Yaneli se casa enamorada a sus 16 años.
en el año de 1978 casarse a esa edad no era raro y más cuando las familias estaban de acuerdo.
Yaneli pensó que sería feliz, fue educada para hacer la esposa perfecta, pero nunca pensó que su infierno empezaría con ese matrimonio.
Antonio no era el hombre que esperaba y en el momento que lo encontró con otra mujer, no lo soporto, su orgullo, su dignidad, la hace abandonar a su esposo, su pueblo y renunciar a su familia.
ahora tiene que sobrevivir y darse a respetar ante una sociedad machista, de doble moral y sobre todo que juzga sin piedad.
te invito a conocer la vida de Yaneli, una joven que no está dispuesta a hacer el mueble de su esposo en una casa donde no tiene otra obligación que obedecer a su esposo.
¿ustedes creen que ella podrá ser feliz después de tener el estigma de una mujer separada?
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CAPÍTULO 10
Yaneli por un momento se quedó pensativa, pero también sabía que ya no podía seguir ocultándole su pasado, sentía que lo mejor era decirle la verdad, que tal vez sabiendo todo por lo que había pasado podría ayudarla a obtener sus papeles, a tener una vida mejor; insegura voltea a verla a los ojos y nerviosa le dice. — Señora Margarita, antes que nada, quiero decirle muchas gracias por toda la ayuda que medio y que nunca fue mi intención ocultarle nada.
Mi nombre es Yaneli Aguayo, vengo del pueblo de los altos de Jalisco que se llama San Juan de los Lagos y soy la esposa de Antonio Bayorin; yo salí huyendo de mi esposo, no soporte su engaño, no estaba dispuesta a permitir que se metiera con otras mujeres.
El día que salí huyendo de casa, lo encontré con otra mujer en nuestra cama. Eso para mí es ser un muy mal esposo; no quiero estar con un hombre falso, que no sabe respetar a su esposa, no creo que sea justo que yo tenga que seguir con un marido que ni siquiera respeta su casa.
Mis padres no quisieron apoyarme, les dije que me quería divorciar y ellos se negaron me trataron de mujer fácil, de libertina; para ellos el divorcio es algo que no está permitido, que no debería de existir, que solo lo hacen mujeres de dudosa reputación, pero la verdad creo que eso no es justo y menos cuando el hombre no sabe darle el respeto a su esposa.
Pienso que la mujer también debería tener el derecho de un divorcio si el hombre falla, así como ellos lo tienen cuando la mujer le falla. ¿Por qué tengo que soportar un matrimonio si soy infeliz? No es justo y mis padres no me entienden o mucho que yo estaba sufriendo en ese matrimonio, por eso escapé y llegué aquí.
Cuando ella dejó de hablar se hizo un silencio tenso, amargo y en el momento que Yaneli miro a Margarita se dio cuenta de que algo no estaba bien, su ceño estaba fruncido, la mueca de sus labios era de amargura, su mirada era asesina y la forma en que respiraba era golpeado; se dio cuenta de que algo no estaba bien, inquieta dijo. — ¡señora Margarita!…
¿Está bien?…
Se volvió a hacer un silencio y, después de un momento, Margarita dio un fuerte golpe en la mesa. Yaneli se alteró un poco en el momento del golpe, pero lo que menos se esperó, fue cuando levanta la mano y trata de darle una bofetada, pero ella fue rápida y tomó su mano, en ese momento le dice. — ¿Qué le pasa? ¿Cómo se atreve a tratar de golpearme?
Margarita jala su mano y enfurecida le grita. — Eres una mujer sinvergüenza, descarada, sin moral y sin valores.
Yo jamás te hubiera aceptado en mi casa si hubiera sabido que eras una de esas mujeres desvividas, con tampoco valores y sin nada de moral; mi casa de una familia decente, no para gente como tu sinvergüenza que abandona a su familia para andar de libertinas.
El divorcio no es de gente decente, de buenas costumbres, eso solo se hizo para las mujeres que no valen nada, para esas que les gusta estar con muchos hombres; yo soy una viuda respetable, una mujer de valores, de buenas costumbres, que nunca di pie para que la gente hablara de mí y no pienso permitir que una jovencita de moral cuestionable venga a ensuciar mi buen nombre, eso no lo pienso permitir.
