Maite es una chica de quince años que se enfrenta a una dura decisión, dejar a su sobrino en un orfanato, o cuidarlo como si fuera su hijo.
Un incidente con una cartera haría que su vida cambie de un día para otro, provocando no solo una nueva oportunidad de trabajo para que mejorar su condición de vida, al igual que el niño que la llama mamá, sino que también hará que cruce caminos con un hombre que tiene mucho que ver con él.
No obstante, sus personalidades y formas de ser son tan opuestas que el llevarse bien será algo difícil.
¿Podrá surgir al más allá que solo la conexión que los une con respecto a su hijo?
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Capitulo 7
Patricia escucha lo que Maite le está contando a su hijo. De camino al trabajo le pregunta a ella por el papá de Daniel, pues por la forma en que ambos hablan, se dió cuenta de que ella no tenía idea de quién es.
— Maite. Te quiero hacer una pregunta. No me lo tomes a mal.
— ¿Qué pregunta?
— ¿Dónde está el papá de tu hijo?
— Está muerto.
— ¿Qué? — Patricia abre los ojos como plantos, incluso se indigna, pues su hermano está muy vivo. — ¿Estás segura?
— Si.
— Lo siento mucho. — Dice ella queriendo decir otra cosa.
— No se preocupe.
— ¿Estabas muy enamorada de él?
— No quiero hablar sobre eso.
— ¿Te hizo daño?
— Demasiado.
— ¿Qué hizo?
— Me dejó sola cuándo más lo necesitaba, incluso dijo que mi hijo no era de el. Solo pensar en eso quisiera romperle la cara. — El rostro de Maite refleja mucho odio. Patricia no entiende nada, cuándo Maite ve a David no parece odiarlo, es más pareciera que no siente nada por el, sin embargo ahora que habló del padre de su hijo se refirió a el con mucho odió.
"¿Será que ella no sabe que David es padre?, ¿pero si no sabe por qué habla de el así?
La cabeza de Patricia está llena de dudas. Quiere seguir preguntando. Sin embargo Maite no muestra una actitud de querer seguir con el interrogatorio.
Al llegar a la oficina ven en el escritorio de Maite un hermoso ramo de flores.
— Vaya. Parece que tienes un admirador.
— Seguro se equivocaron. — Patricia toma el ramo de flores y abre la tarjeta.
— Dice para Maite Duarte. No hay otra Maite Duarte aquí.
— ¿Dice quien las manda?
— No. Pero tengo alguien en mente.
— ¿Quién?
— Hugo. Lo conozco y se de sus tácticas. Por favor no caigas con el. Es un mujeriego sin cura.
— No se preocupe. Yo no tengo interés en ningún hombre. Sólo mi hijo.
— De todos modos. Yo te tengo apreció y no me gustaría que te lastimara.
— Señora perdón que la interrumpa. El señor David solicita a la señorita Maite en su oficina. — Informa su secretaria.
— ¿Te dijo para que?
— No.
— Iré a ver qué se le ofrece. — Dice Maite.
— No. Yo iré. — Patricia se va, Maite se sienta y empieza a revisar sus pendientes, unos minutos después Patricia vuelve, le pide a Maite que hablen un momento en su oficina y ella va. Al salir la secretaria le pregunta que pasó y Maite responde que era un encargo de trabajo.
...
Horas más tarde Maite termina sus pendientes y se prepara para salir. Sólo va esperar a Patricia.
— Norma necesito que me acompañes a una reunión, Maite tu te quedas aquí media hora más. Me van a traer un paquete.
— Si señora. No sé preocupe.
— Gracias. — Patricia y Norma se retiran, pasan unos minutos y Maite se siente aburrida. David la ve sóla y presta atención en sus gestos, en sus ojos, y en sus labios, Maite le recuerda a una mujer que conoció años atrás, era hermosa, delicada, con ojos azules profundos y una mirada que le robaba el corazón a cualquier hombre.
"David deja de pensar en esa mujer, ella no valía la pena." Se regaña.
