Cumpliendo Mi Deseo De Navidad.

Hace casi un año aproximadamente.

El pequeño Miguel estaba en el almuerzo de navidad en la casa hogar junto a sus compañeros y los empleados que los atienden en el lugar.

Luego de realizar todas las actividades programadas para celebrar ese día, junto al gran árbol de navidad que los empleados colocaron en la gran sala de juegos del lugar,

los niños se acostaron una hora después de lo normal. Era como una costumbre que tenian, los dejaban una hora más despiertos por ser ese día, víspera de navidad.

Sin embargo, esa vez, Miguel no podía dormir. Cuando sonaron las campanas de los relojes anunciando las doce de la noche.

"Ya es navidad. Es el nacimiento del niño Jesús" pensó el pequeño acostado en su cama.

Entonces cerró los ojos, y pidió un deseo,

"Por favor, niño Jesús, para el próximo año envíame una familia. Una mamá que me quiera, como mi mami que está en el cielo. Por favor, Por favor." pidió el pequeño. Luego de eso, se quedó dormido plácidamente.

Cada año, Miguel pedía lo mismo. Pero está es la primera vez que es egoísta y lo pide solo para él. Todos los años lo pide para él y para sus compañeros de la casa hogar. Así que estaba esperanzado que este año si se cumpla su deseo de navidad, y el niño Jesús le envié la familia que tanto anhela, y un hermoso hogar .

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Ese mismo día, en otra parte de la ciudad, Eliza había vuelto a discutir con su esposo. Hoy, día de la víspera de navidad. Resulta que es uno de sus días fertiles en su ciclo mensual. Eliza le había hecho una deliciosa cena navideña a su esposo, y después de comer, se sentaron en un mueble de la sala junto al árbol de navidad, a conversar y abrir algunos regalos. Fue entonces, cuando Eliza le salió con una de las suyas a Eduardo,

- Mi príncipe, hagámoslo hoy. Estoy en mis días fértiles. Tal vez hoy si se cumpla nuestro deseo y quede embarazada. - le decía Eliza con una sonrisa, mientras se subía a él, quedando a horcajadas sobre su esposo, en el sofá de la sala que estaba junto al árbol de navidad.

Ella intento besarlo, y él la esquivo, sosteniendo sus manos lejos de él.

- ¿Nuestro deseo? Querrás decir tu deseo. - Eduardo le respondió tajante, y en forma despectiva.

- Eduardo, ¿qué pasa? - dijo ella mirandolo, sorprendida, aún estaba encima de él.

- Hoy debería ser un día feliz para ambos, o al menos soportable. Porque nuevamente tienes que sacar el tema de un posible embarazo. No podías dejarlo aparte por lo menos el día de hoy. - le dijo Eduardo muy serio y con mucha frialdad.

- Mi príncipe, disculpa. Es que me hice la prueba de ovulación, y hoy ... - fue cuando él la empujó a un lado, haciéndola caer a su lado en el mueble. - Eduardo, ¿qué haces? ¿Pudiste haberme lastimado? - exclamó ella asombrada y asustada mientras se sobaba un brazo.

- Me voy. No quiero hablar de esto de nuevo. Te lo dije, Eliza, ... te amo más que a mi vida. No me importa que no tengamos hijos. Pero tú insistes e insistes con lo mismo ... - dijo él mientras se ponía una chaqueta y tomaba sus llaves. - regreso más tarde - exclamó en voz baja con un suspiro. Sin despedirse y sin decir a donde iba, salió del departamento, dejando a Eliza sorprendida por lo que hizo.

Esa fue la primera vez que Eduardo la rechazó como mujer, debido a su obsesión por embarazarse. En ese momento, para él hacer el amor era un acto mecánico. Ya no había deseo, ni ganas. Si había amor, y por eso Eduardo siempre había accedido a realizar el acto con su esposa, y seguir las indicaciones de su mujer. Recomendaciones que daban los médicos de como hacerlo, y otros consejos que daban las amigas de posiciones dónde según saldría embarazada más rápido. Todo el mundo creía tener una solución mágica para que quedara embarazada.

Eso tenía harto a Eduardo. Y en ese momento, llegó a un punto donde ya no tenía deseos de tener intimidad con Eliza. Inclusive tenía bastante tiempo en que él que no la había sentido temblar en sus brazos al tener intimidad. Hasta ese momento como pareja, se lo habían quitado. El placer de sentir que en realidad hacia disfrutar a su mujer. Ya ni eso pasaba.

Eduardo se fue con unos amigos a casa de uno de ellos, por unas horas, regresaría a casa cuando Eliza estuviera dormida. Ya no quería discutir con ella. La amaba, pero no quería hacerle daño. Diciendo algo que los lastimaria más adelante a ambos.

Así recibieron esa navidad, Eliza y Eduardo, uno lejos del otro. Eduardo solo pedía que su esposa aceptará su situación, y comenzará a disfrutar de su tiempo de pareja con él.

