Cuando una mujer ama, ¿hasta dónde es capaz de llegar con sus acciones? ¿Puede ser capaz de abandonarse a sí misma para ser el arma de la persona amada y cumplir con todos sus caprichos y deseos? ¿Es esto amor? ¿Y qué pasa cuando esa ilusión se rompe en pedazos?
Elyana, ella tiene todas las respuestas, fue capaz de dar todo por un hombre que dijo amarla, mato y robó, usó todo lo que tenía para darle el trono al hombre que amaba, pero cuando obtuvo lo que quería, este hombre simplemente la desechó como si ella no valiera nada.
Al morir, su alma se transformó en una mariposa que voló libre, pero por el dolor y odio que cargaba su alma no pudo descansar, y siendo atraída por sentimientos similares a las de ella, tomo el cuerpo de una mujer llamada Elizabeth, que al igual que ella murió traicionada.
Ahora con esta nueva oportunidad, ella podrá conseguir lo que más anhela, venganza.
El camino de la venganza para Elizabeth y Elyana, se abre...
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Descarada
Cap 8
...Volviendo atrás, un día antes del encuentro entre Elizabeth y Nicolás....
En la mansión del príncipe Nicolás, entraba un hombre vestido de negro con un sobre en mano y se dirigió directo a la oficina del príncipe.
-Alteza, tengo la información que pidió sobre su prometida-, dijo aquel hombre entregando un sobre con papeles al príncipe Nicolás.
-Muy bien. Veamos qué averiguaste-, dijo Nicolás agarrando el sobre.
Él abrió el sobre que le fue entregado, y después de leer el contenido escrito en los papeles que tenía el sobre, una sonrisa se dibujó en su rostro.
-Interesante, según esto mi prometida además de bella, es peligrosa. Me gustaría ver si su talento para pelear es como se menciona aquí - dice Nicolás mientras bajaba los papeles en su escritorio.
-Según averigüé, empezó a entrenar después de que su prima la envenenó. Aunque el general no sabe de eso, fue él mismo gran general quién se hizo cargo de su entrenamiento personalmente. Recién volvió a la ciudad. Le recomendaría que la vea alteza. Es realmente una bella dama.
Nicolás levantó la vista para mirar a aquel hombre para luego decir; -cuando la vea veremos si todo lo que está escrito aquí y lo que dices es verdad o no. Ve a vigilar y avísame cuando salga de la mansión-, espetó Nicolás algo ansioso.
-Cómo ordene alteza - dijo aquel hombre haciendo una reverencia para retirarse.
A la mañana siguiente aquel mismo hombre regresaba y entrando a la oficina del príncipe y después de saludar le dijo;
-La señorita Elizabeth irá de compras al centro hoy. Mañana debe asistir a una cena en la casa del primer ministro.
-La dichosa cena de mi hermanito por su compromiso y donde darán la fecha de su boda-, dice Nicolás y se ríe, para volver a hablar,
-Esa pareja es bastante interesante, mi hermanito está desesperado por ser el príncipe heredero y está utilizando cualquier medio, mientras que ella está dispuesta a ser utilizada solo para ser la princesa heredera y lograr llegar a ser la emperatriz. Daniels, dime, ¿No crees que son patéticos?
-Diría que se trata de una pareja bastante pareja. Alteza, por más que no tengamos pruebas, sabemos muy bien que su hermano tratará de tomar el trono incluso por la fuerza, casarse con la hija del primer ministro es una estrategia muy obvia-. Respondió aquel hombre al lado de Nicolás.
-Tienes razón. Me estuve manteniendo al margen de todo, pero eso no significa que yo no tenga mis propios planes al respecto. Daniels, necesitamos encontrar pruebas y también los lugares dónde los mercenarios y soldados que están siendo reclutados son entrenados por Sebastián para presentarlos al emperador.
-por supuesto, seguiremos averiguando y reuniendo información. Pero, volviendo al tema de la señorita Elizabeth, ella ya debe haber salido. Debería salir ahora si quiere ver a su prometida.
