Un Mundo Diferente. [JEON.JK.] #SRMDJ

El Rey entró en su habitación, la cual estaba asegurada con dos guardias en la puerta, cerró esta encontrándose con cierta muchacha en el balcón tratando de saltar. Se apresuró a llegar a ella con el corazón en la garganta al darse cuenta de semejante locura, abrazo su pequeña cintura y la alejó de allí.

—¡Suéltame ya mismo! —ordenó ella luchando por liberarse.

—¡¿Estás loca?!

—Sí, me lo dicen a menudo. —respondió ella, refiriéndose a cuando la llamaban loca en la universidad.

El Rey la dejó ir pero bloqueó con su cuerpo la salida hacia el balcón. La chica le dió una mirada amenazante al Rey y este tragó saliva.

—Hablemos.

—Ya estamos hablando.

—No, esto no es hablar. Siéntate y hablemos —pensó unos segundos, si no le ofrecía algo a cambio no aceptaría, volvió a mirarla—, luego te dejaré ir.

La vió suavizar su ceño y supo que había funcionado.

—Si no cumples tu palabra-

—Te daré lo que quieras.

—Está bien. —se irguió y arregló su vestido.

El Rey le señaló los asientos que habían en su enorme habitación y luego de que ella tomase asiento ofreció:

—¿Bebes?

—Cerveza. —dijo ella. El Rey se volvió para verla— ¿Qué? Oh... ¿Aún no existe la cerveza?

—Supongo que no, si se refiere a algún trago.

—Sí, la cerveza es una de las mejores bebidas en mi mundo. Entonces —pensó el las novelas que había leído—, un vino está bien.

El Rey sonrió, de eso sí tenía y de los más finos y añejos. Sirvió dos copas, se acercó y le entregó una a ella, tomó asiento y al verla darse un trago largo se sorprendió. La muchacha había bebido dodo el contenido de un solo trago y eso era inusual, las damas no tomaban de esa forma, pero recordó que ella era una dama diferente.

La vió ponerse de pie y regresar con la botella de vino, se sirvió otra copa la cual duró más tiempo en su mano.

—Y dígame señorita Min-

—Puedes decirme HeeRa, no seas tan formal conmigo, me da dolor de cabeza todo esto.

El Rey, asintió notando lo natural que se escuchaba la chica al hablar, a pesar de que no estaba adaptado a que lo tratasen de ese modo.

—Bueno HeeRa, cuéntame un poco sobre ti y tu “mundo”.

—¿Por donde empezar? Hay muchísimas cosas sobre mi mundo que le aseguro que ni usted se imagina. —dijo mirándolo.

—Mmhh, ¿que hacía cuando llegó aquí?

—Oh bueno, ese sería un buen inicio. —sonrió y el Rey le devolvió la sonrisa—. Recién llegaba de la universidad, estaba muy cansada por eso me metí a bañarme, me puse mi pijama —al decir aquello el rey recordó lo que había dicho la princesa, entendió que así le decían a las “prendas para dormir”—, y me senté en el suelo del salón de mi departamento para estudiar —lo miró—, se acercan los parciales y no quiero repetir el año. —comentó. El Rey no había entendido lo que había dicho luego de pijama, pero decidió preguntar:

—¿Y entonces?

—¿Entonces? El jodido libro que me dió esa señora apareció en mi bolso por arte de magia, se cayó al suelo y apareció una luz, luego yo aparecí aquí y resulta que he destruido una estatua, pero juro que no sé cómo sucedió. —se notaba que realmente no sabía, y el Rey le creía, pues ella no tenía ni un rasguño, solo sus manos se veían magulladuras.

—¿Cuál libro? ¿Qué señora?

—Pues, mientras estaba en la biblioteca de la universidad buscando un libro de inglés, apareció una señora vestida con un kimono y me habló, luego sacó ese libro de alguna parte, le dije que no tenía tiempo para leer el condenado libro-

—Y cuando llegaste al... deparutiamenito

—Departamento —lo corrigió.

—¡Eso! —chasqueó sus dedos—, el libro ya estaba ahí. —completó.

—¡Exacto! —sonrió y el Rey le devolvió la sonrisa—, por eso debo encontrar la forma de regresar a mi hogar.

La sonrisa del Rey desapareció, se tomó su trago de uno solo tal y como la muchacha había hecho al inicio y se sirvió más. Hubo un momento de silencio donde el Rey meditaba otra excusa para que ella cambiase de opinión respecto a irse y tras dos minutos pensando en algo, la excusa perfecta apareció. La miró.

—Necesito su ayuda señorita Min.

—¿De qué se trata?

—Pues, como escuchó, habrá un baile en dos días...-

—Oh no —lo interrumpió—, no me quedaré aquí ni un minuto m-

—Firmaré un acuerdo con otro Reino, son de Brighton y hablan-

—Inglés —el Rey asintió—, déjame adivinar ¿Usted quiere que yo sea su traductora?

—No, quiero que usted sea mi intérprete.

—Es lo mismo —se rió, el alcohol en su organismo ya le estaba afectando.

En cambio el Rey sintió una calidez en su pecho al escucharla reír por primera vez.

—Entonces —reinició la conversación—, ¿Será usted mi traductora, señorita Min?

Ella se puso de pie sonriendo, de repente se sentía muy generosa.

—Pero luego de firmar ese acuerdo yo me iré.

El Rey se puso de pie.

—Así será.

—Trato —extendió su mano hacia el Rey quién miró el gesto sin entender.

—¿Trato?

—Sí, un trato es un acuerdo. Cuando alguien te da la mano luego de un trato, debes tomarla para sellar el acuerdo. —el Rey entendió. Ella agitó su mano en señal de desesperación—. Date prisa, se me cansa la mano.

—¿Y si no... sello el acuerdo?

—Me iré ahora mismo. —se dió la vuelta dispuesta a cumplir su palabra pero el Rey tomó su brazo y tiró de este hacia su cuerpo, pasó su brazo por la cintura de la chica mientras con su mano libre buscaba la mano de ella la cual se encontraba en su pecho. La chica, claramente sorprendida por aquella acción, miró al Rey tratando de entender porqué hacia aquello.

Pasados unos minutos, en los que el Rey examinó de cerca tal belleza en aquella muchacha, la fue dejando ir lentamente, sostuvo la mano derecha de ella con su mano derecha y mientras la miraba a los ojos con una sonrisa en sus labios dijo:

—Está bien —hizo una especie de reverencia a la chica mientras llevaba la mano de ella a sus labios.

El Rey notó un leve sonrojo en las mejillas de la chica.

—Acuerdo sellado, señorita Min.

──────────────────🏰

—¿Cómo se encuentra la princesa? —le preguntó el Rey al líder de la guardia real.

—Ella se ha dañado la muñeca majestad. —informó mirando al suelo.

—¿Qué? —se preocupó la pelirroja, quien venía detrás del Rey. Ambos hombres la miraron entrar a la habitación de la princesa. El escolta del Rey siguió hablando:

—El curandero ha venido y le ha dado una planta para el dolor y ella está tratando de descansar.

El Rey asintió, iba a decir algo pero prefirió no hacerlo.

—Estaré en mi estudio. Nos vemos en el almuerzo.

Dicho aquello se retiró.

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