Ekrem Latouff es un hombre que ha alcanzado todo lo que se ha propuesto en la vida, tiene control total en cada una de sus acciones, menos en sus sentimientos. Ama profundamente a la única mujer que moralmente, no debería amar.
Una marcada diferencia de edad y un parentesco no consanguíneo los separa.
¿Podrá Ekrem Latouff enfrentar los prejuicios y conquistar a Sophie Klein quien está ajena a esos sentimientos?
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Ocho
^^^"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada."^^^
^^^Gustavo Adolfo Bécquer ^^^
Aún no amanece y Dina y Sophie preparan provisiones, para pasar el fin de semana en la cabaña que tiene la familia Weber en una zona boscosa. Anne y Frank declinaron la invitación, alegando que se sienten muy viejos para ese tipo de aventuras.
-En media hora salimos- dice Elliott entrando a la cocina mientras mira su reloj.
Sophie siente una revolución en su estómago, después de aceptar, se arrepintió cuando sus padrinos dijeron que no irán, lo que significa que pasará mucho tiempo al lado del hombre que, sin saber por qué, la altera.
En un lujoso todoterreno negro, los tres emprenden camino. Llegando a las afueras de la cuidad, en una estación de servicio, se encuentra Ekrem esperándolos. Los primeros rayos de sol sobre su elegante figura, hacen que parezca pintado en una obra de arte, o por lo menos, ese es el pensamiento que cruza por la mente de Sophie, mientras su corazón late desbocado.
Dina lejos de mirar a su tío político, no dejó ni un segundo de ver a su cuñada de corazón y una idea rondó por su cabeza.
-Sophie, ¿por qué no acompañas al tío Ekrem en su vehículo? así no se aburre en el camino- dice con la intención de servir de celestina, aunque vengan tribulaciones para ellos -falta poco más de una hora para llegar.
- Es verdad - secunda Elliott a su esposa sin conocer la verdaderas intenciones de su recomendación.
Ella sin conseguir una excusa válida asiente y de inmediato él, con la gracia que lo caracteriza, abre la puerta de copiloto para que ella entre y seguir su camino.
El verde de la naturaleza cada vez cobra más vida a medida que avanzan, un cómodo silencio se instala en el vehículo, pues Ekrem con una mirada brillante, de tanto en tanto mira a la dama a su lado, contemplando la capacidad de admiración que tiene por lo que la rodea.
En el otro vehículo, Dina decide contarle a su esposo su percepción.
- Amor - comienza la charla- creo que tu tío tiene sentimientos por Sophie.
- Hermosa, claro que tiene sentimientos por ella, todos la queremos, es parte de nuestra familia aunque no lleve nuestra sangre; además él la vio crecer y compartió más tiempo con ella que yo.- la mujer niega con una sonrisa.
- No estoy hablando de sentimientos filiales, me refiero a sentimientos de un hombre por una mujer.- concluye.
- ¿Estás segura?.
- Casi y desde este momento te digo, si ellos se aman estaré de su lado - habla señalando con el dedo índice - ya bastante tendrán con los prejuicios de tu abuelo.
Al poco tiempo, dos vehículos todoterreno aparcan frente a una acogedora cabaña. Ambas mujeres corren hacia el pequeño lago que queda frente a la propiedad dejando al par de hombres con la tarea de bajar el equipaje y resto de las cosas que trajeron.
- ¿Tienes novio?- pregunta Dina de forma casual.
- No, había alguien que me gustó por mucho tiempo, pero para él fui invisible, así que no vale la pena.- responde batiendo su cabeza.
- Pero, ¿hay alguien que te guste?- la pregunta quedó en el aire debido a que los hombres llamaban a las chicas.
Sin embargo, esa pregunta resuena en la cabeza de Sophie <¿me gusta alguien?>, se cuestiona mientras la imagen de Ekrem se forma en su mente.
Ante ese pensamiento sacude la cabeza, eso es imposible. <¿qué clase de mujer soy si hasta hace poco decía estar totalmente enamorada de Samuel?>
El día transcurrió amenamente, con demostraciones de amor entre Elliott y Dina, y miradas furtivas entre Sophie y Ekrem.
Cerca de la medianoche, la joven Klein baja por un vaso de agua y a través de la ventana, ve la figura de Ekrem, mirando al cielo, iluminado sólo por los rayos de la luna. Sigilosamente sale de la cabaña, la noche es acompañada por los sonidos de los animales nocturnos, al sentir su presencia el hombre gira hacia ella acercándose y sus miradas conectan. Él la ve con ojos depredadores, en este momento ella siente que la está viendo como a una mujer
- niña, ¿qué haces aquí?- ella sonrie, es la segunda vez desde que regresó que la llama de esa manera, cómo lo hacía seis años atrás.