-Tienes razón Daniels. Pide que preparen el carruaje. Y tú te vienes conmigo, para mostrarme a la dama, ya que no conozco su rostro, y estoy seguro que tú si la conoces-, dijo Nicolás mientras agarraba una capa para cubrirse y salir.
-Claro alteza-, dijo Daniels saliendo del lugar para hacer lo que le pidió el príncipe.
Ambos hombres salieron rumbo al centro. Llegaron a un lugar donde habían varias tiendas y decidieron sentarse a beber té mientras miraban por la ventana. Después de unos 25 minutos, Daniels le hace una seña con la cabeza al príncipe, para que dirija la vista al mismo lugar.
-La dama de negro con ojos dorados, en medio de los soldados del gran general-, dijo Daniels mientras agarraba su taza de té.
Nicolás dirigió la mirada donde se encontraba Elizabeth, viendo a la hermosa pelinegra con ojos dorados, esas características no eran muy comunes en esa sociedad, además esa forma de vestir. A los ojos de Nicolás se veía exótica, un poco tétrica todo de negro cuando las demás damas siempre usaban vestidos coloridos y abultados, por lo que terminaban pareciendo más una muñeca de aparatejo que otra cosa.
-Tan sexy-, pensó Nicolás. - Daniels, encárgate de preparar un hermoso regalo para mi madre. Debo agradecerle que haya elegido una prometida tan hermosa para mí - dijo con una sonrisa ladina.
-Claro alteza-, respondió Daniels sonriendo y luego agregó,
-será mejor que se comporte señor, dudo que aquella señorita lo deje mirar a otra cuando el compromiso sea efectivo y de conocimiento público-, dicho eso Daniels empezó a reírse.
-¡Ya cállate Daniels!. Tengo que irme-, dijo Nicolás cuando vio a Elizabeth entrar en una de las tiendas.
Actualmente
-!Carajo! ¿Qué te pasa?- Grita Nicolás después de que Elizabeth con uno de sus pies pisó con fuerza a Nicolás. Los zapatos de Elizabeth eran altos y con tacones finos, el dolor que sintió Nicolás fué bastante.
-Te lo mereces por ser un pervertido. ¿Quién te manda a colarte en el vestidor de una dama? Atente a las consecuencias-.. le dijo Elizabeth dándole la espalda.
En ese momento se escucha que tocan la puerta, Elizabeth mira a Nicolás y le hace señas para que se esconda y no haga ruido. Luego ella fue a abrir la puerta. Era Lila quien al darse cuenta de la presencia de alguien más prefirió ser cautelosa al momento de actuar.
-¿Está todo bien señorita?- Preguntó Lila.
-Nada de qué preocuparse Lila. En un momento salgo-, respondió Elizabeth mientras le hacía un guiño a Lila.
-Está bien señorita. Cualquier cosa me puede llamar. Estaré aquí afuera.
-Gracias Lila-, dice Elizabeth cerrando la puerta.
Al cerrar la puerta dirige la mirada a Nicolás, quién estaba en una esquina parado, cuando éste trató de acercarse a ella, Elizabeth sonrió y con un movimiento liberó unas mariposas doradas para que acorrale a Nicolás y detenerlo a donde estaba.
-Más te vale no moverte, no dejes que te toquen o te van a morder. No te dejes engañar por las apariencias, alteza... pueden verse hermosas pero también pueden ser letales si así es mi voluntad-. Después de decir aquello, Elizabeth sonrió.
Nicolas se quedó quieto en el lugar en donde estaba y Elizabeth solo volvió a sonreír para luego proceder a quitarse la ropa. Tenía que probar el vestido que había escogido, y decidió hacerlo bajo la atenta mirada del príncipe quién no podía moverse de su lugar, y tenía que aguantarse las ganas de saltar sobre su recién conocida prometida al verla desnuda.
-Lo estás haciendo a propósito - murmuró Nicolás aún quieto en su lugar.
