Conductor Asignado

Naguel

El día que mi primo me dijo que pasara a buscar a la hermana de su futura esposa de camino le grite que no era el conductor asignado de nadie.

Obviamente que acepte luego de despotricar y patalear que no quería hacer tal cosa. Odio los autos, a pesar de que tengo un par de ellos, lo mío son las motos.

Amo la libertad, el aire que pegue en mi cara y las vistas que me devuelven estar sentado en ella, vivir a través de ellas.

No voy a negar que más de una vez me he ganado el cariño de una mujer debido a ellas, pero así es.

Ahora hay un ante y un después de haber ido contra mi voluntad a buscar ese manojo de nervios, esa llamarada de fuego, esa enana que enseguida quise sentir entre mis brazos.

A pesar de su resistencia pronto sentí como se hizo una con mi motocicleta y disfrutaba del viaje tanto como yo.

En un principio mi idea era desalentarla, pero vasto verla dos segundas para querer amarrarla a ella y llevarla al fin del mundo siempre y cuando sea yo a quien elija para ello.

La parada en la gasolinera fue todo menos lo que esperaba y ahora me siento tentado de pegarla a mí, es como un imán no puedo tenerla lejos ni dos segundos que ya necesito saber dónde está, que hace, con quien habla.

Por eso cuando mi madre reclamo su atención la seguí como perro celoso, marcando sus pasos, pisando y oliendo todo lo que ella marca.

Mi madre lo noto enseguida, por eso no me sorprendió cuando me dijo que no lo arruine.

Sabe perfectamente que soy un poco obsesivo cuando algo me gusta, cuando algo me atrae. Es por ello por lo que nunca pase de un polvo rápido, nunca busque una relación con nadie, todos creen que soy frio y calculador, no están equivocados, pero lo hago para protegerme y para proteger a quien sea, pero esta vez no puedo.

Esta vez he caído como un idiota.

Si ella supiera el poder que tiene sobre mí, si ella supiera que si me pide las estrellas haría lo que fuera para obtener la más grande y brillante solo para ella.

Termino la llamada con mi gerente y cuando miro hacia la mesa en la que la vi hace unos instantes me desespero al no verla ahí.

Disimulo el dolor en el pecho que siento y camino lo más tranquilo que puedo acercándome a la mesa donde mi primo está en arrumacos con su novia, tomo otra cerveza y barro buscando a mi objetivo.

No la encuentro y me desespero, pero cuento hasta diez disimulando que las manos ya me sudan.

Me siento en una banca solo, debajo de uno de los árboles y se acerca mi hermana Marina.

Se sienta a mi lado y me mira fijamente, sabe que estoy por estallar, solo falta que me hinche y soy un globo a punto de erupcionar, un volcán al rojo vivo, una bomba en sus últimos segundos de recuentos.

ꟷ¿Qué te pasa grandulón? ꟷpregunta midiendo mi estado de ánimo, ella es como mi psicóloga, va de toda la familia.

Cuando era más joven era una pendeja de mierda, pero con el paso de los años se volvió más madura y hoy en día es una buena amiga, además de que sabe todo de mí.

ꟷNo sé dónde está ꟷadmito si poder evitar que mi pierna marque ese ritmo nervioso, apuro la cerveza buscando apoyo en ello.

ꟷ¿Quién? ꟷpregunta y mira a nuestro alrededor como adivinando de quien hablo.

ꟷNo me hagas decirlo ꟷa pesar de todo soy orgulloso y no voy a reclamarla como mía si ella no quiere lo mismo.

No soy un cavernícola que reclama su presa como propia, aunque lo haría sin pensar demasiado en ello.

ꟷUpa, eso sí que es serio ꟷdice y se levanta para voltearse y mirar hacia un grupo de hombres que juegan golfꟷ creo que lo que buscas esta por ahí y si no te apuras hay unos cuantos que querrán robártela.

Miro hacia donde me dice y un gruñido sale de mi interior. Me levanto y salgo como un toro furioso queriendo envestir a todos lo que osan respirar a su lado, pero a último momento me contengo y tomando un palo de golf me uno a la manada de lobos hambrientos por un poco de atención de la hermosa llamarada roja.

