En un mundo donde el dolor y la traición se entrelazan, Gabriel ha vivido toda su vida con un solo propósito: vengar la muerte de sus padres, asesinados por una poderosa familia que se mueve en las sombras. Con un corazón marcado por la pérdida, Gabriel traza un plan meticuloso para infiltrarse en su enemigo. Pero lo que no anticipa es la conexión inesperada que formará con Valeria, una joven valiente y llena de vida, que se convierte en su cómplice involuntaria. Mientras Gabriel utiliza a Valeria como un peón en su juego de venganza, ambos se ven atrapados en una red de secretos y mentiras. La línea entre el amor y el odio se difumina, y Gabriel debe enfrentarse a la pregunta más difícil de todas: ¿puede el amor nacer del deseo de venganza? En un desenlace lleno de giros inesperados, “La mentira” te llevará a través de un viaje emocional donde la redención podría ser la única salida.
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Capítulo VIII Su primer beso
La atmósfera entre Gabriel y Valeria estaba llena de secretos que empezaban a pesar. “¿Solo viniste por agua?”, preguntó Gabriel, decepcionado.
“Así es, ¿qué otra cosa podría venir a buscar?”, respondió Valeria, restándole importancia a las palabras de Gabriel.
“Vamos, te llevo a la cocina. Tengo cosas que hacer, así que no olvides los lugares de esta casa, ya que no puedo dejar mis cosas por ser tu niñera.” Era obvio que Gabriel estaba de mal humor; al ver a Valeria frente a él, imaginó que ella lo estaba buscando.
Valeria se sentía confundida ante los cambios de humor de Gabriel, pero ¿qué podía hacer? Ella no lo conocía y tampoco tenía interés en hacerlo. Para ella, él era un ladrón que le había robado su libertad.
Mientras caminaban hacia la cocina, el silencia se hacía mas pesado, Valeria miraba a su alrededor viendo los detalles hermosos que tenía aquel lugar, *si Gabriel y yo nos hubiéramos conocido de manera diferente, seguramente me había enamorado de él*, pensó la joven en su andar por los largos pasillos del castillo.
Ella caminaba detrás de Gabriel, viendo su imponente figura, un sentimiento de calidez se albergó en su corazón, pero ella no sabía de qué se trataba, ella nunca había tenido ese sentimiento. De repente Gabriel detuvo el paso y como ella iba tan perdida en sus pensamientos: chocó contra la espalda de él.
“¡Auch!”, exclamó Valeria.
Gabriel volteó con rapidez al escuchar la queja de Valeria y sus cuerpos quedaron tan unidos que podían respirar el mismo aire de otro. “¿Te encuentras bien?”, pregunto Gabriel con preocupación.
“Si, perdón por golpearte”, respondió Valeria atontada.
“Déjame verte”, dijo Gabriel tomando a Valeria de la barbilla con suavidad y levantando su rostro. Sus Mirianadas se conectaron por un breve instante, pero ese fue tiempo suficiente para que sus almas se entrelazaran aún más. “Debes tener cuidado, la próxima vez te puedes hacer daño”, indicó Gabriel con un tono suave.
“Lo siento, estaba distraída observando el lugar”, tras decir esas palabras, el rostro de Valeria se sonrojó lo que hizo que en Gabriel se despertara el deseo que no pudo controlar, así que sin pensarlo besó los suaves labios de Valeria, ella quedó inmóvil ante la reacción de Gabriel y no sabía que hacer. Viendo que Valeria no correspondió a su beso, Gabriel se alejó de ella con decepción.
“Por favor no te molestes conmigo, es solo que…”, Valeria sintió vergüenza, por lo tanto no continúo con su explicación.
“No tienes que explicar nada, entiendo que solo soy tu carcelero y que no te despierto ningún interés”,
“¿Qué?, no, no es eso, es solo que….”
Gabriel no dejó que Valeria terminara sus palabras cuando la volvió a interrumpir, “aquí está la cocina, busca tu agua y vete a descansar, tengo trabajo por hacer y no quiero seguir perdiendo el tiempo”, Gabriel sonaba frío y distante y es que es la primera vez que sentía el rechazo de una mujer.
De pronto Valeria recordó la fuertes palabras de su abuelo *si este matrimonio me hace perder el negocio con los Linares, te aseguro que lo vivido por ti hasta ahora será un cuento de hadas comparado a lo que te pasará si Gabriel Linares rompe nuestra sociedad*, llena de miedos Valeria se armó de valor y agarró la mano de Gabriel.
“Por favor discúlpame por no saber cómo responder a tus besos, entiende que nunca antes había besado a nadie”, el tono de voz afligido de Valeria resonó en los oídos de Gabriel, quien quedó en shock ante sus palabras.
“Me estás diciendo que nadie te había besado antes”, Gabriel estaba incrédulo ante las palabras de Valeria.
Ella asintió con la cabeza, aunque moría de vergüenza por la revelación que acababa de hacer frente a un completo desconocido.
“Entonces déjame enseñarte cómo hacerlo”, Gabriel con ternura hizo que Valeria lo mirara a los ojos, después se acercó a ella y con suavidad besó sus labios, “solo sigue lo que yo hago”, dijo en un tono bajo.
Valeria cerró los ojos y siguió los movimientos de Gabriel dejándose llevar por el momento, aunque no fue su primer beso, ese recuerdo se instalaría en sus corazones sin que ellos pudieran evitarlo.
“De ahora en adelante seré tu maestro, claro si tú me lo permites”, comentó Gabriel en un susurro.
Valeria asintió con la cabeza y se acercó nuevamente a él para volver a sentir los suaves labios de su esposo, este momento había rebasado por mucho todas las espectativas que ella tenía sobre este tipo de afecto.
Gabriel sonrió al ver que ella había tomado la iniciativa de volver a besarlo, aunque por dentro quería desatar su pasión, él sabía que era muy pronto y la idea no era asustar a su esposa.
“Mejor nos detenemos aquí, si sigues no me podré controlar”, dijo Gabriel en un hilo de voz.
“Lo siento, mejor regreso a mi habitación”, respondió Valeria sonrojada.
Ella salió a toda prisa de la cocina y se encerró en su habitación, arrecostada en la puerta tocó con ligereza sus labios recordando el momento tan bonito que acababa de pasar, *puede una persona enamorarse tan rápido*, pensó la joven.
Con esos pensamientos en su mente se fue a dormir, no sabía que le deparaba el futuro, pero al menos su esposo no era una mala persona.
Por otro lado, Gabriel se sentía como un miserable, pues si era cierto que Valeria lo atraía, también era cierto que él no la amaba, ya que su corazón pertenecía a otra mujer. Era el típico amor imposible al cual nunca podría olvidar. Recordando a su hermosa Aurora y los mágicos momentos que vivió junto a ella, se fue a su habitación, no sin antes detenerse frente a la habitación de Valeria y pensar en lo inocente que era ella.
Con sentimientos encontrados se fue a la cama, pensando en que no podía desviarse de sus planes originales.