En el lujoso mundo de los negocios, donde el poder y la codicia son la regla, surge una historia de amor llena de traiciones, celos y secretos ocultos. "Sombras de Pasión" narra la vida de Sofía Valente, una joven mujer independiente y decidida, que lucha por cumplir sus sueños en un mundo controlado por hombres de hierro. A lo largo de la novela, su vida se entrelazará con la de Gabriel Ríos, un empresario frío, calculador y exitoso, cuya única pasión parece ser el dinero y el control.
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Capítulo 17: La Llama Reveladora
El aire de la gala todavía zumbaba en sus venas mientras Sofía y Gabriel se retiraban al jardín trasero del elegante hotel. Las luces de la ciudad brillaban como estrellas caídas, y la música se desvanecía en un murmullo lejano, creando un refugio perfecto para los secretos que estaban a punto de desvelar.
Sofía sintió una mezcla de nerviosismo y emoción, cada paso hacia el jardín parecía más pesado que el anterior. A medida que cruzaban la puerta, Gabriel tomó su mano con firmeza, su contacto enviando corrientes eléctricas a través de su piel.
—¿Te sientes bien? —preguntó él, observando su rostro con atención.
—Sí —respondió Sofía, aunque su voz sonó más suave de lo que pretendía—. Solo... todo esto es nuevo para mí.
Gabriel asintió, su mirada profunda llena de entendimiento.
—No tienes que forzarte a sentir algo que no quieres. Pero si has decidido dar un paso al frente, me gustaría que supieras que estaré aquí contigo.
Sofía lo miró, sus palabras resonando en su corazón. La honestidad de Gabriel la atraía tanto como su magnetismo físico. En ese momento, supo que podía confiar en él.
—¿Qué pasa si me atrevo a querer más de esto? —dijo ella, dejando que la vulnerabilidad fluyera a través de su voz.
La sonrisa de Gabriel se amplió, y sus ojos chispearon con un brillo juguetón.
—Entonces, me encantaría ser tu guía en esta nueva aventura. Pero ten en cuenta que cada aventura tiene sus riesgos.
—¿Como un viaje en globo aerostático? —preguntó Sofía, riendo—. ¿O es más como un paseo en montaña rusa?
—Más como un juego de cartas. A veces, tienes que arriesgarte para ganar.
Sofía sintió que su corazón se aceleraba al recordar la chispa entre ellos. La idea de arriesgarse no era solo sobre el romance; también implicaba abrirse a alguien de una manera que no había hecho en años. Y aquí estaba, sintiendo que la conexión con Gabriel era tan intensa que podía asustarla, pero a la vez, la llenaba de una energía que no podía ignorar.
—¿Entonces, qué propones? —preguntó, manteniendo su mirada en él.
Gabriel se acercó, su respiración entrecortada creando una burbuja de intimidad entre ellos.
—Propongo que exploremos lo que esto significa para nosotros. Sin presiones, sin expectativas.
Sofía sintió un escalofrío de anticipación. En un mundo donde las alianzas a menudo eran manipuladoras y frías, Gabriel ofrecía algo genuino. Algo real.
Mientras conversaban, un grupo de invitados apareció a lo lejos, rompiendo la atmósfera privada que habían creado. Sofía sintió una mezcla de decepción y alivio al mismo tiempo.
—Parece que nuestra burbuja ha estallado —dijo, riendo suavemente.
—Sí, pero eso no significa que no podamos seguir con nuestro juego.
Gabriel tomó su mano nuevamente, guiándola hacia el borde del jardín, donde las luces eran más tenues. Se detuvieron frente a un pequeño estanque iluminado por faroles, las sombras danzando sobre el agua.
—¿Tienes miedo de lo que puedan pensar los demás? —preguntó Gabriel, mirando intensamente a Sofía.
—No quiero que esto nos afecte en el trabajo. He trabajado demasiado para dejar que una distracción lo arruine.
Gabriel la observó con seriedad, como si estuviera pesando cada palabra.
—Sofía, este juego que estamos jugando puede complicarse. Pero no debes temer lo que los demás piensen. Lo que hay entre nosotros es entre tú y yo. Y si esto es lo que realmente quieres, entonces es suficiente.
La sinceridad en su voz le hizo eco en el corazón. Sofía sintió que, en ese instante, no solo estaba tomando una decisión sobre su vida personal, sino también sobre su propia autonomía. Era momento de dejar de lado los temores y permitirse vivir.
—Tienes razón. Me estoy dejando llevar por el miedo —admitió ella, y sus ojos brillaron con determinación—. Estoy lista para explorar esto, sin reservas.
Gabriel sonrió, pero no fue una sonrisa cualquiera; fue una sonrisa que iluminó todo su ser. Se acercó a ella, y sin dudarlo, tomó su rostro con sus manos, inclinándose lentamente hacia ella.
—Entonces, vamos a hacer que este juego sea inolvidable —susurró antes de unir sus labios.
El beso fue suave al principio, como un susurro de promesas, pero pronto se intensificó, convirtiéndose en una danza de pasiones reprimidas. Sofía se entregó a la sensación de sus labios sobre los suyos, el roce de sus cuerpos contra el suave fondo del jardín. Era una conexión que la hizo olvidar todo, incluso el mundo exterior.
Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, pero con sonrisas en sus rostros.
—Vaya —dijo Sofía, todavía recuperando el aliento—. Esto definitivamente ha subido de nivel.
—Y esto es solo el principio —respondió Gabriel, su mirada cargada de complicidad—. Quiero que sepas que estoy dispuesto a arriesgarlo todo por esto.
Sofía sintió que su corazón latía con fuerza, y aunque la incertidumbre seguía presente, una nueva confianza brotaba en su interior. Estaba dispuesta a dejarse llevar por el torrente de emociones que habían comenzado a florecer.
—¿Qué tal si hacemos esto juntos? —propuso ella, con una sonrisa traviesa—. No prometo que sea fácil.
—Nunca he sido aficionado a lo fácil —respondió él, acercándose nuevamente, sus ojos reflejando el deseo que ardía entre ellos—. Pero si hay algo que me encanta es un buen desafío.
Con esa promesa, la noche se volvió un juego de luces y sombras, donde la atracción, el deseo y el peligro bailaban juntos. Sofía supo que, a partir de ese momento, su vida nunca volvería a ser la misma.