Fui obligada a casarme con el CEO enmascarado y discapacitado por culpa de mi padre, quien en una apuesta me perdió.
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—18—
ELENA COEN
Ya tenía 39 semanas de embarazo y en cualquier momento podría entrar en labor de parto. Fui a trabajar.
— Elena, deberías hacerme caso, ya deberías guardar reposo. Estás a punto de parir— me regañaba Doña Belén.
— Yo sé que debería reposar Pero necesito dinero. Cuando nazca mi hija, voy a renunciar.
— ¿Por qué hija?
— No tengo que cuide de ella.
— Pero tú no tienes quien cuide de ti. ¿Cómo vas a vivir? Un hijo es pañales, leche, ropa, y si te enferma.
— Es que yo sé todo eso. Pero usted me dijo cuando le conté que estaba embarazada y que no podría traer a mi hijo aquí. Y no tengo con quien dejarlo, menos pagar a alguien que me lo cuide. He pensado en darlo en adopción, en prostituirme, he pensado tantas locuras, no tengo ni un solo pañal, no tengo nada— me quebré llorando.
Me sentía tan inútil. ¿Cómo era posible traer a un bebé con tantas carencias?
Doña Belén me abrazó y también lloró.
— No digas eso. Voy a ayudarte, Pero ya no digas esas cosas. Solo eres una jovencita que ha tenido mala suerte.
— Usted no sabe lo que he vivido. Siento que si muero sería lo mejor. Mi papá y mi hermana— trataba de calmarme — me apostaron y me perdieron, fui llevada a la fuerza a la casa de un señor donde me casaron con — Guardé silencio y dejé que salieran mis lágrimas.
— ¿Ese hombre, con el que te casaron es el padre de tu bebita?
— Si. Solo que al final me enamoré porque yo creía que el me amaba. Y él se casó. Mi vida es una locura. Extraño a mi mamá, a mi mamá que pensaba que era mi mamá y no lo era.
—Ay hija, no sé que decirte. Lo primero que voy a hacer es que me digas donde vives, te voy a llevar a mi casa, no es la gran casa. Ya mis hijos se fueron e hicieron sus vidas, así que me harás compañía.
Un poco de agua de mi parte cayó al piso, sentí que mi calzon estaba húmedo completamente. sentía una presión en mi vagina, mi vientre estaba duro. Era un dolor en mi cadera.
— Ay Dios mío, hija, rompiste la fuente.
Doña Belén, dejo de encargada a una de las muchachas (Karen) que trabajaban en la librería y a Ariel la mandó a comprar ropa de bebé, pañales y una mantita.
Yo gritaba cada vez que venía una contracción. Vamos a mi auto, tienes que caminar un poco. Es doloroso Pero tienes que hacerlo. A duras penas llegué al auto.
Me agarraba con fuerza del asiento del auto, cada vez que venía una contraccion.
Llegamos al hospital. Me atendieron casi de inmediato, me dejaron en una sala donde había otras dos mujeres embarazadas que estaban en lo mismo que yo. Ellas estaban con sus parejas. La doctora me revisó y me faltaba aún, tenía solo 5 Centímetros.
Doña Belén estuvo ahí para mí. Ariel llegó con un pequeño bolso con ropita de bebé.
Con las contracciones no llevaba el tiempo, lo que quería era sacar al bebé. Llegó otra vez la doctora.
— Ya está lista la muchacha. La voy a llegar a quirófano. Usted espere acá. Necesito que me entregue lo que él bebé se pondrá— doña Belén le dió el bolso a una de las enfermeras.
Entré al quirófano. Ahí estaba sola con todos mis miedos, entendí que esa era mi lucha. Sentía que mi cuerpo no podía.
— Doctora, la paciente se nos va.
— Elena, aguanta, aún no te duermas— la doctora gritaba.
Yo escuchaba su voz, Pero me sentía mareada y juro que vi una luz y un silencio me abrazaba.
— Elena, puja. Ya salió la cabeza. No te rindas aún.
Pujé con todas las fuerzas que tenía. Escuché un llanto Pero todo se apagó ante mis ojos, un silencio tan bonito y lo mejor era que no sentía dolor.
Gracias Luna por una novela corta pero excelente te felicito que Dios te bendiga siempre 🫂😘🙏🇻🇪💐