Verdad Oculta

Chuli también se unió a la pelea, se fue a los golpes con el idiota de Bruno, pronto estábamos en medio de una trifulca con los Leal. Golpes iban y venían, pero no podíamos dejar que nos ganaran, debíamos mostrarles que no éramos fáciles de vencer.

La pelea fue intensa, pero al final logramos sacar ventaja, los Leal terminaron huyendo en su todo terreno, y nosotros quedamos victoriosos, con algunos golpes y moretones, pero en pie y con la cabeza en alto.

— ¡Eso, corran gallinas, vayan a ocultarse bajo la falda de su mamita. Tienen la boca más grande que los huevos, idiotas!

Mi amigo Chuli estaba eufórico, al parecer tenía ganas de más.

— ¿Viste como corrieron? Son unos cobardes.

— Son peores que cobardes, ¿Escuchaste como le gritaba Roger a Bruno que lo ayudará, creí que le rompí la madre.

Ambos nos burlabamos de la situación, pero el Chuli la sacó del estadio.

— Jajajaja le pedía ayuda a Bruno, ¿y acaso no noto que yo lo tenía con la lengua afuera? Ese no podía ni defenderse él mismo, ¿Como esperaba que lo ayudará?

En la camioneta no parábamos de reírnos de la situación.

— Oye, ¿nos vamos a aparecer así en casa del profesor? Rut se va a preocupar.

Razone un momento, y luego paramos a organizarnos un poco, los moretones no los íbamos a quitar, pero al menos íbamos a disimular un poco, sobre todo el Chuli, quien tenía el cabello largo y podía ocultar su rostro, siempre le había recalcado que se cortará ese pelero, pero le gustaba, así que había que respetarlo. Pero jamás había visto a mi amigo con un corte decente, siempre había usado el cabello largo, desde niños.

Después de esa pelea, Chuli y yo nos dimos cuenta de que éramos más fuertes juntos, y que debíamos apoyarnos mutuamente. Así seguimos nuestro camino rumbo a casa de Rut, pero unos metros más adelante, nos encontramos con que había una persona tirada a un lado de la carretera, la verdad es que no sentimos miedo de nada, solo queríamos saber si se encontraba bien la persona.

Al acercarnos descubrimos que era una mujer y estaba inconsciente, por más que intentamos despertarla no lo logramos, lo bueno es que respiraba. De manera que sin pensarlo, la subimos en la camioneta y la llevamos al puesto de salud.

Pero las cosas se pusieron feas, pues ella despertó justo cuando los enfermeros la ponían en la camilla. Esa mujer empezó a gritar y a decir cosas, luego grito que dos hombres le habían hecho daño, y claro, nos miraron a nosotros.

Por más que tratamos de explicar que la encontramos en el camino, los guardas de la seguridad llamaron a la estación, y el comisario con esos inservibles llegó rapidito. Al averiguar lo sucedido, nos llevaron a Chuli y a mi al comando, allá dizque nos iban a interrogar. Pero eso no pasó, nos llevaron a una celda, básicamente éramos unos criminales.

— Si ustedes no fueron quienes abusaron de la ahijada del senador Kingston, ¿Entonces quien fue? Esos moretones y arañazos que traen encima ¿Se los hicieron entre ustedes?

El comisario era sarcástico en su trato hacia nosotros.

— Ya le hemos explicado hasta el cansancio que eso fue una pelea con Roger y Bruno Leal, nos encontramos en el camino y nos desafiaron a pelear, si no nos cree, entonces llamelos, que vengan y digan lo que sucedió esta noche, porque estoy seguro de que ellos saben más sobre esa mujer que nosotros.

— ¿Insinúa usted que los jóvenes Leal, que son gente tan respetable, fueron los que cometieron tal bajeza? ¿Si están conscientes de que los pueden demandar por calumnia y eso solo empeora su situación?

Mi amigo Chuli no pudo soportar más.

Chuli.

Mi sexto sentido jamás me ha fallado. Le dije a Rodrigo que no saliéramos, pero él de terco insistió y así es como terminaron las cosas, fuimos víctimas de una trampa de los Leal. Y aquí estábamos, siendo tildados de violadores y hasta de viciosos, y para rematar, el regalado del comisario, dizque íbamos a ser demandados por los Leal, que porque estábamos calumniandolos.

— ¿Gente respetable? ¿Ese par de ratas asquerosas? Respetables solo porque tienen plata y se creen los dueños del mundo, pero no es así, por más plata que tengan, esos dos, son severos delincuentes, no saben respetar y lo que es peor, todo lo quieren tapar con su dinero. Respetable yo, aunque un pobre diablo, jamás le haría daño a nadie y aquí en este pueblo nadie tiene que echarle en cara nada, por dios, al lado de esa peste, nosotros somos unos señores.

— Cuide sus palabras jovencito, no permito que use los nombres de personas como los Leal para ensuciarlos con sus palabras. Ya verán como pagarán por lo que hicieron y también por todas las barbaridades que han dicho aquí.

De verdad no entendía como alguien así podía estar al mando de la seguridad de un pueblo como esté, si bien aquí las cosas ya eran complicadas, con este lame botas serían mucho peor. Un rato después, a Rodrigo y a mi nos separaron, cada uno en una celda diferente, la verdad es que yo no tenía ninguna esperanza, ¿Quién se iba a preocupar por un x como yo. Si me podría en la cárcel, todo daba igual.

Allí pase toda la noche y al día siguiente, nadie me daba ninguna razón, ni de Rodrigo, ni de cuando iba a aclararse todo y me dejarían ir. Pero al parecer no habían esperanzas para mí, y bueno, yo lo sabía, pero no por eso dejaría de preguntar.

— Tu amigo salió anoche mismo de aquí, alguien pago su fianza y ya está en libertad, pero tú, ¿Quién pagaría un centavo por ti?

— ¿Fianza? ¿Que es eso y cuánto cuesta?

El policía se burló de mí y me hizo sentir muy mal, pero al final me respondió dejándome más hundido en mi depresión.

— La fianza es precisamente eso, un monto que paga el acusado, para garantizar que se presentará en el juicio de haber uno, o que garantiza que pagara las indemnizaciones a las posibles víctimas. En resumidas cuentas, es como una garantía del acusado hacia el juez judicial. Y el valor es fijado por el mismo juez, pero en tu caso, yo creo que el juez te pagaría a ti la fianza, no das sino lástima hijo de nadie.

— Pues quiero ir donde ese juez, quiero que me ponga la cosa esa.

— Eso solo lo tramita el abogado defensor, y tu no tienes uno.

— Pero tengo derecho a uno de oficio, eso dice la ley.

— Jajaja pero que sorpresa, te sabes ese pedacito, pero lamento romper tus ilusiones, en este pueblo, no tenemos ese tipo de servicio, así que pailas.

El tipo se fue y me dejó con la cabeza hecha un lío¿A donde habría ido Rodrigo? Tal vez su abuelo pago la fianza aquella, ¿Pero irse y dejarme aquí? Ni siquiera a despedirse vino.

Y así, sin más, pasó un mes y no salí de ese lugar, fueron los días más difíciles de toda mi vida, y puedo decir que perdí las esperanzas.