A veces, la vida nos juega una mala pasada. Nos hace probar el dulce néctar del amor, para luego arrebatárnoslo como si fuera una burla. Ésta historia le pertenece a ellos, aquéllas dos almas condenadas a amarse eternamente, Ace e Isabella.
—¿Seguirás amándome en la mañana?.
—Toda la vida, mi amor...
NovelToon tiene autorización de Nix Agriche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 18
...Isabella....
No hice preguntas, simplemente la seguí al hospital.
Al llegar, pude ver a un chico pelirrojo que reconocí de inmediato.
Era Jake Rossler, el mejor amigo de Ace y, actual novio de Angélica.
Lo conocí al año de comenzar a salir con Ace.
Estaba sosteniendo su cabeza entre sus manos con desesperación.
Nos acercamos a él y, tan pronto como me vió, comenzó a llorar.
—Lo siento... Lo siento, Isabella... –Repitió esas palabras, una y otra vez–.
Angélica lo abrazó, consolándolo.
Mientras que yo estaba ahí, sin creer que ésto estuviera sucediendo de nuevo.
—Ace... –Susurré–. ¿Dónde está Ace? –Pregunté con la voz entrecortada–
—Isabella, por favor... Siéntate, Jake te explicará todo. –Habló Angélica, obligándome a sentarme en una silla–.
Respiré hondo, intentando mantener la calma.
Observé los ojos color café de Jake, esperando que me explicara que diablos estaba ocurriendo.
Jake, al igual que yo, hizo todo lo posible por calmarse y, comenzó a contarme lo que había ocurrido.
—Hoy Ace salió temprano del trabajo. –Me explica–. Me pidió que lo acompañara a un lugar, para comprar un obsequio. –Sus manos tiemblan–. Yo fui, lo acompañé, fuimos a una joyería pero, mí teléfono sonó. –Sus lágrimas comienzan a caer, y un sollozo se escapa de sus labios–.
Angélica rápidamente lo abrazó.
—Shh... Cálmate, amor, cálmate... –Habló suavemente, acariciándole el cabello–.
—Por favor, Jake, continúa. –Exigí y él asintió–.
—Era mí mamá, me alejé de Ace unos segundos, maldición... ¡Juro que sólo fueron unos malditos segundos! –Gritó, mientras sus lágrimas seguían cayendo–. No sé qué demonios quiso hacer o, adónde diablos intentaba ir pero, dijo que necesitaba a ver algo al otro lado de la calle.
Asentí, prestando atención mientras mis manos sujetaban mí vientre.
—Luego, escuché un golpe, un maldito golpe y gritos. Cuándo volteé, vi a Ace en medio de la autopista, sangrando. Un maldito auto lo atropelló. –Lloró desconsoladamente–.
Sentí como mí mundo comenzaba a desmoronarse.
Estaba pasando otra vez.
Nada cambió.
Volví la pasado sólo para ver a Ace morir de una forma diferente.
Mis lágrimas comenzaban a caer, juro que podría haberme desmayado ahí mismo.
Pero, el doctor llamó.
—¿Quién es Isabella Davinia? –Con los ojos repletos de lágrimas, lo miré–.
—Soy yo... –Respondí, apenas en un murmullo–.
—El señor Ace Darrell, está llamando su nombre. –Me explicó y rápidamente me puse de pie–.
El doctor observó mí vientre y, quiso cambiar de parecer.
—Señora, está embarazada... Lo mejor es no exponerla a éste tipo de situaciones. –Comenzó a explicar, pero lo interrumpí–.
—Estoy bien, quiero ver a mí novio. –Verbalicé con seriedad–.
El doctor suspiró, pero me guió al lugar.
Al llegar a la puerta, voltea, observándome.
—Señora, sobre su novio...
Respiré profundo, apretando mis puños.
—¿Va a morir? –Indagué con sequedad–.
El doctor miró hacía otro lado.
—Lo siento... –Fue todo lo que dijo antes de irse–.
Entré a la habitación de Ace y, como si fuera un déjà vu, ahí estaba él.
Cómo en la primer línea temporal.
Cubierto de vendas, tubos, etc.
Estaba conectado a una jodida máquina.
Es como si fuera una maldita burla.
Me acerqué a él, tomando su mano entre las mías.
—Mi amor... –Susurré y, no pude evitarlo, mis lágrimas caían como una cascada–.
Él apenas podía abrir los ojos.
Muy lentamente se quitó la mascarilla de oxígeno para poder hablar.
—Amada mía... –Habló con dificultad–.
Escuchar su voz sólo me hizo llorar aún más.
