Alex Borisov es un Don de la mafia rusa. Tenía un acuerdo de matrimonio cerrado con la italiana Caterina Colombo, cuando él alcanzaba la mayoría de edad y ella era apenas una adolescente. Una de las cláusulas de ese acuerdo era esperar a que Caterina cumpliera dieciocho años, y que ella solo supiera que tenía un prometido el día de la boda.
Los años pasaron, y Alex fue víctima de una trampa, obligándolo a casarse con la joven, con quien tuvo una hija. Fueron meses viviendo amargados, recordando que no deseaba ese matrimonio. Él, que siempre había sido serio, se cerró a todo, como una piedra inaccesible. Hasta que, misteriosamente, su esposa es asesinada.
Cuando queda viudo, decide ir en busca de su verdadera prometida en Italia. Caterina llega a la vida de Alex con toda su intensidad y persuasión, dispuesta a sacudir su mundo y, con su insistencia, promete romper la piedra que él puso en lugar de su corazón.
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Capítulo 15
Caterina
Fui al jardín, sonriendo. Tal vez consiga domar a ese toro rabioso, y podamos entendernos, intentar vivir como marido y mujer, y no parecer dos gallos de pelea, que se rajan todo el tiempo.
—Odete, vamos a arreglarnos. Iremos a hacer compras. —dije entusiasmada, Odete me esperaba con Alice en un banquito y me miró.
—¿En serio? ¿Don dejó?
—Ah, Odete, ya te he dicho que con él siempre me las arreglo. Vamos a comprar ropa y juguetes nuevos. —Alice estiró sus bracitos hacia mí. Ya estábamos tan apegadas, parecía que nos conocíamos desde siempre.
La tomé en brazos, y la lancé algunas veces al aire, solo para oír sus risitas deliciosas.
—¿Quieres juguetitos? ¿Quieres mi amor? —le hice cosquillas en su barriga, que reía sin parar.
—Mira, no iba a decir nada, pero estoy impresionada. La señora está haciendo cosas que nunca he visto a nadie hacer. A Don debe gustarle la verdad de la señora.
—No le gusta nada, solo le estoy mostrando que yo tengo razón. No soy madre de verdad de Alice, pero también sé lo que es mejor para ella, él solo está viendo eso.
—Si la señora lo dice... yo ya creo que es diferente.
No le di tanta importancia a la suposición de Odete. Alex nunca se va a enamorar de mí, eso ya lo sé y no me importa. Quiero solo que él deje de ser un bruto conmigo, ahí las cosas van a salir bien.
Entramos, y yo voy a arreglarme, mientras Odete arregla a Alice. Después salimos juntas.
Los soldados ya estaban avisados, y nos llevaron al centro comercial. Llegando allá, compré varias ropitas y zapatitos. Entré en tiendas de juguetes y compré varios. Ella solo tenía algunos ositos de peluche, Odete me había dicho que desde que ella era recién nacida.
Mientras iba comprando, daba a los soldados para llevar al coche. Creo que debo haber exagerado un poco. Pero era cada ropita linda, cada lacito para poner en la cabeza. Los juguetes coloridos y llamativos, ella veía y quedaba batiendo palmaditas y yo no aguantaba y llevaba.
Volvimos a casa, pues ya era hora de almuerzo. No quería comer en la calle, Alice iba a comer la comida de casa, que ya era acostumbrada. Odete era una buena niñera, siempre pensaba en todo, había llevado el refrigerio de Alice, pañales, otra ropita caso ella se ensuciara. Yo me quedaba observando todo para aprender, a veces quitaba dudas. Un día Odete necesitará tomar vacaciones, y yo quiero ya haber aprendido a dar cuenta de Alice sola.
Llegamos en casa con las compras. Necesitó de tres soldados para llevar las bolsas y cajas. Anastasia estaba llegando también de la escuela.
—Las cosas están cambiando mismo... —ella comentó, viendo a los hombres subiendo las escaleras llevando las compras para el cuarto como yo había pedido.
Apenas sonreí, y ella fue para su cuarto. Alice comenzó a quejarse, a frotar los ojitos y a agarrarse en mi ropa. Quedé perdida un poco, ella era tan buena que casi no lloraba.
—¿Qué le pasa, Odete?
—No se preocupe, señora. Ella solo está con sueño, siempre toma una siesta después del almuerzo, ya debe estar sintiendo falta.
—Ah... entonces, coloque la comidita de ella en el plato. Voy a llevarla para el cuarto, darle baño y vestir una ropa más confortable.
—Sí, señora.
Subí las escaleras e hice lo que tenía que hacer. Di un baño rápido en Alice, vestí una ropita más ligera, y ella continuaba quejándose.
—Calma mi amorcito, ya vas a comer y puedes dormir, ¿todo bien?
Ella apoyó la cabecita en mi pecho, con los ojitos llenos de lágrimas. Alisé sus cabellos y di algunos besitos, entonces ella se calmó.
Oí un barullo en la puerta, y pensé que era Odete con la comida, pero para mi sorpresa, Alex quien estaba allá, observándome. Quedé mirando, esperando que él hablara alguna cosa. Pero él solo me encaró.
—Es el papá que está allí, mi amor. —él encaraba a Alice, y mi habla parecía haberlo despertado.
Alex parecía tener recelo de acercarse a la propia hija, y yo necesitaba cambiar eso. Alice necesitaba crecer sabiendo que su padre la amaba, y si depende de mí, ella también sabrá que tiene una madre, que puede contar siempre que precise.
—¿Compró todo lo que necesitaba? —él preguntó, ahora mirándome.
—Compré varios juguetes, si quiere mañana podemos abrir juntos con ella.
—¿Yo?
—¿Y quién más sería? Ella es su hija, tiene que participar de la rutina de ella también.
—No tengo tiempo para eso. —habló él y salió.
Molesto.
—Tu papá es molesto a veces, pero voy a hacer que se acerque a ti, te lo prometo.
La pequeña estaba quietita. Odete vino con la comida y de esta vez, yo di en el cuarto mismo. Ella ya estaba fastidiosa para dormir, entonces fue mejor.
Después que ella durmió, Odete fue a almorzar y descansar. Habíamos combinado que íbamos a arreglar las cosas que compramos después.
Fui para el cuarto a tomar un baño también. Cuando entré, oí barullo del agua de la ducha.
Alex estaba aquí.
Pensé en salir, pero esperé. Cuando él salió de toalla, me miró, pero luego entró en el clóset, entonces fui para el baño y cerré la puerta con llave. No quería que él entrara. No estaba lista para que Alex me viera totalmente desnuda, a pesar de ayer ya haberme visto de bragas y sostén.
Necesitaba de un tiempo aún, yo quería tener mi primera vez, no tendría para donde correr, un día tenía que acontecer. Ya estaba casada mismo. Pero, no quería quedar recordando lo que aconteció y yo debía hasta contar para Alex, ver si él me entiende, porque, si yo quedar apenas huyendo cuando él me toque, va a ser complicado. Y aquel molesto, va a quedar siempre estresándose.
Tengo buenas expectativas para la cena en la noche, como él parecía más calmo hoy, podemos entendernos, sin pelear.