Eliza al quedarse sola en el apartamento, lloró frente al árbol de navidad y el nacimiento dispuesto en el mismo. Había colocado las decoraciones navideñas, por primera vez ese año. Y las había puesto con mucha ilusión de que ahora sí saldría embarazada. Así que en ese momento, lloró, y solo le pidió a Dios que le cumpliera su deseo. Que este año si pudiera ser madre.

Por supuesto, esto fue antes de que se descubriera la situación médica que le impedía salir embarazada.

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Faltan algunas semanas para navidad 🎄

La tarde del día sábado, día que visitaron la casa hogar.

Eliza había pasado la tarde pensativa, por las posibles circunstancias en las cuales esos niños llegan a la casa hogar. Sobre todo por las decepciones que ha sufrido el pequeño Miguel, así como otros niños cuando esperan ser adoptados con esperanza, pero se decepcionan cuando no lo son y deben pasar un tiempo más en ese lugar. Y no es que los traten mal, al contrario se veían que los empleados del lugar daban lo mejor de si para hacer la vida de los niños más llevadera, y les daban la mejor educación posible, preparándolos para la vida fuera de la casa hogar en un futuro. Así aprendían un oficio en el cual desempeñarse al llegar ese momento.

Eduardo había intentado hablar con su esposa, y al no poder tener una conversación fluida con ella, la dejó tranquila pero la acompaño en esos momentos que parecían de reflexión para ella, ayudándola en las diferentes actividades que iba realizando dentro de su hogar.

Al día siguiente, domingo, día siguiente a la visita de Eliza y Eduardo a la casa hogar.

- Mi príncipe, ¿qué vamos a hacer con respecto al pequeño? - pregunta Eliza pensativa.

Ambos estaban sentados en la sala de su apartamento, observando la decoración navideña, mientras tomaban una taza de chocolate caliente. Era la tarde del día siguiente de la visita a la casa hogar y, ambos pensaban si adoptar al pequeño Miguel. Cuales serían los pasos a seguir a partir de este momento.

(Algo así, pero con las tazas de chocolate en las manos. Imagen generada por IA)

- Debemos estar seguros que queremos conocerlo para adoptarlo. Tu lo viste cuando hicieron la visita. ¿Qué sentiste? - pregunto su esposo, mirandola. Al pendiente de sus reacciones.

Eliza recordó al pequeño cuando le entrego el regalo. El niño parecía lleno de esperanzas, al ver sus ojitos castaños, bellos y brillantes.

- Me gustaría verlo de nuevo, amor. Tal vez de lejos, quisiera estar segura de lo que siento. - Le explicó en un murmullo, bajando la mirada a su taza de chocolate. Cómo si las respuestas estuvieran allí.

- Siento que deberíamos adoptarlo. - dijo Eliza de repente - solo si tú quieres amor. Lo entenderé. - le dijo Eliza a Eduardo.

- Solo quiero verte feliz. Si estás segura de adoptar al pequeño, entonces vamos a hablar con la directora de la casa hogar. Y comencemos el papeleo. Hablaré con un abogado para que nos oriente sobre cual es la forma más fácil de adoptar. - le explicó él abrazándola y besando su frente.

- Tu estás seguro? No quiero obligarte a esto? - pregunto Eliza - Reconozco que prácticamente te obligue a seguir mis tratamientos de fertilidad y mis horarios de ovulación... De verdad lo lamento, amor. No ví el daño que te hacía ... Que nos hacía mi necesidad de ser madre... Creo que se convirtió en una obsesión para mí ... Y me olvidé de ti ... - le explicó ella mirando a los ojos. Había culpa por como había actuado en los últimos meses. Sobretodo porque casi pierde su matrimonio por su obsesión. - Si estás seguro de acompañarme en esta nueva aventura de adopción, entonces sigamos adelante, Eduardo. - concluyó Eliza con una sonrisa mientras acariciaba una mejilla de su esposo.

Eduardo tomó su mano y la besó, para luego colocarla en su pecho.

- No me obligarte. Te seguí porque te amo, y quiero darte todo lo que tú corazón anhele. Pero si ... Esto casi nos cuesta nuestro matrimonio... - dijo en un suspiro, mirandola a los ojos - quiero que nos embarquemos en esta aventura. Adoptemos, princesa m Si no es a Miguel, será a otro niño. Hagámoslo. Le daremos una familia llena de amor a ese niño o niña que adoptemos. - le dijo Eduardo con una sonrisa - Serás una gran madre, Princesa -

- Tu serás un padre muy amoroso, mi Príncipe - le dijo Eliza a su esposo.

Ambos se abrazaron, frente al árbol de navidad, y el pequeño nacimiento.

Ahora se pondría manos a la obra, y comenzarían la adopción de un niño, que completaría su familia.

Claro, a veces el destino nos depara sorpresas que no esperamos ...

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