—¿Cómo demonios sucedió ésto? –Sollocé–. Lo siento... Lo siento, mí amor... –Hablé entre lágrimas–.
Él sonrió levemente.
—Yo quería comprarte algo... –Susurró, e intentó mover su brazo hacia la mesita que estaba junto a la cama pero, no podía hacerlo–.
Observé el lugar, y allí había un anillo.
Un maldito anillo.
—Iba a hacer una cena muy linda ésta noche. –Comenta–. Iba a pedirte que fueras mí esposa. –Reveló–. Pero ahora estoy aquí... –Intentó reír pero su voz lo traicionó–.
No aguanté más y lo abracé.
Ambos comenzamos a llorar en los brazos del otro.
—Perdóname, reina mía... Te fallé, te fallé a ti y a Amelia... –Lloró–.
Mí corazón se rompió.
—No es así, mí amor. –Besé sus labios con suavidad–. No nos has fallado. Nunca nos vas a fallar, tú no. –Sonreí, secándole las lágrimas–.
Luego de unos minutos, finalmente se calmó.
Estuve en silencio por un rato, pensando.
Sabía que Ace no sobreviviría a ésta noche.
Y eso me dolía en el alma.
—Dijiste... Dijiste que ibas a proponerme matrimonio, ¿Era verdad?. –Solté en un murmullo, y él asintió–. Házlo ahora... –Pedí en una suave súplica–.
Ace me observó unos segundos, luego muy lentamente tomó el anillo.
Llevó mí mano entre las suyas y observó mis ojos.
—Désde el primer momento en que te vi, supe que eras especial. No he dejado de pensar en ti desde que te abalanzaste sobre mí, aquél día en la biblioteca. –Sonrió–. He soñado contigo desde mucho antes de conocerte y, cuándo finalmente te tuve, juré nunca dejarte ir. Te amo, Isabella Davinia, quiero envejecer contigo a mí lado. Viendo crecer a nuestros hijos. Compartiendo nuestra vida al lado del otro. –Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas–. Amada mía... ¿Quieres casarte conmigo? –Preguntó, sus manos temblaban, estaba nervioso a pesar de que conocía la respuesta–.
Sequé sus lágrimas y sonreí.
—Acepto, amor mío. –Respondí simplemente–.
Ace se iluminó ante la respuesta.
Colocó el anillo en mí dedo anular y luego me besó.
—A partir de hoy eres mí esposa, nunca olvides eso. –Murmuró contra mis labios–.
Asentí suavemente, acostándome a su lado.
Él me abrazó y comenzó a acariciar mí vientre.
—Lo siento por haberte preocupado. –Dijo enterrando su rostro en mí cabello, respirando mí aroma–.
—No importa, lo importante es que estés bien. –Entrelacé mis dedos con los suyos–.
—Isabella...
—¿Si? ¿Qué ocurre, cielo mío? –Me moví para poder observarlo–.
—¿Seguirás amándome en la mañana? –Susurró y sus preciosos ojos color miel se posaron en los míos–.
No de nuevo.
Esa pregunta no, por favor.
Se estaba despidiendo, y yo no estaba lista para dejarlo ir.
—Toda la vida, mí amor. –Confesé, abrazándolo con fuerza–.
Él me devolvió el abrazo.
—Toda la vida... –Repitió–.
Y, al igual que en nuestra primera línea temporal, pregunté.
—¿Y tú? ¿Seguirás amándome en la mañana? –Indagué y él soltó una risita–.
—Toda la vida, reina mía... Te amaré para siempre a ti, y a mí pequeña princesa. –Acarició mí vientre–. Te amo, Amelia, papá te amará para siempre, incluso si no puedes verme. –Murmuró, hablándole a la bebé–.
Luego, se apartó, acomodándose nuevamente a mí lado, abrazándome.
—Tengo sueño... –Comentó, acurrucándose conmigo–.
Comencé a acariciarle el cabello.
—Te amo, Isabella... –Murmuró, cerrando los ojos para descansar–.
—Te amo, amor mío... –Besé sus labios nuevamente–.
—Te veré en la mañana, ¿De acuerdo? Más te vale estar aquí cuando despierte. –Comentó con una sonrisa–.
—¿Aún no nos hemos casado y ya estás dándome órdenes? –Bromeé–.
Él rió y me abrazó con fuerza.
—Adiós, amada mía... –Se despidió una última vez, quedándose dormido–.
A la mañana siguiente, Ace no despertó.
Yo estaba ahí, pero Ace ya no.
