Martina, una joven de 18 años, cree haber encontrado el amor en Sebastián, un hombre cinco años mayor que la deslumbra con su encanto en un concierto de rock. Sin embargo, lo que comienza como un romance apasionado pronto se convierte en una pesadilla. Sebastián resulta ser un manipulador y maltratador que, además de humillarla, la traiciona con su mejor amiga, Nora.
Devastada pero con el apoyo incondicional de su familia, Martina emprende un camino de autodescubrimiento y empoderamiento. Mientras Sebastián y Nora se sumergen en una relación tóxica llena de engaños, Martina renace, aprende a amarse y se reconstruye desde las cenizas. Su mayor venganza no será la ira ni el rencor, sino su felicidad y éxito personal.
Cuando la verdad finalmente sale a la luz y Nora queda embarazada de otro hombre, Sebastián recibe su merecido, quedándose solo y derrotado. Martina, en cambio, encuentra un amor verdadero y aprende que la única validación que necesita es la suya.
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CAPÍTULO VI
Martina había estado esperando con ilusión la cita con Sebastián. Habían planeado salir a cenar, pero desde la tarde él se mostraba distante. Apenas le contestaba los mensajes y cuando lo hacía, sus respuestas eran cortas y secas. Algo no estaba bien.
Cuando finalmente se encontraron en la puerta del restaurante, Sebastián ya tenía el ceño fruncido.
—Llegaste tarde —soltó en cuanto la vio.
—¿Tarde? Pero si son solo cinco minutos… —respondió Martina, confundida.
—Igual, me hiciste esperar —dijo con fastidio, cruzándose de brazos.
Martina sintió una punzada de incomodidad. Sebastián nunca se había mostrado así con ella. Intentó calmarlo con una sonrisa.
—Perdón, no pensé que te molestaría tanto. Vamos adentro y olvidemos esto, ¿sí?
Pero él no pareció dispuesto a ceder.
—Siempre hacés lo mismo. Siempre pensás que lo que hacés está bien y que no importa lo que yo sienta. Pero claro, vos sos la perfecta, ¿no?
Martina abrió los ojos con sorpresa. No entendía de dónde venía todo eso.
—Sebastián, estás exagerando…
—No, no estoy exagerando. De verdad creo que no te importo tanto como decís —dijo, mirándola con frialdad—. Quizás esto no está funcionando.
El corazón de Martina latió con fuerza. No podía creer que estuvieran discutiendo por algo tan insignificante. Y lo peor era que él hablaba como si quisiera terminar con ella.
—No digas eso, Sebas. No quiero que peleemos.
Pero Sebastián simplemente suspiró con molestia y negó con la cabeza.
—No sé, Martina. Necesito pensar. No quiero cenar, mejor me voy.
Sin darle tiempo a reaccionar, se giró y se marchó, dejándola de pie en la puerta del restaurante con una sensación de vacío en el pecho. No entendía qué había pasado. Todo había sido tan repentino y absurdo.
Lo que Martina no sabía era que Sebastián había planeado todo. Había buscado una excusa para alejarse de ella y, apenas dobló la esquina, sacó su celular y escribió un mensaje.
Sebastián: "Pasó lo que dijimos. Ahora voy para allá."
Minutos después, ya estaba en la puerta del departamento de Nora. Ella abrió con una sonrisa satisfecha y lo dejó entrar sin decir una palabra. Apenas cerró la puerta, Sebastián la tomó por la cintura y la besó con fuerza. Nora le respondió con entusiasmo, hundiendo los dedos en su cabello.
—No pensé que te animarías tan rápido —susurró Nora contra sus labios, con una sonrisa cargada de malicia.
—No soportaba más la farsa —dijo él, empujándola suavemente hacia el sofá.
Nora rió, disfrutando de la adrenalina del momento. Le gustaba la idea de ganarle algo a Martina, de tener algo que ella no sospechaba.
—¿Te peleaste con ella como te dije?
Sebastián asintió, con una sonrisa torcida.
—Sí. Se quedó como una tonta sin entender nada. Fue demasiado fácil.
Nora sonrió con satisfacción y le acarició el cuello.
—Pobre Martina… tan ingenua, creyendo que tiene un novio perfecto —se burló, deslizando una mano por el pecho de Sebastián.
—Y lo mejor es que va a seguir creyéndolo —respondió él, inclinándose para besarla nuevamente, esta vez con más intensidad.
Se besaron con ansias, el deseo creciendo rápidamente entre ellos. Sebastián la tomó en brazos y la llevó hasta la habitación sin dejar de besarla. Al llegar a la cama, la dejó caer suavemente sobre el colchón y se inclinó sobre ella, devorándola con la mirada.
—Siempre supe que íbamos a terminar así —murmuró Nora, mientras deslizaba las manos por la espalda de él.
—Yo también lo sabía —susurró Sebastián, recorriendo su cuello con besos.
La ropa fue desapareciendo lentamente, entre susurros y risas cómplices. Ambos sabían que estaban cruzando una línea, pero eso solo hacía que la situación fuera más emocionante. Se entregaron al placer sin remordimientos, disfrutando del secreto que compartían.
Después, mientras Nora reposaba con la cabeza sobre el pecho de Sebastián, encendió un cigarrillo y exhaló el humo con una sonrisa burlona.
—¿Y ahora qué? —preguntó, trazando círculos en su piel con un dedo.
—Ahora seguimos con esto. En secreto —dijo Sebastián, con una sonrisa de satisfacción—. Martina nunca se va a enterar.
—¿Seguro que no te cansás de ella? —Nora arqueó una ceja, mirándolo con malicia—. Podrías dejarla y quedarte conmigo.
Sebastián soltó una carcajada y negó con la cabeza.
—No por ahora. Es divertido así. La emoción de que no nos descubra es parte del encanto.
Nora sonrió, complacida con la respuesta. Le gustaba la idea de ser la otra, de jugar con fuego sin que Martina sospechara nada.
Esa noche, entre sábanas y risas burlonas, sellaron un pacto silencioso. Nadie podía saberlo. Serían amantes en secreto, engañando a Martina sin que ella tuviera la menor idea.
Y eso hacía que todo fuera aún más emocionante.
Gracias autora por escribir, compartir esta historia