Te quiero fuera de mi casa, y maldigo el día en que llegaste aquí, pero esto me enseñará a no confiar en las personas, a no abrirle la puerta de mi casa a desconocidos; largo de aquí, sinvergüenza, mujer sin moral, sin valores, promiscua.
¡Fuera de mi casa, fuera, largo! ¿Qué no escuchaste? Largooo…
Yaneli no podía creer lo histérica que se había puesto Margarita, realmente nunca pensó que esa mujer que a su manera era amble con ella y que en un momento, si la había apoyado, se pusiera de esa manera, porque en todo ese tiempo le mostró lo que era, una joven de buenas costumbres.
Se pone de pie y no dijo nada más, iba a empezar a caminar al patio cuando Margarita la toma del brazo y enfurecida le dice. — Te dije que te largarás de mi casa.
Yaneli jala su brazo haciendo que la soltara, no iba a dejar que nadie la humillara, que la tratara como si fuera la, pero persona del mundo, porque ella sabía muy bien, que no había hecho nada malo, que nunca le falló a Antonio y con amargura en su voz le dice. —Voy por mis cosas, porque eso que está en la bodega es mío y usted recuerde que no me regalo nada.
Es una mujer prejuiciosa y si yo lo hubiera sabido nunca me hubiera quedado con usted; le doy gracias por el poco apoyo que medio, pero no pienso permitir que me ofenda la manera en que lo está haciendo.
Yo soy una mujer de buenos valores, con una moral intachable y que siempre se ha dado su lugar ante los demás, pero sobre todo siempre marco los límites ante los hombres; jamás le falte el respeto a Antonio, fue la esposa perfecta, que solo se dedicó a su casa y que no hacía otra cosa más que atenderlo, era el mueble de su casa, pero eso no fue suficiente para él.
La verdad no entiendo por qué la sociedad mire la infidelidad de los hombres como algo normal, pero este mueble de mujer no piensa soportarlo; entiéndalo no quiero dejarme pisotear más de lo que ya lo hacía, soy una mujer que siente, habla, camina, respira y no soy un mueble al que pueden hacer de un lado a otro, al cual acomodan en el lugar que más les complace.
No pienso cumplir sus estúpidas reglas sociales, solo para darle gusto a gente como usted prejuiciosa, con una doble moral y que no les importa. Las mujeres sufren en manos de sus esposos, solo por mantener una dizque reputación intachable que supuestamente la presencia de un hombre te da.
Señora que no lo mira usted, por ejemplo, su esposo falleció, ha podido mantener su dignidad, su respeto y su moralidad intachable, sin la necesidad de tener un hombre a su lado; mírese, tiene este negocio, el cual le da de comer, maneja empleados y nadie cuestiona su proceder.
No cree que de la misma manera una mujer que deja a su esposo por infiel, por el maltrato físico y psicológico, ¿pueda hacer lo mismo? Yo creo que sí y se lo he demostrado.
Tengo ya tiempo viviendo aquí con usted y nunca le he faltado el respeto a su hogar, no coqueteo con hombres, usted siempre ha sabido dónde estoy, con quién estoy. Pienso que no es justo que me trate de esta manera, pero mejor saber la clase de persona que es, la poca bondad cristiana que tiene ante una mujer que solo busca ser feliz en esta vida; que no está buscando otro hombre, solo quiero vivir en paz, sin que nadie me trate como un simple mueble de una casa donde no hay amor.
Ahora voy por mis cosas y no se preocupe, en mi vida volveré a molestarla, porque gente como usted es mejor no tenerla cerca, prefiero estar sola, que llenarme de tontos prejuicios como lo está usted, de ser tan falsa ante los demás, solo para poder encajar en esta sociedad tan insensible.
Margarita estaba roja del coraje, furiosa con ella, deseaba golpearla, pero en el momento en que levanta sus manos para golpearla, Yaneli la sujeta y la avienta; al ver que no podía lastimarla, que Yaneli no se iba a dejar, rápido finge un mareo, llevando su mano a su cabeza, diciendo que se sentía mal, que ella la había lastimado.
Yaneli se le quedó mirando, mientras Margarita se sujetaba de la mesa para no caer al suelo. Parecía que deberás estaba mal.
Yaneli no sabía qué hacer, solo se le quedó mirando, insegura de lo que tenía que hacer.
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