Mí prometido murió por segunda vez, el 21 de agosto de 2007
Tenía 23 años.
Murió mientras dormía.
Ace murió en la misma fecha que en la primer línea temporal, sólo que años antes.
Al tercer día de su muerte, estábamos en el cementerio, enterrando al amor de mí vida.
Aún que es la segunda vez que lo veo en ese cajón, no lo hace más fácil.
—Isabella... –Una voz femenina llamó mí atención, la observé y era Angélica junto a Jake–. Mí más sentido pésame, Isabella. –Expresó con voz quebrada–.
Por más que quisiera responder, no pude.
Mí dolor era tan grande que no podía pronunciar palabra.
—Si alguna vez necesitas ayuda con algo, ya sea para ti o para la bebé, no dudes en llamarnos, por favor, estaremos ahí para ti. –Intervino Jake–
Asentí y, busqué valor para poder hablar.
—Muchas gracias por estar aquí... –Murmuré–. Pero, necesito ir al baño.
Con esa excusa, me fui del lugar.
Me fui del velorio de Ace.
No podía estar ahí.
Y, fui en busca de una mujer a quien no he visto en años.
Al llegar, me reconoció.
—Parece que la historia volvió a repetirse. —Comentó, observándome–. Felicidades por el embarazo.
Respiré hondo un momento, calmándome.
—Gitana. –La miré–. ¿Qué demonios salió mal? ¡Mí esposo volvió a morir! –Grité–.
—Donde hay muerte, siempre habrá muerte. –Respondió con calma–.
—¡¿Qué demonios significa eso?! –Exclamé–.
—Lo descubrirás tarde o temprano.
Necesité toda mí fuerza de voluntad para no golpearla.
Me calmé.
—Quiero volver. –Dije sin más–.
Ella me observó con sorpresa.
—Viajera, si regresas al pasado, volverás al inicio. –Explica–.
—Lo sé.
—Ace estará vivo pero no sabrá quién eres. –Insistió–.
—Lo sé.
—Todo lo que lograste hasta ahora, lo perderás. –Trató de convencerme–.
—Lo sé.
—Si regresas al pasado, entonces tu hija...
—¡LO SÉ, MALDITA SEA, LO SÉ! –Grité y mis ojos se llenaron de lágrimas–. Quiero a Ace de vuelta... Lo quiero de vuelta... –Comencé a llorar–.
Lo sabía, sabía que si volvía al pasado, Amelia nunca nacería.
Eso me destruía pero, estaba decidida.
La observé, secando mis lágrimas.
—Tengo que irme. —Hablé con seriedad–.
Me fui del lugar, y volví al cementerio.
El velorio había terminado y, por suerte, estaba vacío.
—Amor mío, por favor perdóname por lo que voy a hacer. –Le hablé a la tumba de Ace–. No me odies, por favor... –Mis manos fueron a mí vientre–. Amelia, te amo, te amo mucho... Por favor, no me odies. –Mi voz se cortó–. Eres la princesita de papá pero, también eres la estrellita de mamá. Así que, por favor, sé mí estrella en éste momento tan difícil, alumbra mí camino y guiame a un futuro mejor.
Sin más que decir, sequé mis lágrimas.
Saqué el reloj del tiempo de mí bolsillo.
—Te amo, Ace... Te amo, Amelia...
Apreté el reloj y, una vez más, regresé al pasado.
Durante muchas noches, he soñado que me encuentro en un bonito jardín, rodeada de flores.
Y, junto a mí, está mí esposo. Y, en sus brazos hay una preciosa niña.
Era un sueño hermoso, un sueño que quería con todo mí corazón que se volviera realidad.
Hoy me doy cuenta que los sueños sólo son sueños.
Esa imagen mía con mí familia, no es nada más que una mentira.
Porque esa familia nunca existió.
Al menos, nunca existió para mí.
Porque Ace volvió a morir, y yo regresé al pasado.
Y, Amelia... Amelia nunca nació.
—————————————————————————————————
¡Buenas noches a todos! Hasta aquí llega la primera parte de ésta temporada. Muchas gracias por los que leen y comentan, a partir de aquí, comenzará la segunda parte. Todavía nos queda mucho tiempo con Ace e Isabella. Atte: Nix.
cuándo escribes la segunda temporada,?😘
gracias
👏✨💖✍💖✨👏
Me encantó la resurrección final de ambos siendo felices.
¡Felicitaciones, estimada escritora!
👏✨💖✍💖✨👏
Llegué a pensar que, más allá del reloj y su magia gitana, Isabella era la anatema de Ace y por eso no tenían si 'felices por siempre'..