¿Que sucede cuando quieres algo con todas tus fuerzas? ¿Lo tomas por las buenas o por las malas? Mi vecina me vuelve loco y haré lo que sea con tal de tenerla, aunque ahora solo puedo conformarme con espiarla algún día será mía. Eso es un hecho.
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CAPÍTULO VII
Salimos de mi departamento, siempre invitándola a que vaya delante de mí ya que así tengo la mejor vista. Subir al ascensor es lo más difícil, espacio reducido, cercanía, mis nervios que hacen sudar mis manos y su exquisito perfume, que despierta todos mis sentidos.
— Realmente no eres muy hablador ¿eh? —me dice apoyada en la pared vidriada del elevador, yo estoy a su lado, pero un paso más adelante por lo que debo voltear para mirarla.
— Me cuesta bastante, sí — no puedo sostener mucho su mirada, pero noto algo de diversión y picardía en ella.
— ¿Cuántos años tienes Chris? No te ofendas, es solo que te ves... Digamos que bastante joven.
— Veintisiete ¿Tú?
— Eso no se le pregunta a una mujer — su tono de voz bajó y podría jurar que siento un dejo de seducción. No es que sea un experto en mujeres, pero he tratado con algunas y reconozco algunas cosas.
— Perdón, tienes razón... igual podría decir que estás en tus veintes. — al fin un poco de valor para filtrear. Sé que es mayor, pero también sé que a cualquier mujer le gusta aparentar menos edad.
— ¡Ay, qué tierno! — dice entre risas— Ojalá estuviera aún en mis veintes, pero te agradezco el halago, eso quiere decir que mis cremas funcionan.
El elevador llega a la planta baja y ahí queda el tema. Cruzamos la pequeña plazoleta que conecta los edificios del Hexágono y volvemos a subir al elevador de su Torre. Esta vez en silencio, ella revisa su teléfono y yo la observo en el reflejo de la puerta de metal.
Al llegar a su departamento abre la puerta y me hace pasar. Es un hermoso lugar, que aún conserva varias cosas de doña Eloísa, pero claramente Amanda lo está redecorando.
— No mires el desorden, todavía no termino de darle mi toque — Se dirige al pasillo y grita — ¡Ponte cómodo! Vuelvo en un momento.
Observo todo a mi alrededor, especialmente la ventana que da vista a mi sala la cual se puede ver claramente, dato para tener en cuenta. Dejo los equipos sobre una mesa y recorro un mueble donde hay varias fotografías de Amanda con algunas personas. Con mis manos en los bolsillos de mi pantalón me inclino para ver de cerca a una pequeña Amanda levantando un trofeo y con esa enorme sonrisa, que ya me ha regalado esta mañana.
— Puesto número uno en las olimpiadas de atletismo en mi escuela, entrené mucho para ganar ese trofeo. — su voz tan cerca de mi espalda me sobresalta y al girar volteo algunos portarretratos con mi codo. Eso le causa risa y se acerca aún más para ayudarme a levantarlos.
Nuestras manos se rozan y puedo sentir otra vez ese shock eléctrico, ella me observa risueña y se inclina un poco sobre mí, pienso que va a besarme y cierro mis ojos, pero escucho una pequeña risita cerca de mi oído, al abrirlos veo que solo se inclinó para recoger una fotografía y que, claramente vio mi interpretación.
Sí, tengo veintisiete años, pero actúo como uno crío de quince. Ahí viene mi cachetada mental de nuevo.
— Lo siento por mi torpeza— me levanto rápidamente y trato de dirigir mi atención a los equipos y ocultar mi vergüenza.
— Chris, deja de disculparte por todo, no pasa nada malo ¿si? Relájate.
— Yo... eh... Me cuesta — otra vez el balbuceo. No sé en qué momento se me ocurrió que esto sería buena idea.
— Hagamos algo, claramente te pone nervioso hablar conmigo, según tú con la gente en general ¿verdad? —simplemente asiento — Bueno, entonces mientras tú instalas las cámaras yo ordeno un poco todo esto y vamos conversando sin mirarnos ¿está bien para ti? — al no obtener respuesta da otra opción — O simplemente podemos hacer cada uno lo suyo en silencio.
Suelto un suspiro y reúno valor para hablar.
— Podemos hablar si gustas, mientras trabajo.
—¡Perfecto! ¿Quieres algo de beber o comer?
— Por ahora no, gracias.
