo — respondí y comenzó a besarme los muslos haciendo que me retorciera del placer que eso me daba, sacó un puñal muy parecido al mío y corto mi liguero, rompió mis bragas y empezó a besar mis labios íntimos, haciéndome gemir de placer, pasaba su lengua como lamiendo un helado y luego comenzó a introducir su lengua, me dio placer sin parar y yo no podía hacer otra cosa que no fuese gemir, se separó de mí dejándome con ganas de más.
Aleksander se quitó su camisa y me acerqué para besar su perfecto abdomen, paseé mi lengua por cada relieve de su cuerpo, subí a su cuello y también dejé besos mojados allí, me dio la vuelta y quedó de nuevo encima de mí, rompió mi sujetador para luego comerse mis pechos, mordía y lamía uno mientras el otro lo amasaba con su mano haciéndome gemir y gritar por lo nuevo de la sensación que estaba viviendo.
Sacó su pantalón y quedó en bóxer y vi el gran bulto debajo de este, pensé que se reventaría en cualquier momento, sacó su bóxer y casi muero, si las torturas no me mataban esa cosa si lo iba a hacer, Aleksander sacó su enorme miembro, jamás había visto uno pero este era enorme, grueso y venoso era exactamente del tamaño de su antebrazo incluyendo su mano y vaya que mi amo tenía brazos gigantes vio mi expresión y se rio.
—No me digas que tuviste la mala suerte de toparte con miembros diminutos, hoy sabrás lo que es un hombre y desde hoy el que te mire siquiera dejará de ver.—
—Si mi amo— dije y se comió mi boca de nuevo.
No sé qué hiciste, pero me nublas los sentidos, mañana sufrirás por todo el daño, pero hoy vivirás el placer de estar conmigo.— Dijo comiéndose mis labios, agarró su gran miembro y lo amasaba de arriba hacia abajo con su mano, me abrió de piernas y comenzó paseándolo por la entrada, lo ponía y lo quitaba, lo introducía un poquito y lo sacaba, lo volvía a poner y así hacía mientras me besaba.
—Conejita eres mía — decía y se concentró en mis labios, besándome mientras seguía rozándolo por mi entrada, era una dulce tortura.
—Eres tan dulce, tan hermosa, tan deliciosa... Y eres mía, mi reina, mi esposa, mi...—
—¡Ahhh!— grité cuando entró de una solo estocada.
—¡Mierda, mierda, qué!— dijo mirando mi cara llena de dolor, pero sin lágrimas mordí mis mejillas por dentro para no soltar ni una.
—Tú... Eres virgen— pregunto y lo miré a sus hermosos ojos.
—Ya no lo soy mi amo.— dije y pareció que lo hubiese abofeteado.
—Elimina esa maldita palabra de tu boca— dijo con sus ojos oscuros y devoró mis labios, movió su gran cosa dentro y fuera de mí y sentí que me partiría, pero eso solo fue al principio, después de un rato, me sentí en el cielo ni bailar me daba tanta felicidad, esto era solo sexo él seguía teniendo un amor, él seguía vengando a su hermana, pero hoy era la señora Antonova, amando a su esposo.
Las embestidas de Aleksander se hicieron feroces, luego siguieron aún peor, parecía otro, me comía los labios y decía con deseo y su voz ronca y afectada de placer
—Eres mía conejita, hoy mañana y siempre—
—Lo soy desde que me compraste y lo seré hasta que mis ojos se cierren— decía llena de placer
—Maldita sea, no quiero que sea solo por eso conejita, eres mía porque tú también lo quieres.— decía mientras casi me partía y así mis piernas temblaron, mi cuerpo se tensó y un chorro que me apenó salió de mí haciendo que me sintiera incómoda por completo, poniendo mi cara totalmente roja de vergüenza.
—Lo siento— dije al verlo bañado, él también soltó algo en mí, era caliente y blanquecino.
—¿Qué sientes, haberme dado una maravillosa noche? No lo sientas conejita.— dijo y me acostó en su pecho, su corazón brincaba desesperado y el mío latía igual
—Puedes retractarte y decir que no quieres cumplir con lo de mañana.— dijo y lo miré a los ojos
—Lo haré porque di mi palabra y esa vale más que yo, además así pagaré lo de tu hermana.— dije y me miró muy serio.
—No la mataste tú, me cobré contigo porque así lo creí, pero luego descubrí que no fuiste tú, eres mi esposa, ¿y no me puedes entregar a quien la mato?.— dijo y negué.
—Mátame a mí, cóbrate conmigo, véngala, dañándome, no tengo quien me extrañe— dije y este me besó.
—Mentirosa, que no se te atreva morir en las pruebas, tú eres mía y te quiero viva y mía— dijo y Asentí.
—Aún te odio, sabes, nada ha cambiado, algún día te pagaré la deuda y podré irme, ya te saciaste, ahora ve con la mujer que te vuelve loco.— dije y asintió.
Me volteo de espaldas y me embistió desde atrás mientras besaba mis hombros y mi cuello, entraba y salía mientras masajeaba mis pechos, así estuvo conmigo un rato hasta que me giró y monto mis piernas en sus hombros para luego seguir, no sé cuánto tiempo pasó solo sé que esa noche fue eterna, pero de placer y no de dolor.