Elieth, es brillante e irradia luz por donde va; sus escasos recursos no le impiden soñar con ser una profecional y salir de la pobreza, ella sabe muy bien, que no es la única cuya familia vive con tantas limitaciones, pero no esta dispuesta a vivir de esa manera, su madre la quiere ver casada con algún hombre del pueblo, pero Elieth sabe muy bien que es lo que quiere, así que decide ir en busca de un mejor futuro, Ella jamás pensó, que en su lucha por obtener lo que siempre soñó, encontraría al amor de su vida, un Italiano multimillonario, que agoniza en la oscuridad del odio y la amargura; su alma rota necesita un chispa de luz y la encuentra en una mujer de la que ya no podrá separarse jamás.
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Es un príncipe, yo una simple mortal
(Elieth)
Y de nuevo voy en sus brazos..
Me ofrecieron una silla de ruedas; pero El Italiano simplemente se negó, se atrevió a decir que no la necesitamos y yo como hechizada, sin objetar nada, deje que me cargará de nuevo hasta su carro.
Que tiene esté hombre, que me deja muda y con la mente en blanco, nada más enfocándome en las sensaciones que me causa su tacto.
Ahora que ya vamos con la luz del día, puedo ver, que es bello el condenado Italiano, extremadamente bello, e imponente me siento tan pequeña, pero se siente tan bien.
El es alto, muy alto, quizá 1.90 metros, sus brazos son fuertes, y todo su cuerpo está trabajado y sus músculos no exagerados, pero bien tonificados, su cabello es castaño oscuro, su piel blanca, una barba magnífica y sus labios, me llaman a que sea El, quien me dé mi primer beso.
Pero creo que será, solo en mis sueños porque este hombre es ajeno, es casado, ayer oí que hablaban de su esposa, y eso me acongoja y no tendría por qué.
Aunque ser casado no le quita lo perfecto a este Italianito guapo, así que voy a disfrutar que este Príncipe me cargue para recordarlo el resto de mi vida.
Será un buen recuerdo. Un día el príncipe Italiano, me cargo entre sus brazos y me sentí como esas princesas de las películas, este día quedará en mi memoria para siempre y es que hombres así solamente los había visto en películas o revistas, pero jamás en persona, ir en sus brazos es como un sueño.
Él me mira como que quisiera saber todo de mí, su boca no dice nada, pero sus ojos me preguntan quien soy, yo quisiera responderle que soy una mujer demasiado común y que él es mi príncipe azul, con el que he soñado, dormida y despierta, toda mi vida...
En el carro, me pone en el asiento, con tanta delicadeza que me impresiona.
La verdad, es que en mi vida jamás me habían tratado así, como una niña consentida.
Se sube al carro, se sienta a la par mía y me dice que le dé la dirección para ingresarla al GPS.
Vamos a casa de abu Dalia...En el camino no deja de mirarme, creo que esto se está volviendo incontrolable.
Esté hombre es raro, sí es que no es común, que alguien se quede así tan perplejo viendo a otra persona asi porque sí; Él, se ve inquieto como si quisiera tocarme y Yo, aqui tambien embobada, deseando experimentar nuevamente la electricidad que me hace sentir, el roce de su piel.
El Italiano acerca su mano a la mía, con sumo cuidado y con su dedo pulgar rosa mi muñeca, como si está probando algo para sí mismo.
Nuestras miradas, en ese momento se cruzan.
Nos miramos por largos segundos, y con su voz tan varonilmente grave, me dice:
—Quiero disculparme, se que por mi culpa terminaste herida de tu pie.—Karlo, sigue sin quitar sus ojos de los míos.
—No te preocupes, a veces las cosas suceden por alguna razón, que desconocemos, supongo que mi destino era conocer a un Italiano. —le digo con una sonrisa, que él me corresponde, por primera vez lo veo sonreír y su sonrisa es maravillosamente perfecta ¡¡Ayyy Jesucristo Bendito!!, es la más preciosa que he visto en mi vida.
—Tienes una sonrisa muy hermosa Elieth. —me dice.
—Gracias... Karlo, igual Tú.
—Elieth, tienes razón si no fuera por el incidente con tu pie, quizá no hubiera tenido la oportunidad de acercarme a Ti y darme cuenta de que... perdón olvídalo ¿y por cierto como sabes que soy Italiano?
—Yooo... Una vez vi una película en italiano, y tu forma de hablar se le parece, por eso pensé, ¿o es que estoy equivocada?.—Le pregunto.
tuve que ocultarle que sé hablar italiano, para que no se avergüence por lo que hablo con su amigo, en fin, estoy segura de que no nos volveremos a ver, despues de este día.
—No, no lo estas. Si, soy Italiano.—por segunda vez veo a Karlo sonreír.
—Sabes, siempre quice conocer a un Italiano y causa de esta herida se me cumplio un deseo, así que no tienes que disculparte, creo que hasta me caerá bien el descanso, casi nunca logro descanzar, aprovecharé para dormir dormir y dormir. — Le digo y Karlo Sonríe por tercera vez y Yo debo estar loca, para estar enumerando las sonrisas a un desconocido.
—Bueno, si lo dices así, hace que me sienta mejor.—¡¡Jesús del huerto!!, Que vos tan sexy... Ya debo dejar se impactarme con su timbre de voz...
—Llegamos, es esta casa, se la señaló al Italiano para que nos detengamos —Karlo, le indica al chófer que se estacione frente a la humilde, pero acogedora casa de la Abu Dali.
Se baja apresurado, da la vuelta para llegar a mi puerta, me toma en sus brazos una vez más, y me lleva hasta la puerta, alli se queda parado y Yo toco el timbre, esperamos con toda la paciencia del mundo sin ninguna prisa solo disfrutando del contacto de nuestros cuerpos.
Yo, apoyo mi cabeza en su pecho, esto me permite escuchar los latidos de su corazón; realmente es algo indescriptible, el Italiano solo presiona mi cuerpo contra El con delicadeza, como si respondiera con eso, al gesto mío.
la puerta se abre, es Abu Dalia que se sorprende al verme en brazos del Italiano y con el pie vendado.
Rapidamente, le explico que paso un pequeño incidente omito algunos detalles, haciéndole entender, que no tiene por qué preocuparse.
Amablemente, Abu guía al Italiano hasta mi habitación, nos abre la puerta, pero se queda afuera, siendo muy reservada, da la vuelta, qno sin antes ofrecernos desayuno, lo cual agradezco por que muero de hambre .
El Italiano camina hacia mi cama, muy despacio, como si quisiera detener el tiempo, con mucha suavidad me recuesta, con toda la intención rosa sus manos a la piel de mis brazos.
Se queda de pie a lado de mi cama, nos miramos en total silencio, como ya es costumbre, pero no hace falta decir palabras, cuando nuestros ojos hablan por sí mismos.
Nuestros ojos dicen, quiero saber quien eres, quiero conocerte, quiero volver a sentir la electricidad que me provocas, nuestros ojos gritan no te vayas de mi vida.
pero yo debo entender que esto es algo irreal, es como un sueño del que pronto despertaré.
El Italiano es de otro mundo, otra sociedad, es de otra clase, y por si eso es poco; es ajeno.
Es casado...
Yo comprendo, que aunque nuestros ojos griten, que quieren seguirse viendo por el resto de nuestras vidas, no podríamos, porque el Italiano bello es un Príncipe yo una simple mortal.