Dos secretos destruyen un matrimonio, en secreto ellos vuelven, el secreto para robar el marido fracasa y un secreto para liberarse y ser feliz. Una mezcla de secretos para desenredar un ovilo de lana.
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Truco sucio
Enrique está en su oficina, la reunión ya terminó y llama a su guardaespaldas.
- ¿Alguna novedad?
- El doctor dice que fue una descompensación. Necesita un poco de reposo y dieta por una semana.
- ¿Qué receta es esa? ¿Sólo por una semana?
- La señora tiene un poco de anemia. Una semana de comida balanceada y mucho cítrico para fijar el hierro.
- Bien llévala a casa y que repose un poco, y da la orden de la dieta a la cocinera.
- Sí, señor.
- Hago unos arreglos y voy a casa.
Laura fue a descansar, pero no se le ve bien, sube sola las escaleras, pero se siente insegura, el guardaespaldas comunica a la cocinera sobre la dieta. Dos horas después, Enrique llega a casa y sus padres no estaban, ambos programaron un buen paseo y retornarán mañana.
- Buenas tardes, señor. La señora está descansando en su habitación...
Alguien interrumpe al guardaespaldas, se abre la puerta y esa actitud a ninguno le gustó, pero Sara entra muy fresca en la sala.
- ¡Hola! La visita ya llegó.
- Disculpe – habla el mayordomo – usted nunca avisó que vendría.
- ¿Debo pedir permiso para visitar siendo ésta la casa de mi prima? - el tono era una mezcla de sarcasmo con rebeldía.
- ¿Y si no había nadie? Venías por las puras. – Enrique fue frío.
- ¿Por qué me tratas así? En primer lugar, soy la prima de Laura, segundo soy la madrina de tu hijo.
- Siempre se avisa, Sara. – Enrique levanta la voz para aclarar que su conducta es desaprobada.
Laura está acostada pero despierta y ella al escuchar esos ruidos se acerca a la puerta para escuchar con mayor claridad, rápidamente entiende que Enrique está disgustado con su prima y hay algo que ella no entiende por qué tanto disgusto, quiere descubrir la razón de tras de esto y para ello implica seguir escuchando la conversación.
- Cariño, perdón – Sara se corrige de inmediato – Enrique.
- ¿Qué dijiste? - estaba furioso Enrique.
- Sólo vine para visitar a mi prima, no sabía de encontrarte aquí.
- Que sea la última vez que te dirijas a mí con palabras inapropiadas. Y no me cambies de tema.
- Se me salió – lo dijo cabizbaja.
- Ya te puedes ir.
- ¿No puedo saludar a mi prima?
- No está en condiciones de recibir visitas.
- ¿Le pasó algo?
- No está en condiciones y punto. – la voz de Enrique fue firme y tajante.
- Tengo derecho a saber que le pasa a mi prima para informar a la familia
- De eso me encargo yo.
Sara sale de la sala y se dirige rápidamente a la cocina y en un vaso le pone gotas que tiene en un frasco escondido en su pecho. Al sentir los pasos tira el frasco y lleva el vaso con agua.
- ¿Quién te dio el permiso de entrar en mi casa? Yo te di la orden de que te fueras.
- Te estoy sirviendo un vaso con agua. Estás alterado y no sé por qué.
- ¿Todavía lo preguntas?
- Sí es por la caricia de mano de aquella vez y por lo que dije hace poco, lo siento, es que soy expresiva.
- Tú has mentido y he recibido un sermón de parte de mi padre.
- Yo que tengo que ver. Anda toma este vaso de agua, te va a ayudar a bajar la cólera.
Enrique tomó el vaso de agua y se fue a la sala a esperar que Sara se vaya o eso se esperaba que ocurriera. El mayordomo tenía que hacer sus labores, el guardaespaldas está haciendo limpieza en el auto.
- Sara, estoy esperando a que te largues.
Sara no deja la cocina, ella está esperando que la droga surta efecto para ir destruyendo el matrimonio poco a poco.
- ¿A qué hora te vas? ¿Debo sacarte a la fuerza?
Enrique empieza a sentir calor, Sara se asoma con cuidado y nota que la droga hace efecto. Es hora de actuar.
- Enrique, ¿Te sientes mal?
- ¡Qué te importa! ¡Fuera! - la voz es normal.
- Mira cómo estás caliente. – lo va seduciendo y eso acelera el efecto de la droga.
- Te necesito Sara, pero que mi esposa no se entere.
- No te preocupes mi vida, ella no lo sabrá, será nuestro secreto.
