Ella era una chica sencilla, Él un hombre poderoso, que podría pasar
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capitulo 8
Rafael sabía muy bien que su familia por más cristiana y buenas personas que eran no iban a estar de acuerdo con la boda con la muchacha de servicio, quizá él en el momento que tomo la decisión no lo considero pero este no daría marcha atrás, Rafaela por su parte trato miles de veces de hablar con él pero no pudo ella se encontraba mortificada con lo que debía de hacer y es que ella no se veía como la esposa de alguien y mucho menos a su corta edad las circunstancias la habían obligado a tomar dicha decisión, faltaban escasos días para la boda de Susana y aunque Rafael todavía conservaba sentimientos hacia ella no iba a dar marcha atrás le pidió a una de las muchas de servicio que la buscará, pero está no la busco y le dijo a Rafael que ella no se encontraba, así que el personalmente fue a buscarla, Rafaela se encontraba en el jardín cortando algunas rosas ya que doña Lucrecia se lo había pedido
—Qué bueno que te encuentro es necesario hablar—
—Permítame un momento, tengo que llevar estás flores a su madre— dijo Rafaela temerosa de lo que pudiera pasar, pues sabía perfectamente que el joven estaba por cobrarle el favor y ella no podía negarse después de todo había un contrato de por medio, Rafaela se apresuró y llevo las flores hasta donde estaba doña Lucrecia, está a su vez de le dijo a Rafaela que podía seguir con sus quehaceres, por más temor que tuviera sabía que debía ir con Rafael después de todo al mal paso hay que darle prisa, Rafaela volvió hacia donde se encontraba él, ella tenía bastante temor pues la apariencia de el era de un chico malo o tal vez un poco rudo
pero había algo especial en sus ojos es como si el fuera de lo más tierno o quizá hasta amoroso, ella sentía como su sangre se bajaba hasta sus pies quizá era el miedo pensó ella.
—Joven en que puedo servirlo —
—Como lo escuchaste la otra vez voy a presentar a mi esposa ante la sociedad, y ya que tú eres mi esposa debo de dejarte muy claro algunos puntos— Rafaela lo escuchaba muy atenta, pues el era muy autoritario —Primero que nada no habrá intimidad entre nosotros, delante de la gente nos mostraremos muy afectivos, segundo viviremos en una misma casa sin embargo no compartiremos habitación, me acompañarás a todos los eventos que yo te diga y vestirlas de la manera que yo diga, por último este matrimonio solo durará un año si haces todo bien tendrás una gran recompensa para que después desaparezcas de mi vida, tienes alguna duda—
—No señor— dijo Rafaela con algo de temor.
—Muy bien, hoy será tu último día de trabajo desde mañana vivirás en nuestra casa, así que presentas tu renuncia, por la tarde te llevaré para que recojas tus cosas en tu casa y te instales en la nuestra mañana debes de estar preparada irá la maquillista y la peinadora ya he escogido la ropa que llevarás y no quiero ningún reclamo tú me debes obediencia—
Llegó el día de la boda y Rafael recogió a Rafaela quedó encantado con el resultado
Ese vestido rojo si que hacía resaltar su belleza sin duda nadie imaginaria que es aquella muchacha del servicio, pues parecía una auténtica princesa, cualquier chica de sociedad le tendrá envidia.