— Maite tengo que hablar contigo.
— ¿En qué lo puedo ayudar?
— Vamos a cenar.
— ¿Qué? — Maite levanta la cabeza y lo observa.
— Nunca te agradecí lo que hiciste en el elevador, quiero compensarlo.
— Puede darme las gracias y listo.
— Maite, quiero que me acompañes.
— No quiero ir.
— ¿Qué? — David suspira indignado.
— Ya me escuchó. — Maite lo mira con determinación. El se da cuenta de que no podrá convencerla por las malas.
— Por favor Maite. Acepta mi invitación.
— Su hermana me pidió que me mantenga lejos de usted, ella es mi jefa y debo obedecer.
— ¿Si ella te pide que te avientes de un puente lo harás?
— ¿Por qué me pediría algo así?
— No tiene nada de malo que tú y yo salgamos. ¿Piensas que es una cita romántica?
— No.
— ¿Y entonces?
— Estoy esperando algo de su hermana. No me puedo ir.
— Puedo esperarte.
— Se va tardar.
— Tengo bastante tiempo.
— Si eso quiere. — Maite sigue revisando los papeles, David se sienta en el escritorio de Norma y la observa a ella. Maite siente una mirada sobre ella y voltea. Es David quien no deja de verla. — ¿Pasa algo?
— No. — Responde el.
— Buenas tardes. — Un muchacho sube con un paquete. — Estoy buscando a la señora Patricia Herrera.
— Ella me pidió que recogiera el paquete.— Responde Maite.
— ¿Me pude firmar aquí por favor?
— Claro. — Maite toma el lapicero y firma.
— Gracias. Qué bonita firma. Tan bonita cómo usted.
— Gracias.
— Ya entregó el paquete. Ya se puede ir. — Le dice David. El pobre chico pone una cara asustada.
— Con permiso. — Dice el y se va dando pasos largos.
— Ya recibiste el paquete, ¿podemos irnos?
— Si. — Maite pone unas cosas en su bolso, toma el paquete y se va caminando delante de David. Esté la lleva hasta el estacionamiento, y le abre la puerta de su auto.
"No pensé que fuera amable." Piensa Maite con sorpresa mientras entra. Luego de que el entra el olor de su perfume le llena las fosas nasales. "¿Por qué usa tanto perfume?"
— ¿Hay algo que te moleste?
— No señor. — Maite abre la ventana para respirar el aire de afuera.
— ¿Dónde quieres cenar?
— Me da igual.
— ¿Te da igual? — El la observa incrédulo.
— No creó que esté de acuerdo con lo que yo elija.
— Es una cena de agradecimiento, iremos a dónde quieres.
— ¿Seguro?
— Si. Dime a dónde quieres ir.
— Mm, me gustaría ir a...
....
Un rato después, David está con una cara de náuseas que no puede disimular. Maite se siente un poco culpable al verlo sufrir.
— Si no quiere cenar aquí, podemos ir a otro lugar.
— No. Aquí está bien. — David entra delante de ella, busca una mesa alejada de la gente y se sienta ahí, Maite se sienta a su lado. Un mesero no tarda en llegar, les da la carta y algunas recomendaciones de comida. Luego se retira por unos minutos para que ellos elijan.
— ¿Puedo tomar la orden? — Pregunta el mesero al volver.
— Yo quiero una tlayuda de tasajo. — Dice Maite. — Y de tomar un café.
— ¿Y usted caballero? — David está indeciso.
— Lo mismo que ella. — Contesta por fin y entrega las cartas.
— No me equivoqué al pensar que nunca había venido a un lugar cómo este.
— Me gustan las nuevas experiencias. Hiciste bien en traerme. — David le sonríe. Eso deja atónita a Maite.
siempre dije q Patricia se traía algo.
creo mentiras para q su hermano dejara a Carolina no le importaron los sentimientos de el. Ella es una manipuladora y todo lo hace a su conveniencia. tal como sus padres