Elizabeth es una mujer de veinte años con condiciones de vida precarias, luchando por sugir en una sociedad empeñada a darle la cara difícil de la moneda, trabaja y estudia en la universidad, tiene ua familia numerosa, su madre y sus hermanos, su padre los abandono cuando eran pequeños, por ende su madre siempre fue su apoyo.
Las cosas comienzan a ponerse mas difíciles para Elizabeth cuando una tarde normal de su dia a dia es secuestrada por unos traficantes, luego es llevada a una gran subasta realizada solo para los grandes magnates de la alta sociedad, con ella siendo la pieza principal de dicho evento. Su comprador resulta ser un hombre alto, de cuerpo fornido, quien promete liberarla luego de que esta le pague el costo de su compra con intereses incluidos, mientras el será su dueño.
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CAPITULO 7
Era impensable la propuesta que el hombre le estaba proponiendo, ninguna de las dos opciones era la deseada para Elizabeth, ¿Cómo podría hacer tal cosa con un hombre al cual no ama?, hasta la fecha había mantenido su pureza intacta debido a muchas cuestiones, la principal era el amor, a pesar de haber tenido novios, nunca sintió que pudieran brindarle la clase de amor sincero e incondicional que ella estaba buscando, es por eso que cuando se daba la oportunidad y ellos le pedían llegar más lejos de los besos terminaba la relación, en tres noviazgos todos fueron de la misma forma. Ahora tenía que decidir entregarse a un hombre que no conocía y que además era su dueño.
- Yo...- su voz no salía
- No tienes que responder ahora - le dice el hombre levantándose- te daré algo de tiempo para que puedas decidir que quieres hacer - camina hacia la puerta de salida - tengo que ir a la oficina, uno de mis hombres se quedará a cuidarte, así que no intentes escapar - sale del lugar y uno de los dos hombres lo sigue, mientras que el otro se queda en su lugar.
Luego de eso Elizabeth se quedó llorando su tragedia hasta más no poder, ¿Cómo era posible que algo como eso le sucediera?, tal vez el destino tiene a sus favoritos y ella no era uno de ellos, de lo contrario no sabía como todas esas cosas podían suceder le tan solo a una persona. El día transcurrió y no quiso probar bocado alguno, la depresión que sentía era muy fuerte, sentía una gran píldora en su garganta, acompañada por un peso enorme en su pecho.
- Emilio me dijo que no has querido comer - le dice el hombre, Elizabeth se encontraba tendida en la cama, cubierta por las sabanas - ¿será que no te gusto el menú? - solo es silencio se escuchaba - Elizabeth necesito que me respondas - su voz se estaba haciendo más fuerte - ¿Puedes responde? - le quita las sabanas, sorprendiendo a la mujer - responde mis preguntas - su voz sonaba un poco más molesto, pero aun así Elizabeth no pronunciaba palabra alguna - Así que de esa forma quieres jugar - dice molesto - Bien, juguemos entonces - se quita la corbata, luego se acerca a la mujer y toma sus manos con fuerza, después las amarra con la corbata, con su cuerpo sobre la mujer (quien intentaba forcejear con el hombre, pero era inútil, la superaba en peso y fuerza), coloco sus manos atadas por encima de su cabeza y luego la beso de forma profunda, mientras su mano se deslizaba por dentro de su camisa hasta tocar su pecho.
- ¿Qué hace? - dice Elizabeth luego de zafarse del beso.
- oooh, miren quien puede hablar ahora - levanta su camisa y comienza a besar sus senos - Esto es lo que te pasa si me provocas.
- ¡No! - le grita, sabiendo lo que vendría- por favor, no.
- ¡Entonces no me provoques! - le grita - ¿No quieres comer?, en ese caso tomaré tu cuerpo las veces que sean necesarias, volveré tu voluntad de resistencia añicos si de esa forma lo quieres - su voz mostraba ira - te deje muy en claro en que lugar estabas y con quien estabas tratando, pague mucho dinero por ti y muerta no me sirves para nada - la mira a los ojos mostrando furia en ellos - así que decide, ¿vas a comenzar a comer o continuo con esto?.
-Comeré- dice resignada a las demandas del hombre.
- Bien - se levanta y desata sus manos - traeré la comida y no me iré de aquí hasta que la hayas terminado - va hacia la cocina y busca la bandeja con la comida caliente - Come - le dice colocando la venderá frente a ella, Elizabeth toma la cucharilla y comienza su intento por tratar de comer, pero era inútil, sentía como su cuerpo repudiaba la comida, su garganta hacia espasmos para vomitarla volviendo imposible la acción de tragarla, sin aguantar más soltó la cucharilla sobre la bandeja, se levantó rápido al baño y la escupió - ¿A qué quieres jugar Elizabeth? - le dice Frederick quien la siguió hasta allí- No trates de colmar mi paciencia, que ya de por sí es muy poca - le dice molesto- si piensas matarte de hambre secamente decirte que no lo permitiré, así que es mejor que vuelvas allí y comas toda esa comida - su expresión la atemorizo - si no quieres que cumpla con mi palabra ahora mismo.
- No puedo - le grita - No sé porque, pero la comida no me pasa de la garganta - comienza a llorar nuevamente - Yo simplemente no puedo - De pronto sintió como el hombre la rodeo con sus brazos, era cálido y suave.
- Por favor Elizabeth - le comienza a susurrar - no me hagas esto, no quiero ser el malo, al menos no contigo - su voz era suave y dulce - por favor, no sigas arrojándome hacia esa difícil situación - la mira a los ojos - sé que estas llena de miedo e incertidumbre, yo también lo siento cuando se trata de ti, ya no sé que hacer - la abraza fuerte - quiero que vivas más que nadie, así que por favor - Elizabeth ya había parado de llorar y se logró calmar.
- Creo que puedo intentar comer de nuevo - le dice.
- Gracias - sonríe.
Luego de eso, Frederick dejó a la mujer para que pudiera tener su espacio, confiando en que está vez si podría comer. De esa forma pasó todo un mes en la cual Frederick salía todo el día, volvía por las noches y había momentos en los no se veían las caras por días enteros. En un lugar tan grande donde solo ella se sentaba a la mesa a comer, era muy deprimente tal situación, momentos en lo que extrañaba más a su familia.
- Elizabeth, Emilio me dijo que no has cenado - la mujer se encontraba viendo la televisión- ¿No tienes apetito?
- Te estaba esperando - le dice mirándolo - quería comer contigo - se levanta del sofá y se acerca al hombre - ¿podrías hacerlo? - la mira a los ojos
- si, claro que puedo - le sonríe- pensé que no querías compartir conmigo tu tiempo - le dice mientras caminan hacia la mesa.
- Es muy solitario comer sola todo el tiempo en una mesa tan grande - le dice sentándose a la mesa, al cabo de un minuto la sirvienta les sirve la comida.
- Entiendo - obviamente iba a ser difícil para ella, se sentía como una basura teniéndola allí, pero no tenía más remedio, temía que la mujer pudiera escapar apenas tuviera la posibilidad - ¿Quieres que le pida a uno de los empleados que te acompañe a comer a partir de ahora?, no es algo que suelo hacer, pero puedo hacer una excepción - comienzan a comer.
- No, de esta forma está bien - le dice, no quería que molestára a alguien más por sus caprichos.
- Entonces, ¿qué te parece si cenamos juntos a partir de mañana?, prometo llegar más temprano - le dice.
- Si, me parece bien - sonríe.
Sin importar que tan ocupado estuviera Frederick no faltó a su palabra, cada noche de forma puntual llegaba para la cena, algo que disfrutaba al lado de Elizabeth.