- Bajé por un vaso de agua, lo ví afuera y sentí curiosidad - responde sin dejar de verlo, se pierde en la mirada de Ekrem, que pasea su vista de sus ojos a sus labios. A ese punto ella deja de respirar y como puede, logra desviar su punto de atención.
- Me gusta la paz que aquí se respira - responde el hombre sin despegar sus ojos de ella, que en ese momento se abraza a si misma a causa del frío, él la abraza para darle un poco de su calor. la chica levanta su cabeza, aún temerosa, y se da cuenta lo cerca que están el uno del otro.
Su aliento mentolado choca con su rostro, tan peligrosamente cerca que ambos comienzan a respirar irregularmente. Quiso hablar, pero no pudo debido a los deseos que le sobrevinieron <¿Cómo puedo desear que me bese?, es tu tío Sophie Klein> trata de autoconvencerse mentalmente que sus deseos no están bien.
En los brazos de Ekrem, se siente segura, trató de articular palabra y no pudo, solo movía sus labios de los cuales no salió ni un susurro. Ekrem, no puede seguir reprimiendo sus impulsos, siente su garganta cerrarse y el deseo invadió su mirada. Entonces toma sus labios de forma demandante, pero tierna a la vez, sus besos son correspondidos por la mujer que ha amado por años, la euforia estalla en su pecho, mientras su lengua se proclama invasora.
Sophie se puso nerviosa, pero lejos de separarse, se aferra más a él. Cuando intenta recobrar la cordura la voz de Ekrem la saca de idilio.
-Te amo, no sabes cuánto ni desde cuándo, pero te amo- proclama aún pegado a su cuerpo.
- Esto no puede ser, tú eres mi tío, esto no está bien- dice Sophie notablemente exaltada, mientras se suelta de su agarre.
- No soy tu tío, entiende - dice impaciente.
Sophie entra corriendo a la cabaña y se encierra en su habitación. Mientras tanto un hombre, que salió al balcón a fumar, después de hacerle el amor a su esposa, fue testigo silencioso de toda la escena.
En la soledad de su habitación, ella esconde su rostro entre sus manos, solo puede escuchar en su cabeza, una y otra vez las palabras de Ekrem. Hiperventila como si hubiera subido una pendiente a gran velocidad, su mente está hecha un lío y el pánico recorre sus venas.
Son las 10 de la mañana y Sophie aún no ha salido de su habitación. Elliott, al ver tan ausente a su tío y después de lo que presenció la noche anterior, lo invita a dar un paseo por el pueblo más cercano mientras Dina llama a la puerta de la chica con preocupación. - Adelante - responde y va corriendo hacia el baño para disimular los estragos de la noche anterior. Adentro del carro, el silencio es ensordecedor, Elliott puede escuchar con facilidad los latidos del corazón de Ekrem. - ¿Qué pasa con Sophie?- pregunta repentinamente. Una mirada de incredulidad se manifiesta en los ojos de Ekrem, cree haber disimulado muy bien sus sentimientos. - Nada, ¿Qué podría pasar con esa niña?- responde. - Tío, ¿por quién me tomas?- pregunta despegando un momento la vista del camino para mirarlo - sé que entre ustedes hay sentimientos que no son los de parientes. - No sé que te estás imaginando Elliott, a esa niña yo la ví crecer - sigue negando Ekrem, mientras su sobrino estaciona a un lado de la carretera. - Sophie no es una niña, es una mujer y muy hermosa por cierto, tanto que cualquier hombre mataría por tenerla a su lado- Elliott ve que la expresión de su acompañante se torna oscura y una sonrisa amenaza con asomarse en sus labios. -¿Desde cuándo la amas? Con una expresión de derrota, Ekrem le abre su corazón a Elliott. - No lo sé - hace una pausa, siente un nudo en su garganta que aprieta sus cuerdas vocales - cuando cumplió quince años, ese día no pude apartar la mirada de ella en toda la fiesta, recuerdo que me fui temprano porque me sentía como un depravado. A este punto los ojos de Ekrem estaban cristalizados. -cuando tenía dieciséis y se fue al exterior, su ausencia me taladró y ahí supe que la amaba. -No sabes cómo duele aquí - lo dice tocándose el pecho- amarla y no poder tenerla en mis brazos.