Me paro cerca de ella, tampoco quiero que note mi obsesión y salga corriendo como un cachorro asustado. Claro que la seguiría hasta atraparla, pero más vale evitar el caso.

ꟷ¿Quién va ganando? ꟷpregunto mirando a mi hermano y mis primos, los hombres mayores se retiran al parecer esta jugada la tienen perdida con tanta juventud en el aire.

ꟷPues quien más, nuestra sexy compañera ꟷdice Mariano, mi hermano y le muestro los dientes en un rugido sordo por tal comentario.

ꟷNo exageren, no tengo nada de sexy ꟷdice ella meneando el trasero para ajustar su posición y darle un golpe a la pelota que sale disparada.

Cabe destacar que nadie estaba mirando la pelota o el palo de golf, todos estábamos muy atentos a sus caderas y al movimiento de la falda de su pantaloncillo que al moverse de esa manera se balanceaba y uno estaba a la espera de que se levanta para poder ver más de lo debido.

Me coloco detrás de ella, para bloquearles la visión a estos pervertidos que osan mirar a la futura madre de mis hijos como si fuera el mejor filete en oferta.

Sin que ella lo note, paso un dedo firme por mi garganta advirtiéndole a estos hormonales que dejen de mirarla y para mi sorpresa se carcajean.

ꟷ¿A quién le toca? ꟷpregunta ella volteando y mirando confundida a los hormonales que ríen por mi mueca de fastidio.

ꟷ¡A mí! ꟷdigo gruñendo, pasando por su lado clavo mi brazo en su cintura y la muevo junto a mi para colocarla de una manera que nadie la pueda ver más de lo debido

ꟷ¿Qué haces? ꟷmurmura en mi oído sin que nadie se percate, le guiño un ojo y me acomodo para pegar a mi pelota y que caiga cerca de la de ella.

Así pasamos un buen rato hasta que nos cansamos de que nos dieran con un palo, definitivamente es buena con el palo, literal.

Ya al atardecer se prepararon las parrillas del club para un buen asado familiar. Las bebidas fluían de acá para allá y mi hermosa pelirroja ya estaba bastante achispada.

Sin dejar de verla en ningún momento, como un Alcón vigilando su presa, de a poco me fui acercando donde ella estaba. Me senté en el respaldo de un banco para verla mejor y ver el horizonte del lago donde se reflejan ya la puesta de sol.

Este es el mejor momento del día y se pone aún mejor cuando ella se acerca a mí y se sienta en el hueco que deja mis piernas para admirar el crepúsculo.

De pronto siento el peso de su cabeza en mi rodilla y cuando la miro esta dormida.

La miro, observo su respiración tranquila, como sus mejillas están algo rosadas, tiene algunas pecas en nariz y sus pestañas son demasiado rizadas.

Escucho pasos cercas y cuando volteo veo que es Amanda que se acerca a nosotros con dos platos. Uno super lleno de carne asada y otro solo con un poco.

ꟷSupongo que es para nosotros ꟷmurmuro sin querer despertar a mi princesa.

ꟷO valla, se ha dormido ꟷdice ella y deja los platos en la banca donde nadie se ha sentado.

ꟷSi, hace un momento, pero no quiero despertarla, es mejor para que se le baje la borrachera ꟷescuso mi acto y ella asiente mirándome con una sonrisa.

ꟷ¿Te gusta? ꟷme pregunta y me atraganto

con un trozo de carne ¿Cómo lo supo? ¿Tan obvio soy?

ꟷNo lo sé ꟷmiento luego de que se me pasa la tos.

ꟷ¿No lo sabes o temes que ella no sienta lo mismo? ꟷpregunta como si me preguntará la hora, se supone que hace ¿cuánto? ¿Uno, dos días que la conozco?

Se aleja dejándome solo con mis pensamientos, volviendo a clavar mi mirada en ella. Sigue dormida, pero ahora esta más recostada, deslizada. Como si su cuerpo ya estuviera relajado.

La sostengo para deslizarme de donde estoy y acomodarme para luego acomodarla a ella sobre mi regazo y que siga durmiendo bajo mi protección.