-Tú te lo buscaste. Yo no te pedí que vinieras, o ¿si? - responde Elizabeth que había logrado escuchar lo que el príncipe había dicho.
-Vi a mi hermosa prometida, así que no me pude aguantar - respondió Nicolás tratando de moverse del lugar pero las mariposas lo seguían como una muralla viva evitando que dé un paso adelante.
Elizabeth estaba totalmente desnuda ante los ojos de Nicolás, caminando en busca del vestido que trajo para probarse. Vio el rostro ansioso, lleno de deseos del príncipe así que decidió jugar un poco con él. Elizabeth se sentó en un sillón, frente al lugar dónde estaba parado el príncipe, y luego le preguntó;
-Alteza, dígame, ¿le gusta lo que ve? ¿Qué parte le es más agradable a la vista?- Dijo esto Elizabeth mientras tocaba sus propios pechos y abriendo un poco las piernas, con una sonrisa ladina en el rostro.
Nicolas estaba con el rostro rojo y reteniendo las ganas como podía. La veía así en frente de él, y él sin poder hacer nada para tomarla, así que optó por huir del lugar de la misma forma en la que había llegado.
Elizabeth se rio de su travesura. -Fue épico ver tu rostro-, dijo ella.
Nicolás tenía el rostro desfigurado al no saber qué hacer, al ver a su prometida así como vino al mundo. Al pensar en todo aquello, Elizabeth seguía con una sonrisa en el rostro, y se levantó a terminar con lo que estaba haciendo para regresar pronto a la mansión.
Por otra parte, Nicolás había llegado a su mansión dónde Daniels se encontraba esperando al príncipe mientras revisaba unos documentos. Al ver que el príncipe venía entrando con un rostro distorsionado, pensó que algo malo le había pasado.
-¿Le sucedió algo, alteza?- Preguntó Daniels.
-Daniels, mi prometida es una descarada - dijo acostándose en uno de los sillones de su despacho.
Después de unos minutos, Daniels estaba con la cara roja y no podía parar de reír, después de que el príncipe le contará todo lo que había pasado con Elizabeth.
-Parece ser que quién trató de intimidar salió intimidado - dijo Daniels en medio de las risas.
-Si te sigues riendo, te voy a mandar a encerrar - dijo Nicolás ya fastidiado.
-Perdóneme alteza, es solo que esa dama cada día me agrada más-, mencionó mientras trataba de evitar reírse.
Nicolás se reincorpora para sentarse en el sillón, tocándose el rostro que se sonrojaba cada vez que volvía a recordar a su prometida.
-Daniels, pon vigilancia a mi prometida, y asegúrate de que también la protejan de ser necesario. Especialmente durante la cena en la casa del primer ministro-, ordenó de repente el príncipe.
-Lo sé, me encargaré de eso. Me llegó un aviso del palacio, el príncipe Sebastián ya se enteró de que tu posible prometida es la hija del gran general, y no estuvo muy contento al enterarse. Quizás intente algo.
-Así es, si ya está al tanto, no se quedará quieto. Sabe bien que el gran general es de la facción de mi madre, gracias a que mi madre y la madre de Elizabeth eran como hermanas, además de provenir de las mismas tierras.
Se sabe que la emperatriz actual fue la princesa de otro imperio, y que cuando vino para casarse con el actual emperador, trajo con ella a su dama de honor más favorecida, ya que eran amigas de infancia. Ambas eran como hermanas. El gran general se enamoró de ella desde la primera vez que la vió, y la emperatriz concedió esa unión, por cariño a su fallecida amiga, la emperatriz favorece a Elizabeth, ya que la considera como su familia al ser hija de su gran amiga.
Los rasgos de Elizabeth eran similares a las de su madre, éstas eran propias del lugar de origen, tanto de la emperatriz cómo la de la madre de Elizabeth. Por eso su apariencia tan exótica y diferente a las demás damas del imperio. Por su parte, el hijo de la emperatriz, o sea Nicolás, no tenían casi rasgos de su madre, era más parecido al emperador físicamente.