Debo concentrarme en el trabajo, demasiada vergüenza ya he pasado, por lo menos me queda demostrar que soy bueno en lo que hago. Saco los equipos y ella me indica dónde los quiere colocar. Se pasea de un lado al otro moviendo su delicioso cuerpo y me cuesta un poco enfocarme. Tal como en mi casa las habitaciones están apartadas de la sala por un pasillo donde se encuentra también el baño. ¿Será mucho sugerirle que instale una cámara en su habitación? ¡Por supuesto Christian! ¿Cómo se te ocurre? Desecho esos pensamientos y me subo a una silla para acomodar la cámara de la sala.
Sin darnos cuenta ha pasado la hora del almuerzo y como buena anfitriona, Amanda trae unos sándwiches y refrescos para hacer una pausa. Nos sentamos en la sala que ha quedado un poco más organizada.
— Nunca pensé que volvería a vivir sola — suelta sin más y sé que es una clara señal de que quiere compartir parte de su vida.
— ¿Estuviste mucho tiempo casada? — pregunto con interés.
— En realidad no, fueron muchos años de noviazgo, largo noviazgo, pero luego de la boda las cosas cambiaron mucho y terminamos dos años después — toma un poco de refresco — Es cierto lo que dicen, que uno jamás termina de conocer a una persona.
— ¿Puedo preguntar por qué no funcionó? — ahí está el que no le gusta hablar, pero la curiosidad puede más.
— No fue sincero conmigo, me engañó con cuanta mujer quiso y me estafó. — todo su lenguaje corporal me indica que está muy enojada aún por eso.
— ¿No fue así contigo en su noviazgo?
— En nuestro noviazgo fue el hombre ideal, quizás hubo alguna que otra alerta que, cegada por el amor, no pude ver, pero a los ojos de todo el mundo éramos perfectos el uno para el otro.
— Para tu suerte pudiste salir a tiempo — no sabía que decir en esta situación.
— Sí, digamos que tuve algo de suerte — se acomoda en el sillón subiendo sus piernas, quedando de rodillas, más cerca de mí. — Ahora, cuéntame tú alguna experiencia amorosa.
— Eh... No... No hay mucho que contar — ja quiere que hable de novias cuando jamás tuve una.
— Oh, vamos, alguna chica debe haber por ahí suspirando por ti. — choca su hombro con el mío y yo no puedo sudar más. Niego con mi cabeza y ella abre grande sus ojos — ¿Nunca tuviste novia? — vuelvo a negar — ¿Eres virgen?
Diablos, es más que directa.
— ¡Por supuesto que no! — mi tono sale más molesto de lo que pretendo. — Que no haya tenido novia no significa que... Ya sabes... Eso.
Esto ya pasó el límite de lo incómodo. Me levanto y recojo las cosas que ensuciamos del almuerzo. Necesito alejarme un poco para que no note mi sonrojo y mi vergüenza.
Amanda me mira apenada e intenta decir algo pero se contiene.
Cuando he dejado todo en orden en la cocina, vuelvo a la sala evitando su mirada, empiezo a juntar mis cosas, decidido a volver a mi casa. En otro momento terminaré el trabajo.
— Me faltan algunas herramientas, no podré terminar hoy — hablo sin mirarla, no porque esté molesto con ella, sino conmigo mismo.
— Chris, disculpa, no quise incomodarte. — toca mi hombro y juro que quisiera poder demostrarle que soy muchas cosas menos virgen. Pero me contengo. Me giro poniendo mi mejor sonrisa quedando frente a ella y de nuevo tengo que mirar hacia abajo ya que la diferencia de altura es considerable.
— No me incomodas Amanda —miento — Olvidé algunas cosas en mi casa y debo instalar la aplicación en tu teléfono y ordenador para que tengas el control de las cámaras. Eso está en otro pendrive.
— Puedes ir a buscarlo y volver... — sugiere.
— Disculpa, tendrá que ser otro día, debo trabajar.
La mirada de decepción que me da es muy similar a la mía, todo se puso tenso entre nosotros y soy pésimo atravesando esas situaciones.
— Está bien, entiendo. Tendré que esperar entonces para pasar aquí la noche.
— Te dejo mi número si quieres, por si surge algo.
— Gracias, Chris, has sido de gran ayuda.
Agenda mi número y hace sonar mi teléfono para que también la agende. Me acompaña hasta la puerta y antes de que pueda salir me abraza y me besa en la mejilla.
— Lo siento — es todo lo que susurra en mi oído y yo me siento como un trozo de pared. Rígido, estático, como si rechazara el contacto cuando, por dentro, estoy saltando de felicidad por tenerla tan cerca.
Se separa de mi al no recibir respuesta de ningún tipo, agacho mi cabeza y me dirijo al elevador. No podría haber salido peor.