Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 7: Cautivos del Pasado
Elena caminaba de un lado a otro en su sala, incapaz de contener la mezcla de emociones que la invadían. Damian permanecía de pie, con los brazos cruzados y la expresión grave, como si estuviera luchando con algo que no sabía cómo explicar.
—¿Vas a hablar o vas a quedarte ahí de pie como una estatua? —dijo Elena, su tono cargado de impaciencia.
Damian exhaló con fuerza, como si intentara controlar un volcán que amenazaba con estallar.
—No es fácil decirte esto, Elena.
—¿Qué no es fácil, Damian? —replicó ella, cruzándose de brazos—. ¿Que estás acostumbrado a jugar con las personas, a manipularlas para obtener lo que quieres?
Damian dio un paso hacia ella, su mirada oscureciéndose.
—Esto no es un juego.
—Entonces, explícame. ¡Porque no entiendo nada! —Elena lo miró directamente, sintiendo cómo la frustración quemaba en su pecho—. Apareces en mi vida, invades mi espacio, dices que no puedes alejarte de mí y ahora me vienes con advertencias y secretos.
Damian apretó la mandíbula, su postura rígida como si intentara contenerse. Finalmente, habló, su voz baja y tensa.
—Hay personas en mi mundo que están dispuestas a usar cualquier cosa en mi contra, Elena. Eso te incluye a ti.
Elena sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no dejó que él lo notara.
—¿Qué personas, Damian? ¿Tus enemigos?
—Mis socios, mis rivales... cualquiera que vea una oportunidad para controlarme.
Elena lo miró, incrédula.
—¿Y yo qué tengo que ver con eso?
Damian avanzó hasta quedar frente a ella.
—Porque saben que me importas.
Elena parpadeó, atónita por la confesión. Damian Moretti, el hombre que parecía intocable, acababa de admitir que ella era su debilidad.
—No sé si eso es un cumplido o una condena, Damian —dijo finalmente, su voz más suave.
—Es ambas cosas —respondió él, mirándola con una intensidad que la desarmó.
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La tensión en el ambiente era palpable. Elena se apartó, tratando de recuperar algo de control sobre sus emociones. Caminó hacia la ventana, mirando las luces de la ciudad como si pudieran ofrecerle alguna respuesta.
—Esto es demasiado, Damian. Mi vida ya es lo suficientemente complicada sin que tú añadas tus problemas.
Damian se acercó lentamente, pero esta vez no la tocó.
—No quiero complicarte la vida, Elena. Quiero protegerte.
Ella se giró hacia él, su mirada cargada de escepticismo.
—¿Protegerme de qué? ¿De ti?
Damian sostuvo su mirada, su expresión imperturbable.
—De las personas que no dudarían en usar nuestra conexión para destruirnos.
Elena rió amargamente, sacudiendo la cabeza.
—Sigues hablando de una conexión como si fuera algo real.
—Porque lo es. —Damian dio un paso más cerca, su voz baja pero firme—. Puedes negarlo todo lo que quieras, pero no puedes fingir que no sientes lo mismo que yo.
Elena quiso replicar, pero las palabras se atoraron en su garganta. Damian tenía razón, aunque odiara admitirlo. La atracción que sentía hacia él era innegable, pero también lo era el caos que traía consigo.
Finalmente, suspiró, dejando caer los hombros.
—Esto no cambia nada, Damian.
—Lo sé. Pero tampoco cambia lo que siento por ti.
Elena lo miró fijamente, buscando algún indicio de manipulación en sus ojos. Sin embargo, lo único que encontró fue honestidad, una vulnerabilidad que no esperaba de alguien como él.
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Más tarde esa noche, después de que Damian se fue, Elena intentó volver a concentrarse en su trabajo. Pero las palabras de él seguían resonando en su mente, junto con la intensidad de su mirada.
Decidió distraerse revisando los informes financieros de la empresa, pero el sonido de su teléfono la interrumpió. Era un número desconocido, pero contestó de todos modos.
—¿Elena Carter? —preguntó una voz masculina al otro lado de la línea.
—¿Quién habla? —respondió ella, su tono cauteloso.
—Soy alguien que cree que merece saber la verdad sobre Damian Moretti.
Elena sintió un escalofrío, pero trató de mantener la calma.
—¿Qué verdad?
La voz del hombre era baja, casi susurrante.
—Él no es quien dice ser. Moretti tiene un pasado que preferiría mantener oculto, y tú estás atrapada en medio de algo que no entiendes.
—Si tienes algo que decir, dilo de una vez —replicó Elena, su paciencia agotándose.
—Solo te diré esto: ten cuidado. Hay cosas en su mundo que podrían destruirte.
Antes de que pudiera responder, la llamada se cortó.
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Elena pasó el resto de la noche en un estado de inquietud. No sabía qué pensar. ¿Podía confiar en Damian? ¿O la llamada había sido una advertencia genuina?
Por primera vez en mucho tiempo, se sintió vulnerable, y esa sensación la enfureció. No iba a permitir que nadie, ni Damian ni sus enemigos, la hicieran sentir débil.
A la mañana siguiente, decidió que era hora de tomar el control de la situación. Si Damian no iba a ser completamente honesto con ella, entonces ella misma buscaría las respuestas.
Llamó a Sophie y le pidió que investigara todo lo que pudiera sobre Damian Moretti. Su amiga aceptó de inmediato, aunque con algo de cautela.
—Esto no me gusta, Elena. Meterse con alguien como Damian podría ser peligroso.
—Lo sé, Sophie. Pero necesito saber en qué me estoy metiendo antes de que sea demasiado tarde.
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Esa tarde, mientras revisaba correos, recibió un mensaje de Damian.
"Necesito verte. Es urgente. Te esperaré esta noche en el restaurante de siempre. No faltes. -D.M."
Elena dudó, pero finalmente decidió que lo confrontaría de una vez por todas. Llegó al restaurante justo a tiempo y lo encontró esperándola en una mesa privada.
—Gracias por venir —dijo él, poniéndose de pie al verla.
—No me diste muchas opciones —respondió Elena mientras se sentaba frente a él.
Damian sonrió levemente, pero su expresión seguía siendo seria.
—Tengo algo importante que decirte, y no podía hacerlo por teléfono.
Elena lo miró fijamente, cruzándose de brazos.
—¿Qué es tan importante que no podía esperar?
Damian tomó un sorbo de su copa de vino antes de hablar.
—Hay personas que están investigándote, buscando algo que puedan usar para presionarte.
Elena sintió que su estómago se hundía, pero mantuvo la calma.
—¿Y quiénes son esas personas?
—No puedo decirte nombres, pero puedo asegurarte que no se detendrán hasta conseguir lo que quieren.
Elena lo miró con frialdad.
—¿Y por qué yo?
Damian sostuvo su mirada.
—Porque eres mi punto débil.
Las palabras cayeron como un golpe, pero Elena no dejó que lo notara.
—Entonces, ¿quieres que me aparte?
Damian negó con la cabeza, su voz apenas un susurro.
—Quiero que confíes en mí.
Elena lo miró, sintiendo que la barrera que había construido comenzaba a tambalearse.
—No sé si puedo hacerlo, Damian.
—Dame una oportunidad, Elena. Déjame demostrarte que puedo protegerte.
Elena suspiró, sintiendo cómo la lucha interna la desgastaba. Finalmente, asintió.
—Está bien. Pero si descubro que me estás mintiendo, esto se acaba.
Damian sonrió ligeramente, pero la seriedad en sus ojos no desapareció.
—No te arrepentirás.
...
Mucho e'xito.