- Nunca me he sentido así, estoy quemando como nunca.
El mayordomo observa y calla, hace como si nada, luego sigue a la pareja y los ve entrar en la habitación de huéspedes. Inmediatamente se lo hace saber al guardaespaldas.
- Algo raro le ocurre al señor. Hace poco trataba con odio a la señorita Sara y ahora se han encerrado en la habitación para huéspedes.
- ¡Ah! – está sorprendido - ¿Estás seguro?
- Y mucho, estuve haciendo el espía, y por un momento me pareció haber escuchado voces desde la cocina.
- Un cambio repentino en el comportamiento – intenta encajar las piezas – y voces en la cocina. Hay que hacer una investigación en la cocina, quizás haya algo sospechoso. Que ningún rincón se quede sin revisar.
- Tienes razón, nada se pierde al encontrar algo.
Hay un rotundo silencio, eso le inquieta a Laura, pero decide esperar un poco más, pero el silencio sigue, piensa que hora de salir, estaba bajando las escaleras cuando se escuchan gemidos, jadeos y gruñidos. El mayordomo de inmediato actúa.
- Señora, por favor, suba a su habitación no se esfuerce, necesita reposo.
- Sólo bajé por un vaso de agua. - se justifica - pero hay ruidos raros en la habitación de abajo.
- Señora – interviene el guardaespaldas – la acompaño a su habitación, el doctor dijo que necesita reposo.
- Necesito un vaso con agua, eso es todo.
- Yo la sirvo. - el mayordomo actúa rápido.
- Está bien, gracias.
El guardaespaldas fue a la cocina junto con el mayordomo. Preparan el vaso con agua y el guardaespaldas al dirigirse a la habitación principal ve que Laura abrió la puerta de la habitación para huéspedes, se carca sin asustar a la señora y ambos se ganaron con la escena. Laura le da indicaciones al guardaespaldas a modo de susurro para no interrumpir.
- Elmer, graba todo mientras retiro toda la ropa de la escena.
Él de inmediato empieza a grabar.
- Estoy grabando, señora.
- Genial. Voy a retirar todas las prendas. Y deja de grabar cuando hayan terminado. Cierras con llave la puerta y a mí me la das la llave. Toda la ropa será tirada a la basura, y tú no has visto nada, no sabes nada.
- Pierda cuidado.
- Mañana a primera hora vienes conmigo, voy a hablar con un abogado para tramitar el divorcio.
- Y pensar que ustedes recién están casados.
- Ellos se burlaron de mí. Debo liberarme de los burlones.
- Comprendo. Los dejo encerrados hasta mañana.
- Que papá llame a un cerrajero para liberarlos.
- Como usted diga. Aquí tiene su vaso de agua.
- Gracias. No te olvides mañana a primera hora. Voy a sacar la cita con el abogado.
El mayordomo encuentra el vaso usado por los infractores del momento y pensó que ésta evidencia podría contener algo de información, así que, con cuidado lo toma con una bolsa y con sumo cuidado voltea la bolsa y la cierra con el vaso dentro. Ahora que sus sospechas son confirmadas debe buscar más cosas. Por último, revisa el tacho de basura y encuentra el frasco, con otra bolsa lo recoge para no dañar huellas y asegurar el producto.
Elmer se cansó de grabar, sacó la llave de la habitación que estaba sobre el velador, y la velocidad del rayo tuvo que salir y encerrar a la pareja. Pero no se esperaba con la presencia del mayordomo.
- Zacarías, me asustaste.
- Lo siento Elmer, pero ¿qué hacías allí mirando?
- La señora entró primero, me pidió que grabará suficiente material para mañana tramitar el divorcio.
- Acaban de casarse.
- La orden es de dejar a la pareja encerrada, la ropa de ambos ya ha sido tirada a la basura.
- Bueno, en la cocina encontré un vaso usado y un frasco.
- Eso tiene que ser llevado a un laboratorio.
- Tú cuidas de la señora, debe tener el corazón hecho pedazos. Yo me estoy yendo a un laboratorio para que se analicen todos estos elementos.
- Sólo ten cuidado de no estropear las huellas.
- Pierda cuidado. Nos vemos más tarde. Analía no debe tardar con las compras.
Elmer fue a entregar la llave de la habitación a la señora, ella misma le abre la puerta.
- Señora, la llave de la habitación.
- Gracias.
-No se ponga mal, señora.
- Duele, si supieras cuanto, ya puedes ir a descansar.
- Gracias, señora.
Laura no puede parar de llorar, tanto amor y tanto amar a un hombre que se acuesta con su prima.